Enseñar
economía
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Muy importantes me parecen los
esfuerzos de Libertank, el Instituto de Ciencia Política y otras entidades por
difundir los principios básicos de economía liberal de forma accesible a
jóvenes, empresarios, políticos y público en general. Camilo Guzmán y Carlos
Augusto Chacón, sus directores, hacen un extraordinario trabajo que debería
tener un apoyo más generoso y masivo de parte de empresarios y capitalistas quienes
deben entender que no pueden encerrarse en sus factorías y oficinas creyendo
que no es responsabilidad suya preservar el ambiente de libertad necesario a la
función empresarial.
Valoro también la actividad en
redes, en prensa y en la calle de esos campeones de la libertad que son Jerome
Sanabria, Mateo Amaya, Daniel Briceño, Julio Cesar Iglesias, Martín Jaramillo,
Maria José Bernal, Álvaro Grajales, Katherine Flórez, Santiago Dussan y muchos
otros jóvenes que me honran con su amistad y en quienes tengo grandes
esperanzas. Invito a seguirlos en redes y en sus columnas de prensa.
De especial importancia es la
campaña “Menos Marx, más Hayek”, lanzada por la brillante Jerome Sanabria. La
mayor parte de los cursos de economía que se imparten en colegios y
universidades están infestados de ideología marxista de la peor calidad.
William Stanley Jevons
escribió:
“No puede caber ninguna duda
de que es extraordinariamente deseable difundir las verdades de la economía
política entre todas las clases de la población y por todos los medios
disponibles, pues de la ignorancia de esas verdades nacen, en su mayoría, los
peores males sociales”
Los males sociales derivados
de la ignorancia económica son mucho mayores en la época moderna, en la cual,
la gran intervención del gobierno y la omnipresencia del estado de bienestar
suplantando el mercado, han llevado a que la gente crea que todos los almuerzos
pueden ser gratis y que si no lo son es por falta de “voluntad política”.
Desde nuestra infancia todos
estamos inmersos en el mundo de la economía, es decir, en el mundo de los
intercambios. Aprendemos a usar el dinero con la misma naturalidad con la que
aprendemos a hablar. Pero, así como el saber hablar no nos hace lingüistas, el
saber manejar el dinero en la vida cotidiana no nos vuelve economistas, es
decir, no nos da una comprensión correcta del funcionamiento de las economías
monetarias modernas. Sin embargo, la gente cree que es así, y esa creencia
aumenta con la preeminencia que alcanzan las personas en la vida económica,
política y social.
La ignorancia de las verdades
elementales de la economía, como toda ignorancia, no es un vacío sino una
llenura. Llenura de prejuicios y medías verdades que, adobadas con buenas
intenciones, son el caldo de cultivo de las peores decisiones políticas.
La situación se ha tornado más
grave con el giro que ha tomado la profesión de los economistas, quienes, en su
afán de sentirse útiles y mejorar su empleabilidad, se han convertido en
asesores incondicionales de gobiernos y políticos, abandonando casi por
completo la defensa sin ambages de la libertad económica.
LGVA
Abril de 2025.