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lunes, 30 de agosto de 2021

Democratizar EPM

 

Democratizar EPM

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

 

La propuesta de la Gobernación de Antioquia y el IDEA de intercambiar sus acciones en Hidroituango por una participación en EPM permite poner, nuevamente, en la palestra el tema de la democratización de la propiedad de esta empresa.

La Junta Directiva autorizó la compra de esas acciones, pero negó de plano la posibilidad de que el pago se hiciera con una participación patrimonial en EPM. Esto es un asunto extremadamente complejo porque, además del enorme trabajo técnico necesario para hacer las valoraciones requeridas, sería necesario que, mediante acuerdo del Concejo, EPM se convirtiera en sociedad por acciones, apareciendo así el “fantasma de la privatización” que tanto espanta a muchísimos ciudadanos en Medellín.   

Miles de medellinenses, incluidos muchos amigos míos, se creen propietarios de un “pedacito” de EPM. Cuando les ofrezco comprar ese “pedacito” – porque la prueba de que uno es dueño en realidad de algo es poder dejar de serlo vendiéndolo o regalándolo- se molestan y caen en un berenjenal de disquisiciones jurídico-ideológicas sobre el bien común, lo que es de todos y demás linduras.



Mas allá de las categorías jurídicas, toda propiedad es privada y el verdadero dueño de las cosas es quien decide lo que puede hacerse con ellas. Los verdaderos dueños de las empresas estatales son los políticos y sus agentes que temporalmente las controlan entre una elección y otra.

Esta clase de propiedad temporal permite disponer libremente de los ingresos más no del patrimonio. Por eso no es extraño que los propietarios temporales tiendan a aprovecharse al máximo de esos ingresos sin preocuparse demasiado de la conservación del capital.  Esa es en última instancia la razón por la cual las empresas estatales suelen ser mal administradas.

Las diferencias en la conducta de los políticos que temporalmente ejercen el control de las empresas estatales son de grado y no de especie. Los hay delicados, prudentes, respetuosos de las formas; pero los hay también agalludos, impetuosos y propensos a tirar la vajilla y limpiarse con el mantel.

Con una junta directiva de bolsillo, un concejo municipal sometido con prebendas y canonjías y un total desprecio por los profesionales y trabajadores de la Empresa, Quintero Calle se pasa por la faja el “Convenio Marco” y, ante la indiferencia cómplice de la Superservicios y la Procuraduría, se burla de la ley 142, que supuestamente lo obliga a implantar en EPM “una administración profesional, ajena a intereses partidistas, que tenga en cuenta las necesidades de desarrollo del servicio en el mediano y largo plazo”. Esto debería ser suficiente para que la gente de Medellín entienda que el control de un bloque patrimonial como EPM no se puede entregar, sin contrapesos, a un solo individuo, confiando en su buena voluntad.

En los años noventa del siglo pasado - con ocasión de la aprobación de la ley 142 y de los grandes cambios en el entorno económico, regulatorio y tecnológico de los servicios públicos domiciliarios - se planteó la transformación de las principales empresas del sector en sociedades por acciones y su venta parcial o total al sector privado.

Eso dio lugar a historias muy disímiles. Un poderoso sindicato de izquierda frustró la privatización de Telecom que, totalmente insolvente, tuvo que ser “regalada” a Telefónica quince años después. EMCALI, que se mantuvo y se mantiene totalmente pública, cayó en situación de quiebra de la que fue salvada por la Nación que asumió sus acreencias. Por el contrario, Bogotá realizó una privatización exitosa de sus empresas de energía y telecomunicaciones, cuando estaban casi colapsadas. ISA, escindida en dos empresas, es también un caso de privatización exitosa.   

En su momento también se planteó la venta parcial de EPM y la democratización de su propiedad. Se propuso su escisión en dos empresas, una de telecomunicaciones y otra que agrupara los demás servicios. De la primera se propuso vender el 80% del patrimonio y de la segunda el 20%, para formar con esos recursos un fondo de inversión social a disposición del Municipio de Medellín. Esta propuesta fue sometida a consideración del Concejo Municipal donde tuvo 9 votos favorables y 11 en contra.

EPM realizó un importante proceso de transformación cuyo principal componente fue la expansión de su actividad dentro y fuera de Colombia. Para manejar sus relaciones con el Municipio de Medellín se adoptó, en 2005, un Código de Gobierno Corporativo que funcionó relativamente bien hasta la llegada de Quintero Calle a la alcaldía.

Aunque ninguno llegó a los desafueros de Quintero Calle, todos los alcaldes han convertido a EPM en la “vaca lechera” del municipio de Medellín, sacándole hasta el 70% de las utilidades, a pesar de que los estatutos establecen que las transferencias ordinarias no pueden exceder el 30%.  Además, el propietario, “invita” a EPM a financiar todo tipo de obras y gastos de “inversión social”. La creciente dependencia del Municipio de las transferencias de EPM, que son más de 30% de su presupuesto, es perjudicial y riesgosa para ambas entidades.

Es poco probable que la propuesta del Departamento avance bajo la actual administración municipal. Sin embargo, es importante que se haya planteado porque permite debatir nuevamente el tema de la transformación de EPM en sociedad por acciones y la democratización de su propiedad, para establecer contrapesos reales en su dirección y para que los ciudadanos de Medellín, que compren acciones, sean sus dueños de verdad.

LGVA

Agosto de 2021

lunes, 16 de agosto de 2021

Blanca Liliana y AFINIA

 

Blanca Liliana y AFINIA

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

 

Triste y lamentable la salida de Blanca Liliana Ruiz Arroyave de la gerencia de AFINIA. Su llegada a ese cargo fue un acierto de Álvaro Guillermo Rendón quien creyó que ella, partícipe y conocedora al detalle de un plan de negocios elaborado por los mejores profesionales de EPM, era la persona más indicada para ejecutarlo. Blanca Liliana gozaba también de toda la confianza de las autoridades nacionales del sector eléctrico: Ministerio de Minas y Energía, CREG y Superintendencia de Servicios Públicos. Y no decepcionó las expectativas.

Con la inteligencia, la determinación y el entusiasmo que le conocen todos los que en EPM y en todo el sector eléctrico han trabajado con ella, emprendió su tarea y pronto, muy pronto, empezó a mostrar resultados. Se aumentó el número y la actividad de las brigadas operativas, 185 circuitos intervenidos con mejoras y adecuaciones y 10 circuitos nuevos instalados, se realizaron podas técnicas en más de ocho mil kilómetros, se lavaron más de 71.000 estructuras, 1.114 transformadores de distribución renovados, se ampliaron 7 subestaciones y se puso una nueva en operación. En unos cuantos meses se realizaron inversiones por más de 257.000 millones de pesos que beneficiaron a más de 800.000 clientes.



Esa vigorosa actividad permitió la rápida mejora en la calidad y continuidad del servicio al reducirse drásticamente la frecuencia y duración de las interrupciones y disminuir los tiempos de atención de los daños reportados. La mejora en la calidad del servicio era fundamental para que la empresa ganara legitimidad en las tareas cruciales de reducción de pérdidas negras, disminución de la cartera y recuperación del recaudo mediante las estrategias comerciales flexibles y las mejoras tecnológicas que se empezaron a aplicar.

Los sistemas de distribución-comercialización colapsan cuando caen en el círculo vicioso de mal servicio que lleva al fraude y el bajo recaudo lo cual se traduce en menores recursos para operar y mantener la red lo que deteriora aún más la calidad del servicio y lleva a más fraude y menor recaudo. Bajo el liderazgo de Blanca Liliana, AFINIA había roto ese círculo vicioso y se estaba pasando al círculo virtuoso de mejor servicio, menores pérdidas, mayor recaudo y mejor servicio.

Ciertamente es mucho lo que falta por hacer para disminuir las pérdidas, aumentar más el recaudo y reducir aún más la frecuencia y duración de las interrupciones. Muchos de los frutos de lo realizado en los 10 meses de la gerencia de Blanca Liliana se cosecharán en el segundo semestre de este año y en el primero del próximo porque entran en operación importantes obras que se están ejecutando.

Todo mundo estaba contento con esos resultados: lo estaban los usuarios, con la mejora del servicio y la pronta y cálida atención de sus requerimientos; lo estaban las autoridades locales y los líderes comunitarios con quienes se establecieron sólidas relaciones de confianza pues su concurso era fundamental para el proceso de recuperación del servicio; lo estaba el mercado eléctrico cuyos agentes volvieron a confiar en AFINIA vendiéndole energía en el mercado de largo plazo; lo estaban las autoridades nacionales del sector eléctrico – Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, Comisión de Regulación de Energía y Gas y Ministerio de Minas y Energía- que seguían con atención lo que era un proyecto de espacial importancia para el Gobierno Nacional; lo estaba la Junta Directiva de EPM, que, después de recibir la información directa de lo realizado,  aplaudió la gestión de Blanca Liliana.

La Superintendencia presentó la siguiente evaluación del primer trimestre de 2021:

“Afinia presenta un cumplimiento de metas del 94%. La obras e inversiones realizadas por la empresa entre enero y marzo de 2021 mejoraron la prestación del servicio a más de 800.000 usuarios en cuatro departamentos. En sus primeros seis meses de operaciones Afinia invirtió $ 142.488 millones en los cuatro departamentos donde opera”

Y, por último, más no de último, estaban contentos los 1.200 empleados y trabajadores quienes vieron renacer su Empresa bajo el liderazgo de Blanca Liliana que les transmitía esperanza, confianza, tranquilidad, firmeza, inteligencia, conocimiento técnico, responsabilidad y, sobre todo, humanidad. Y se lleva la gratitud y afecto de esos trabajadores porque cuando nadie daba un peso por esa compañía, Blanca Liliana creyó en ellos.  Tengo que citar uno de los cientos de mensajes que le han enviado los trabajadores que se duelen de su salida:

“Sra. Blanca Liliana, quiero confesarle una cosa: nunca ningún líder, gerente intermedio o gerente general me ha transmitido tanta esperanza y confianza como usted y, créame, con ninguno me había identificado tanto como con usted, porque si algo me terminó de confirmar los planes de Dios para con mi vida y mi familia en esta ciudad, fue cada palabra que salió de su boca y su corazón en estos diez meses”.

Especial mención merece la forma transparente como se venían ejecutando todos los proyectos y programas de la Empresa. Todas las semanas - porque todas las semanas se hacían cosas y había qué contar- los cuatro gobernadores, los alcaldes de todos los municipios y decenas de líderes recibían el informe de las acciones adelantadas por AFINIA en cada departamento.  



Pero había gente que no estaba contenta. Después del abrupto retiro de Álvaro Guillermo Rendón de la gerencia, se intensificó la hostilidad manifiesta del alcalde de Medellín y de sus alfiles enquistados en la dirección de EPM. Hicieron todo lo posible por aburrir a Blanca Liliana y hacerla renunciar. Finalmente, enfrentados a su sólida determinación, se inventaron un turbio proceso para la selección de “gerente en propiedad” de AFINIA.

A pesar de las recomendaciones que se le hicieron de no prestar su nombre en una selección que se anticipaba amañada, Blanca Liliana consintió en ello pues creía que era su deber profesional con los usuarios de AFINIA, con EPM y con las autoridades nacionales que confiaban en ella. Ya sabemos el resultado.

En reemplazo de Blanca Liliana, llega a la gerencia de AFINIA el señor Javier Lastra Fuscaldo, un hombre del mundo de la política, quien en junio de 2009 fue despojado de su investidura de concejal de Bogotá por violar el régimen de inhabilidades al ejecutar contratos, con recursos públicos, por más de 7 mil millones de pesos mientras se desempeñaba como liquidador de Adpostal. En noviembre de 2016, Lastra fue nombrado agente interventor de Electricaribe. Dos años más tarde, la recién posesionada Superintendente de Servicios Públicos Domiciliarios, Natasha Avendaño lo retira del cargo, de la forma más discreta posible y sin ninguna explicación. Ella sabrá por qué lo hizo.

Sorprende la impavidez de la Junta Directiva de EPM, las autoridades nacionales y los entes de control frente a lo que está pasando en AFINIA, en particular, y en EPM, de forma más general. Lo que pueden hacer las autoridades de las entidades territoriales con la dirección de las empresas oficiales tiene límites, definidos por al artículo 27.5 de la ley 142 de 1994 que a la letra dice:

“Las autoridades de las entidades territoriales, sin perjuicio de las competencias asignadas por la ley, garantizarán a las empresas oficiales se servicios públicos el ejercicio de su autonomía administrativa y la continuidad en la gestión gerencial que demuestre eficacia y eficiencia. No podrán anteponer a tal continuidad gerencial intereses ajenos a los de la buena prestación del servicio”

 Es dudoso que lo ocurrido de AFINIA y el carrusel en el que se ha convertido la gerencia de EPM, se ajusten remotamente a la letra y al espíritu de esa norma. En fin, cada cual en su conciencia es el mejor juez del cumplimiento de sus responsabilidades.

En cualquier caso, Blanca Liliana cumplió con las suyas hasta el último momento, con un elevado costo emocional y de su propia salud. Esto lo reconocen sus pares profesionales de EPM y todo el sector eléctrico que saben valorar su gestión y que hoy la ven salir con una grandeza en la que no hacen mella las infames componendas a las que se vió sometida.

Felicitaciones por lo realizado y mucha suerte en las cosas buenas que harás por el sector eléctrico, por EPM y por el País donde quiera que te coloque el destino. ¡Adelante Monita!

LGVA

Agosto de 2021.