La
historia mínima de Colombia de Jorge Orlando Melo
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
“La mirada de conjunto a Colombia desde la
Independencia permite ver un desarrollo económico rápido y mejoras notables de
las condiciones de vida de la población, en especial después de 1850. Esto fue
obra sobre todo de los ciudadanos: el estado no tuvo mucho peso hasta 1920 y
desde entonces su aporte principal ha sido ofrecer un ambiente estable para la
inversión y la producción: una política económica tranquila y sin sueños
grandiosos ni esfuerzos populistas” (Jorge Orlando Melo, Historia mínima de
Colombia, página 321)
Jorge Orlando Melo Gonzalez nos
ha regalado un bello y oportuno libro, escrito con esa sabiduría, serenidad y
cariño que solo pueden dar años de estudio y reflexión. Son poco más de trescientas páginas, en
formato pequeño y letra de buen tamaño, que se leen de un tirón. Además de su
brevedad, se caracteriza también el libro por una bibliografía igualmente
mínima y la ausencia total de citas y notas de pie de página, lujo que se puede
dar alguien quien como él se ha ganado merecida reputación y que no
pretende decir nada novedoso pero si
aportar una reflexión sobre lo que él mismo y otros historiadores de su generación
han dicho y repetido sobre la historia de nuestro País.
Melo pertenece, en efecto, a
la generación de historiadores - muchos de ellos alumnos directos de Jaime
Jaramillo Uribe, probablemente el primer historiador profesional de Colombia - que por allá en los años 70 del siglo pasado
irrumpieron con lo que entonces se llamó la “Nueva historia de Colombia”. La
novedad de esa “nueva historia” radicó tanto en la incorporación de nuevos
temas – economía, principalmente, pero también arquitectura, literatura, arte,
salud, costumbres, educación y todos los ámbitos en los que se expresa la vida
social - y en el tratamiento más riguroso de los mismos haciendo un uso más
amplio y sistemático de los archivos y demás fuentes primarias de
investigación. Hasta entonces la historia se identificaba con la narración
cronológica de hechos políticos y militares y la descripción de los gobiernos
que se han sucedido, en la forma en que lo hicieran Don Jesús María Henao y Don
Gerardo Arrubla. Jaramillo Uribe tiene
el mérito de haber traído a Colombia esa orientación de la investigación
histórica, iniciada en Francia por Lucien Febvre y Marc Bloch con su célebre
revista “Anales de historia económica y social”.
La generación de Melo – de
la que hacen parte Margarita Gonzalez Álvaro Tirado, Hermes Tovar, Germán
Colmenares y otros más- tuvo y tiene aún
una gran influencia en la vida del País. Bajo esa influencia fue expulsada de los
programas escolares, donde había reinado de forma casi indiscutida en versiones
abreviadas durante más de 50 años, la
entrañable obra de Henao y Arrubla para ser sustituida por versiones
simplificadas y caricaturescas de los trabajos de Melo y sus compañeros de
generación, versiones que contribuyeron la formar la visión que de la historia
del País tienen la mayoría de los colombianos. La otra contribución vino de
muchos periodistas e intelectuales que,
ignorantes de sutilezas y matices, la propagaron en sus escritos.
Melo reconoce ese hecho
cuando escribe: “La complicada historia de Colombia en el siglo XX dejó la
impresión de que, bajo el control de una oligarquía estrecha y con un sistema
político restrictivo, la sociedad y la cultura tuvieron un largo estancamiento”[1]. Esa es ciertamente la
visión que de la historia del País tiene buena parte de los colombianos, pero
ello no es el resultado de la “complicada historia” sino más bien de la visión
simplificada que de ella han transmitido los epígonos de los “nuevos
historiadores”, aunque a todos ellos y al propio Melo les cabe algo de responsabilidad.
El hecho es que buena parte
de los colombianos tiene “la impresión” de la que habla Melo, que es una visión
negativa y pesimista de la historia del País. Esto no sería demasiado grave si
no fuera porque, como lo señalara Hayek, “ha existido siempre una relación
mutua entre las convicciones políticas y las opiniones sobre los
acontecimientos históricos”[2]. Y esto es grave cuando esas opiniones no resultan de un cabal entendimiento de los hechos del pasado sino que son más
bien mitos como el de la “oligarquía estrecha y el sistema político
restrictivo”, que de tanto repetirse parecen ciertos y a partir de los cuales se desarrollan las convicciones políticas redentoristas
y populistas.
Por eso es que el libro de
Melo es muy oportuno en la coyuntura actual porque al mito histórico de una
sociedad estancada por obra y gracia de la oligarquía estrecha, que da sustento
al discurso populista, opone una
realidad compleja que sintetiza de esta forma:
“…durante
el siglo pasado hubo inmensos cambios, con logros y frustraciones, períodos de
progreso y retroceso. Algunos fueron el resultado de políticas públicas más o menos ordenadas, como la expansión de
la educación, pero la mayoría fueron el producto de la actividad de a veces
caótica de la sociedad, o de trabajadores, empresarios e intelectuales que
ayudaron adoptar en forma eficaz la ciencia y la tecnología avanzadas y
promovieron, consciente o como consecuencia involuntaria de sus empeños
personales, el siempre deseado progreso” [3]
Son muchas las cosas
interesantes que se podrían citar del libro de Melo cuya lectura recomiendo con
entusiasmo por su aporte a un mejor entendimiento de nuestra historia y,
además, porque, en la coyuntura actual,
puede contribuir a desvirtuar el populismo rampante que invade la política
colombiana.
LGVA
Abril de 2018.
[1]
Melo, J.O (2017). Historia mínima de
Colombia. Turner Publicaciones y Colegio de México. Madrid. Página 283.
[2]
Hayek, F.V. Obras completas Volumen III.
La tendencia del pensamiento económico.
Unión Editorial Madrid 1991. Capítulo IV. “Historia y Política”.
Página 53.
[3]
Melo, J.O. Op. Cit. Página 283.
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