Pensamiento Económico II – Lección V
Teoría neo-clásica del dinero, el interés y los
precios
(Irving Fisher y Knut Wicksell)
Economista, Docente Universidad EAFIT
I.
Introducción
La teoría
económica moderna de le presenta dividida en dos grandes campos: la microeconomía
y la macroeconomía. La primera se ocupa de la formación de los precios
relativos y de la asignación de los recursos productivos en los diferentes
usos; la segunda trata de los determinantes del nivel agregado de producción.
La distinción procede de Keynes:
“La división de la economía en teoría del valor y la
distribución por una parte y teoría del dinero por la otra es, en mi opinión,
una separación falsa. Sugiero que la dicotomía correcta es entre la teoría de
la industria o firma individual y las remuneraciones y distribución de una
cantidad dada de recursos entre
diversos usos, por una parte, y la teoría de la producción y la ocupación en conjunto, por la otra”[1]
El de la microeconomía
es un mundo sin dinero: la asignación de los recursos y la distribución del
producto o remuneración de factores se hace bajo el supuesto de que el dinero
no ejerce ninguna influencia en la formación de los precios relativos. El
dinero aparece en la macroeconomía. Pero allí también se supone que el dinero
no ejerce o no debería ejercer ninguna influencia en la determinación del nivel
agregado de producción y empleo. Veamos como presenta las cosas uno de los
manuales de macroeconomía más populares, el del profesor Mankiw, de la
Universidad de Harvard:
“Ya tenemos una teoría para explicar los
determinantes de nivel general de precios de la economía. Esta teoría tiene
tres elementos: 1. Los factores de producción y la función de producción
determinan el nivel de producción Y; 2. La oferta monetaria M, determina el valor
nominal de la producción PY. Esta conclusión se desprende de la ecuación
cuantitativa y del supuesto de que la velocidad del dinero se mantiene fija; 3.
El nivel de precios, P, es el cociente entre el valor nominal de la producción,
PY, y el nivel de producción, Y. En
otras palabras, la capacidad productiva de la economía determina el PIB real;
la cantidad de dinero determina el PIB nominal; y el deflactor del PIB es el
cociente entre el PIB nominal y el real. Esta teoría explica lo que ocurre
cuando el banco central altera la oferta monetaria. Como la velocidad se
mantiene fija, cualquier variación de la oferta monetaria provoca una variación
proporcional del PIB nominal. Como los factores de producción y la función de
producción ya han determinado el PIB real, la variación del PIB nominal debe
representar una variación del nivel de precios. Por lo tanto, la teoría
cuantitativa implica que el nivel de precios es proporcional a la oferta
monetaria. Como la tasa de inflación es la variación porcentual del nivel de
precios, esta teoría del nivel de precios es también una teoría de la tasa de
inflación (…) Por consiguiente, la teoría cuantitativa establece que el banco
central, que controla la oferta monetaria, tiene el control último de la tasa
de inflación. Si el banco central mantiene estable la oferta monetaria, el
nivel de precios se mantiene estable. Si eleva rápidamente la oferta monetaria,
el nivel de precios sube rápidamente”[2]
Esta teoría debe
resultar un poco desconcertante para el estudiante de economía al cual se le
habla al mismo tiempo de que la política monetaria, es decir, las variaciones
en la cantidad de dinero operadas por el banco central, afectan la tasa de
interés y por esta vía la demanda de inversión y consumo y por tanto el nivel
de producción. Es decir, al menos en el corto plazo y bajo determinadas
circunstancias, la moneda puede ejercer alguna influencia en la determinación
del nivel y la composición de la producción. El objeto de la teoría monetaria
es establece las condiciones bajo las cuales el dinero es o no neutral. El
objetivo de la política monetaria es el de gestionar las variaciones en la
cantidad de dinero de forma tal que se minimicen las perturbaciones que puede
ejercer sobre el sector real.
Después de haber
examinado en las lecciones anteriores las contribuciones de Marshall y Walras
que están en la base de los dos grandes enfoques de la microeconomía moderna -
el de equilibrio parcial, asociado a Marshall, y el de equilibrio general,
asociado a Walras- vamos a estudiar en esta parte la génesis de buena parte de
las ideas centrales de la teoría monetaria moderna a partir de las
contribuciones de un par de economistas especialmente representativos: el
norteamericano Irving Fischer y el sueco Knut Wicksell. Pero antes de examinar
las contribuciones de estos autores, es conveniente presentar algunos elementos
de teoría monetaria básica.
II.
Dinero
y formas monetarias.
En economía el
dinero se define por sus funciones[3].
Es dinero todo aquello que sea a la vez medio general de cambio o pago, medida
de valor o unidad de cuenta y reserva o depósito de valor. De esas tres
funciones la definitiva es la de ser medio general de cambio. Podemos medir el
valor en unidades de trabajo o en unidades de cualquier bien. Ser reserva de
valor es un atributo general a todos los bienes o cualquier título
representativo de propiedad sobre ellos. Una acción o un bono son reserva de
valor, pero esto no los convierte en dinero. El atributo necesario para que algo
sea dinero es sea dinero es su aceptabilidad general en los intercambios en
unas circunstancia sociales e históricas determinadas.
Esta última
frase nos lleva a un punto fundamental: el dinero es un fenómeno social. No en
todas las sociedades o formas de organización económica existe el dinero. Así
mismo, una cosa que funciona como dinero en una sociedad puede no serlo en otra
o en una época histórica diferente de la misma. Esto nos lleva a una nueva
noción, ligada aunque distinta al concepto abstracto de dinero: la de forma
monetaria.
Brevemente dicho
las formas monetarias son aquellos objetos que en virtud de la convención
social funcionan o han funcionado como dinero. En los textos de historia del
dinero[4] o
en los trabajos de los antropólogos se encuentra un abigarrado catálogo de
objetos que en algún momento de la historia o en diferentes sociedades
funcionaron como dinero. Se habla de pieles, conchas, ganado, etc. La característica común a todas esas cosas que
en alguna circunstancia histórica funcionaron como dinero es el hecho de que
por alguna razón u otra, percibida por los individuos que comercian, su
capacidad de intercambiarse por otras mercancías era mayor que la de las demás.
Carl Menger habla de capacidad de venta o de mercancías más vendibles.
Modernamente se da a este atributo el nombre de liquidez. Volveremos sobre este
concepto. Veamos un par de textos de Menger:
“El interés económico de cada uno de los agentes de
la economía les induce, pues, cuando alcanzan un mayor conocimiento de sus
ventajas individuales, a intercambiar sus mercancías por otras, incluso aunque
esta últimas no satisfagan de forma inmediata su finalidad se uso directo. Y
ello sin previos acuerdos, ni presión legislativa e incluso sin prestar
atención al interés público. Ocurre de este modo, bajo el poderoso influjo de
la costumbre, presente por doquier a medida que aumenta la cultura económica,
que un cierto número de bines, que son siempre los que, en razón de tiempo y
lugar, mayor capacidad de venta poseen, son siempre aceptados por todos en las
operaciones de intercambio y pueden intercambiarse a su vez por otras
mercancías”[5]
“El origen del dinero es, como hemos visto, del todo
natural y, por consiguiente, sólo en muy contados casos puede atribuirse a
influencias legislativas. El dinero no es una invención estatal ni el producto
de un acto del legislador. La sanción o aprobación por parte de la autoridad
es, pues, un factor ajeno al concepto del dinero. El hecho de que unas
determinadas mercancías alcancen la categoría de dinero surge espontáneamente
de las relaciones económicas existentes, sin que sea precisas medidas estatales”[6]
Llegados a este
punto hay que referirse a la manera en que los metales nobles, el oro y la
plata, llegan a convertirse en la forma monetaria o en la forma de dinero más
reconocida en a lo largo de la historia universal.
“El oro y la
plata no son dinero por naturaleza, pero el dinero es, por naturaleza, oro y
plata”[7],
escribe Marx. Esta idea se encuentra en la obra de muchas economistas de todas
las épocas y todos los países. En el siglo XVIII, Ferdinand Galiani señala que
la utilización de los metales preciosos como moneda “no resultó de una elección
libre y caprichosa, sino de una necesidad relacionada con la naturaleza misma
de los metales y con los requisitos de la moneda”[8]. Finalmente, Menger, tan lejano en el tiempo de
Galiani como lejano en la teoría de Marx, se expresa de manera similar: “De la
precedente exposición de la naturaleza y origen del dinero se desprende
claramente que, en las circunstancias normales de las relaciones comerciales de
los pueblos civilizados, los metales nobles se convierten, de manera natural,
en dinero económico”[9]
¿Cuáles son pues
esos atributos naturales de los metales preciosos que los convierten naturalmente
en dinero?
·
Divisibilidad en
alícuotas partes sin pérdida de valor.
·
Elevado valor por unidad
de volumen o peso determinado por su escasez relativa.
·
Durabilidad pues el
paso del tiempo no menoscaba sus atributos físicos.
Hoy entendemos
que el dinero no es ni debe ser necesariamente una mercancía. Sin embargo, los
atributos señalados de los metales preciosos corresponden a las características
que definen el concepto abstracto del dinero y a las que en circunstancias
normales debe tener el dinero fiduciario que es la forma predominante del
dinero en el mundo moderno.
Un paso adelante
en esta historia es la aparición de la acuñación. La utilización de los metales
preciosos con fines monetarios no está libre de inconvenientes. Aunque menos
problemático que el ganado, los metales preciosos son engorrosos de transportar,
pesar, dividir y comprobar su autenticidad y grado de pureza. Esa idea se encuentra en muchos autores. Veamos como
la expresa Menger:
“De entre estos inconvenientes que se derivan de la
utilización de los metales nobles con fines dinerarios se destacan como los más
importantes los debidos a la difícil comprobación de su autenticidad y de su
grado de pureza y a la necesidad de dividir estos duros metales en las piezas
correspondientes a las transacciones. Son dificultades que no pueden eliminarse
sin pérdida de tiempo y sin sacrificios económicos”[10].
La acuñación
parece ser algo muy antiguo. Según el historiador griego Heródoto esta
innovación es obra de Creso, rey de Lidia, hacia finales del siglo VIII antes
de J.C[11]. En
cualquier caso con la acuñación se resuelven indicados pero, como veremos,
aparecerán otros. Volvamos a Menger.
“La significación para la economía de las monedas
acuñadas radica, pues, en que (prescindiendo de la operación mecánica de la
división del metal noble en las cantidades requeridas) cuando las recibimos no
tenemos que comprobar su autenticidad, pureza y peso y cuando las damos también
nos ahorramos esta comprobación”[12]
Aquí aparece un concepto
que es fundamental para el entendimiento de la moneda en todas sus formas:
confianza. El que los agentes crean que la moneda acuñada elimina todos los inconvenientes
señalados depende de la confianza en la honestidad del acuñador. Frente a esto,
Menger deposita su confianza en el gobierno:
“Es de todo punto evidente que quien mejor puede
garantizar el peso y la pureza de las monedas acuñadas es el Estado, porque
todos le conocen y reconocen y, al mismo tiempo, tiene el poder de amedrentar y
castigar a los infractores. De ahí que los gobiernos hayan asumido casi siempre
el deber de acuñar las monedas necesarias para el comercio”[13]
Con la acuñación
los estados asumen el control de la moneda. Desde los romanos todos los estados
– grandes y pequeños – emplearan en su provecho el poder de acuñación. Las
discusiones monetarias sobre la circulación metálica tienen que ver con las
alteraciones en las monedas acuñadas – los cambios subrepticios en su peso y
ley – y las consecuencias de ello sobre la actividad económica.
La cuestión es
relativamente simple de explicar. Una moneda de cierta denominación, digamos la
libra, está definida por cierta cantidad de metal noble combinado en
determinadas proporciones. Una libra es, por ejemplo, una moneda de 20 gramos
de peso de ley 900. La ley de la moneda es la porción del metal noble en el
peso total. Con 200 gramos pueden acuñarse 11 libras. El acuñador o la casa de
moneda, que será una dependencia del gobierno, se queda con una de ellas y
entrega las otras 10 al dueño del metal. El cobro por la acuñación se denomina
el señoreaje y en el ejemplo equivale a la onceava moneda.
En el curso de
la historia los gobiernos se fueron reservando el derecho de acuñación dentro
de su territorio. Con frecuencia los gobernantes venales alteraban el peso o la
ley de las monedas acuñadas para aumentar de esta forma sus ingresos. Este
subterfugio tenía un efecto temporal pues con mayor o menor rapidez el mercado
se percataba del dolo y la moneda alterada perdía valor: en el mercado interno
disminuía su poder adquisitivo y se devaluaba con relación a las monedas de
otros países.
La acuñación
eliminaba los inconvenientes del uso de los metales en lingotes o el polvo.
Pero de ella resultarán otros problemas. Galbraith los resume de la siguiente
forma:
“La acuñación de monedas era sumamente práctica.
Pero era también una invitación a grandes fraudes públicos y pequeños fraudes
privados. Los gobernantes pródigos o faltos de recursos – que en aquellos
tiempos constituyeron una clara mayoría – comprendían a menudo que podían
reducir la cantidad de metal en sus monedas o confeccionarlas de calidad
inferior, con la esperanza de que nadie lo advertiría, al menos en breve plazo.
Así, podía comprarse lo mismo con una cantidad menor de oro o de plata, o podía
comprarse más con una cantidad igual. También ocurría que los empresarios
privados, después de cerrar un trato, recortaban o limaban unos miligramos de
metal de las monedas con que se había concertado el pago. Esto, con el tiempo,
producía un agradable aumento marginal de los beneficios. La falsificación fue
también un invento antiguo. Ya en el año 540 antes de J. C. se dice que
Polícrates de Samos estafó a los espartanos con monedas de oro falsas. Con el
transcurso del tiempo, y según las necesidades de los gobernantes, su capacidad
de resistir la tentación – que solía ser modesta – y el desarrollo privado de
las artes defraudatorias, la moneda tendió caso invariablemente a empeorar
(...) En el mundo antiguo y medieval, las monedas de diferentes jurisdicciones
convergían en las ciudades comerciales más importantes. Si existía la
predisposición a aceptar moneda bajo palabra, se pagaba indefectiblemente con
dinero malo y se retenía el bueno. Esta circunstancia dio origen, en 1588, a la
máxima de Sir Thomas Gresham, previamente formulada por Oresmo y Copérnico, y
reflejada en la acumulación secreta del buen dinero romano, según la cual la
moneda mala expulsa siempre la buena”[14].
Ya en la Edad
Media al lado de la circulación metálica se desarrolló una activa y amplia
circulación de letras de cambio emitidas por agentes privados, entre los que se
destacaron los orfebres lombardos. En las principales ciudades de Europa
estaban establecidos orfebres o banqueros que tenían vínculos comerciales y
financieros entre ellos. Un comerciante florentino que necesitaba realizar
compras en Londres, en lugar de viajar cargado de monedas, exponiéndose a los
salteadores de caminos, se presentaba ante un orfebre de Florencia al que
entregaba su metálico a cambio del cual éste le libraba una letra pagadera en
Londres por su corresponsal. Así, el comerciante hacía el viaje entre las dos
ciudades, al llegar a Londres redimía su letra y realizaba sus transacciones.
Es fácil imaginar, dada la confianza que inspiraba el emisor, que las letras
circularan entre los comerciantes y banqueros durante mucho tiempo y en
diversas transacciones antes de su redención efectiva. También podía ocurrir
que nunca se redimieran y que se compensaran en las cuentas de los banqueros.
En algún momento las letras empezaron a expedirse al portador y circulaban como
efectivo al igual que las monedas. De esta forma va apareciendo el billete de
banco.
Como ha señalado
Galbraith, el proceso de creación de dinero por los bancos “es tan simple que
repugna a la mente”[15].
La clave de todo está en que los depositantes del efectivo metálico a cambio
del cual reciben los certificados de depósito, las letras y, finalmente, los
billetes de banco no se presentan todos al mismo tiempo a reclamar el oro o las
monedas depositadas. La práctica les enseñará pronto a los banqueros que para
atender el flujo de retiros basta tener en caja en dinero oro o monedas sólo
una fracción del monto total de billetes o certificados emitidos. Así, un
banquero que ha recibido un depósito de 100 emite a favor del depositante
certificados o billetes por ese monto. En esa operación el metálico es
reemplazado en la circulación por los billetes. Supongamos ahora que un
comerciante solicita un préstamo de 100 al banquero. Éste le entrega sus
propios billetes y registra en su contabilidad una cuenta por cobrar en tanto
que el comerciante registra una cuenta por pagar. Los billetes son un activo
para el comerciante y un pasivo del banco. Y así sucesivamente el banco crea
dinero de la nada. El limite a la capacidad de creación de dinero está impuesto
por el monto de dinero metálico que el banquero sabe que debe tener para
atender el flujo de retiros. En el ejemplo, el banquero mantiene en reserva
metálica un 20% de los billetes emitidos. La creación monetaria moderna
funciona de la misma forma con la única diferencia de que la reserva está
constituida no por metálico sino por dinero del banco central: efectivo o
depósitos.
Los primeros
bancos de emisión fueron bancos privados[16].
La aparición de los bancos estatales de emisión y del consiguiente monopolio de
los gobiernos es un fenómeno del siglo XIX y aún del siglo XX[17].
Llegados a este
punto, podemos resumir la pseudo-historia de la evolución de las formas
monetarias. La historia de las formas monetarias es la historia de las
desmaterialización del dinero.
Etapa 1. El
trueque. Partimos de un mundo del trueque o donde todas las mercancías son
moneda. Dice Robert Clower: “una mercancía-moneda es (...) cualquier mercancía que
puede intercambiarse directamente con todas las demás mercancías. De lo cual
resulta que una economía de trueque es una economía en la cual todas las
mercancías son mercancía-moneda”[18].
Etapa 2. Los
inconvenientes del trueque y la aparición de mercancías-moneda. La doble
coincidencia de necesidades es el principal inconveniente del trueque. También
hay costos de transacción. El desarrollo de los intercambios lleva a la
aparición de bienes que no se demandan por sí mismos sino como intermediarios
en el intercambio. Ciertas mercancías se destacan de las demás y se convierten
en moneda a medida que se generaliza su aceptación en los intercambios.
Etapa 3. El oro
y la plata se destacan como las mercancías más aptas para servir de moneda. Los
inconvenientes del uso de los metales en trozos, lingotes o polvo dan lugar a
la aparición de la acuñación.
Etapa 4. La
acuñación permite superar ciertos inconvenientes, para da lugar al surgimiento
de otros problemas. Con la acuñación empieza el proceso de desmaterialización
del dinero. El valor del dinero se desprende progresivamente del valor del
material del que está hecho.
Etapa 5.
Aparición del dinero semi-fiduciario. La
conexión entre el valor de la materia – monedas de oro y plata - y el valor de
los títulos representativos (letras, certificados de depósito, billetes)
disminuye progresivamente. Se mantiene el vínculo característico del patrón
oro. En esta etapa se produce la estatización del dinero. La exigencias del
patrón oro imponen cierto límite a la creación monetaria. De todas formas la
oferta monetaria es elástica y en gran medida exógena. Este es el régimen
monetario en al que se asocian los análisis de Wicksell y Fisher.
Etapa 6. La moneda
fiduciaria moderna es una creación de los estados. Con la desaparición del
patrón oro en los años 30 y la supresión de la convertibilidad del dólar en
1971, despareció todo vínculo entre la mercancía-moneda oro y la moneda. La
moneda se hizo completamente fiduciaria. Otros rasgo de esta época es el
monopolio estatal de la emisión de la moneda primaria y el control de la
emisión secundaria. La moneda está conformada por las especies puestas en
circulación por el banco central (billetes y monedas) y por los depósitos de
los particulares en los bancos comerciales. Estos depósitos son simples
registros contables que se trasladan de un cliente a otro por mandato de su
propietario mediante un cheque, una orden de pago o un traslado
electrónico.
Etapa 7.
Desnacionalización del dinero. El dinero no siempre ha sido una creación de los
estados. El monopolio de la emisión por los estados nacionales es un fenómeno
histórico reciente. Los bancos nacionales son una creación del siglo XIX y en
muchos países, Colombia entre ellos, del siglo XX. Se están registrando cambios
importantes que indican el surgimiento de nuevas formas de organización
monetaria. En 2000 apareció el Euro, una moneda supranacional cuya aparición
supuso la desaparición de las monedas nacionales de varios países de Europa.
También se ha dado el caso de países – como Ecuador y Panamá – que adoptan como
moneda propia la moneda creada en otros países. En fin, en 2008 apareció un
sistema descentralizado de transacciones electrónicas que tiene una unidad
monetaria denominada el bitcoin.
III.
Dicotomía,
integración y neutralidad.
La teoría
clásica y la teoría neo-clásica comparten una característica fundamental. En un
y otra los precios relativos, las cantidades producidas y demandadas de todos
los bienes y las cantidades demandadas y empleadas de los diversos servicios
productivos (y por lo tanto los ingresos de sus propietarios) se determinan en
términos del análisis real, es decir, en una economía en la que no existe
moneda. En un segundo momento del análisis se introduce o integra la moneda y
se determinan las variables nominales: los precios monetarios y la tasa de
interés monetaria o nominal y la tasa de cambio, es decir, la relación de
cambio de una moneda nacional por otra.
La separación
entre el sector real y el sector monetario recibe el nombre de dicotomía. Por
perfecto y riguroso que sea el modelo de economía real no puede eludir el hecho
de que exista la moneda, es decir, el hecho de que las economías concretas son
economía monetarias. El hecho de que precios observables son monetarios y las
transacciones se realizan en dinero. El análisis económico debe dar cuenta de
la formación de esos precios monetarios o, de lo que es lo mismo, de la
formación del poder adquisitivo de la moneda. Esto es lo que se denomina
integración de la moneda. La integración de la moneda no es otra cosa que
explicar el valor de la moneda a partir de las acciones de los agentes económicos.
El problema no es trivial, especialmente cuando se trata de una moneda
fiduciaria.
Una moneda
mercancía, como el oro y la plata, tiene utilidad en su condición de mercancía
y su producción supone un esfuerzo, es costosa. Eso significa que, en
principio, el valor de la moneda mercancía obedece a las mismas reglas de todas
las demás mercancías. Con la moneda
fiduciaria el asunto es más complejo. De una parte no es mercancía, es decir,
no es algo que tenga una utilidad propia. De la otra, su costo de producción no
guarda relación alguna con su valor nominal – el costo de un billete de un
dólar es el mismo que el de uno de cien – y es tan bajo que podemos asumir que
es inexistente. Por ello la moneda fiduciaria es refractaria al análisis del
valor en términos de utilidad o dificultad de producción. Sin embargo, es
evidente que la moneda tiene un precio positivo, su poder de compra. El
problema de la integración consiste entonces en explicar el precio positivo de
la moneda a partir de la conducta de los agentes económicos.
Ahora bien, si
para determinar las variables reales pudo prescindirse de la moneda es preciso,
lógicamente, que la integración de la moneda no modifique esas variables
reales. En efecto, si la integración de la moneda las altera los precios
relativos es claro que el análisis en términos reales carece de todo sentido.
La dicotomía análisis real – análisis monetario exige, lógicamente, que la
moneda sea neutral. No importa cuál sea la teoría del valor subyacente. Si el
precio de la mercancía i en términos de la mercancía j es igual a γ en el mundo
sin moneda; esa relación de intercambio debe mantenerse una vez que la moneda
se incorpora en el análisis. Esto es lo que se denomina neutralidad de la
moneda.
Gráfica 1
MV
= PY
La producción
real Y está determinada por fuerzas reales: la función de producción y las
dotaciones de capital y trabajo. La velocidad de circulación V es una variable
institucional: costumbres de pago de la economía, grado de bancarización, etc. Así
las cosas, dadas Y y V, es evidente que si M varía P debe hacerlo en la misma
proporción. Pero este no es el final sino el principio de la historia, como la
expresa Wicksell:
“Que una cantidad grande o pequeña de dinero puedan
asegurar el desarrollo del mismo nivel de actividad si el precio de los bienes
se eleva o se reduce proporcionalmente a esa cantidad es una cosa. Otra cosa es
mostrar por qué tal cambio en los precios debe seguir siempre a un cambio en la
cantidad de dinero y describir cómo se produce eso”[20]
Con el dinero se
compran bienes. Cuando cambia la cantidad de dinero disponible en la economía,
es preciso, para que se modifiquen los precios, que cambie la demanda de
bienes. El meollo de la cuestión radica en entender por qué a un cambio en la
cantidad de dinero le sigue necesariamente un cambio en la demanda de bienes. Veamos
la forma como Wicksell formula esta cuestión:
“Supongamos que por una u otra razón aumentan los
precios de las mercancías mientras que permanecer invariables los stocks de
dinero, o que le stock de dinero disminuye mientras los precios permanecen
temporalmente invariables. La liquidez de caja se mostrará gradualmente como
demasiado pequeña en relación con el nuevo nivel de precios (...) Por tanto, se
intenta aumentar la liquidez. Ello sólo puede hacerse – dejando por ahora de
lado la posibilidad de pedir préstamos, etc. – reduciendo la demanda de bienes
y servicios o aumentando la oferta de los propios bienes o mediante ambos
procedimientos. Lo mismo sucede a todos los poseedores y consumidores de
bienes. Pero, en realidad, nadie logrará alcanzar su objetivo, ya que la suma
de caja líquida de los individuos viene limitada por el stock disponible de
dinero o, mejor, es igual a él. Por otra parte, la disminución de general de la
demanda y el aumento de la oferta de bienes llevarán necesariamente a un
descenso continuo de los precios que cesará sólo cuando los precios hayan
alcanzado un nivel al que la liquidez de caja se considere adecuada”[21]
Cada agente
mantiene en caja una cantidad de dinero que considera adecuada dados unos
precios y un nivel de transacciones.
Cuando se produce un cambio exógeno en el stock de dinero o en los
precios, la cantidad de dinero que mantiene cada agente deja de ser la adecuada.
En consecuencia, trata de restablecer esa cantidad y sólo puede hacerlo
reduciendo su demanda de bienes o servicios o aumentado su oferta. Como todos
los agentes actúan de la misma forma, se desencadena un descenso continuo de
los preciso que sólo se detiene cuando la liquidez de caja alcance nuevamente
el nivel que los agentes consideran adecuado.
La gráfica 2 esquematiza
el planteamiento.
Gráfica 2
El agente
económico (i) recibe de dinero cuando vende bienes y servicios y entrega dinero
cuando los compra. Dados el patrón de pagos y su ingreso o nivel de transacciones,
para cada conjunto de precios (Pi) habrá una cantidad de dinero (Mi) que el
agente estima conveniente mantener en caja, esa es su encaje nominal o demanda
nominal de dinero. Su encaje real o demanda real de dinero es esa demanda
nominal con relación al volumen total de transacción que el agente realiza:
Mi/PiTi
= Ki.
Cada agente
tiene una demanda real K. Vamos a profundizar en este punto. Tomemos la
situación representada en la gráfica 3. Al principio del período, el mes, el
agente-consumidor recibe 100 por la venta de sus servicios productivos. A lo
largo del mes realiza pagos por compra de bienes y servicios hasta agotar su
ingreso. Los pagos que realiza el agente-consumidor son el ingreso del
agente-empresa. A media que el saldo monetario del agente consumidor se agota
se aumenta el saldo monetario del agente empresa. La cantidad total de dinero
circulando en esta economía es M = 100.
El valor total
de las transacciones es de 200. En efecto, la empresa paga al consumidor 100
por la venta de servicios productivos y estos pagan a la empresa 100 cuando
adquieren bienes de consumo. Por tanto: PT = 200.
Por otra parte,
al principio del período el agente consumidor tiene 100 de dinero y al final 0.
Por tanto su saldo medio es de 50. El agente empresa al principio del período
tiene 0 y al final tiene 100. Por tanto su saldo medio es 50. El saldo nominal
medio o encaje nominal de ambos agentes es 100.
La demanda real
de dinero del consumidor es la relación entre su saldo nominal (50) y el ingreso
monetario que recibe (100). Por tanto, su demanda real es Kc = 0,5.
La demanda real
de dinero de la empresa es la relación entre su saldo nominal y el ingreso monetario
que recibe. Por tanto, su demanda real es Ke = 0,5.
La demanda real
de dinero de ambos agentes es la relación entre la suma de los saldos nominales
de ambos (100) y la suma del ingreso nominal de ambos, que equivale al total de
transacciones de la economía (200). Por tanto K = 0,5.
Así, podemos
resumir las cosas de esta forma:
Llamaremos
oferta monetaria a la cantidad de dinero circulando en la economía: Mo = 100. Mo
es una variable exógena:
Llamaremos
demanda de dinero el encaje nominal de ambos agentes: Md = 100. La demanda real
de dinero es la relación entre el encaje nominal y el volumen total de
transacciones. En el ejemplo, K = 0,5.
Por tanto se
puede escribir las siguientes ecuaciones:
Mo
= KPT ó Mo/PT = K
Ya podemos
interpretarla como una condición de equilibrio. Lo cual significa que si Mo/PT
es mayor o menor que K, se desencadenan reacciones que tienden a restablecer la
igualdad. ¿Qué clase de reacciones? Naturalmente, reacciones de mercado,
reacciones de oferta y demanda.
Gráfico 3
Antes de
examinar con detalle el funcionamiento del efecto de encaje o saldo monetario,
es conveniente, para fijar ideas examinar el funcionamiento de la economía de
dos agentes suponiendo que modificamos la cantidad de dinero disponible y el
patrón de pagos y gastos. Esto se presenta en la gráfica 4. La economía sigue
teniendo un volumen total de transacciones PT = 200. Ahora el agente consumidor
recibe su pago quincenalmente y como antes lo gasta uniformemente a lo largo de
la quincena. Al mismo tiempo el agente empresario reconstruye su encaje. En
estas condiciones es claro que el encaje nominal medio de cada uno de los agentes
de 25 unidades monetarias, el encaje real es 0,25 de las transacciones y la
velocidad de circulación es 4. La cantidad de dinero requerida se reduce a la
mitad: Mo = 50. Si el período de pago es semanal el saldo nominal y el saldo
real requerido se reduce a la mitad, la velocidad de circulación se duplica y
la cantidad requerida de dinero es la mitad: Mo = 25. Todo ello para un mismo
nivel de actividad económica.
Gráfico 4
IV.
El
efecto encaje real.
Los agentes
desean mantener un cierto nivel de liquidez; un encaje nominal que, dados el
patrón de pagos y el nivel de actividad, guarda relación con el nivel de
precios. Es el encaje real. La demanda de dinero de los agentes es el encaje
medio que mantienen. A partir de Keynes la literatura de teoría monetaria
considera tres motivos para demandar dinero o mantener encaje de dinero: motivo
transacciones, motivo precaución y motivo especulación o liquidez. La demanda
por transacciones resulta del conocimiento que los individuos tienen de las
entradas y salidas de dinero asociadas a su actividad económica – compras,
ventas, créditos, etc. - en un período de tiempo. La demanda por precaución es
aquella que se hace para atender pagos que sin hacer parte del giro habitual de
la actividad pueden presentarse eventualmente: una oportunidad de compra o la
atención de una calamidad. Finalmente, la demanda especulativa es que la que se
hace para aprovechar una oportunidad de inversión pueda presentarse. Las dos
primeras demandas están asociadas al nivel de transacciones. La segunda al
costo de oportunidad de tener un activo no rentable, el dinero, en lugar de uno
rentable, un bono del gobierno o de una particular. Ese costo de oportunidad es
el interés que se deja de recibir.
Cuando por
cualquier razón – típicamente un cambio en la cantidad de dinero o en los
precios monetarios – el saldo monetario real aumenta o disminuye con relación
al nivel que el individuo considera conveniente; éste tratará de ajustarlo y
eso sólo puede hacerlo comprando menos o vendiendo más o adquiriendo un crédito
o realizando un préstamo. Es decir, el esfuerzo del individuo por ajustar su
encaje o, lo que es lo mismo, los cambios en su demanda de dinero, se traducen
necesariamente en cambios en su demanda neta de bienes o servicios o cambios en
su demanda neta de créditos. Es de esta forma como el dinero ejerce su efecto
sobre la actividad económica: esto es lo que se denomina efecto encaje real.
El efecto encaje
real - o efecto saldo monetario o efecto riqueza, como también se le conoce –
ha sido estudiado por un gran número de economistas. La razón es muy simple. Para
que un cambio en la cantidad de dinero se traduzca en una variación de los
precios nominales, es necesario que antes varíe la demanda monetaria. Y para
que la demanda monetaria varíe es necesario que los agentes tengan algún motivo
racional para comprar más o menos. Ese motivo racional es el que se explica con
el efecto encaje real. En economía ninguna explicación es completa sino está
asociada a la conducta racional de los agentes.
En la literatura
el efecto encaje real se asocia al nombre del economista británico Arthur Cecil
Pigou (1877 – 1959). Otros economistas lo han tematizado dando lugar a la
identificación de diversos mecanismos por medio de los cuales se producen los
cambios en las variables nominales de la economía. Esto se resume en la gráfica
5. Vamos explicar sucesivamente esos
mecanismos empezando por el efecto Pigou.
Gráfica 5
Supongamos, siguiendo
a Pigou, que los precios nominales se reducen en una proporción cualquiera,
permaneciendo inalteradas todas las otras variables reales y nominales. Al
reducirse los precios los encajes nominales de todos los agentes se
revalorizan, es decir, aumenta su poder de compra, de tal forma que el encaje
real detenido en ese momento es mayor que el encaje real deseado. Los agentes
sólo pueden reestablecer el equilibrio gastando más en toda clase de bienes y
servicios. Todos los agentes actúan de la misma forma. Los precios tenderán a
aumentar el proceso de ajuste de los encajes sólo se detendrá cuando los
precios hayan retornado a su nivel inicial. Puede hacerse un razonamiento
análogo suponiendo no una reducción de precios sino un aumento en la cantidad
de dinero nominal (Se sugiere al lector hacer ese razonamiento).
Podemos
denominar el efecto descrito como el efecto directo sobre el mercado de bienes.
Esta idea se encuentra ya en autores antiguos como Cantillon y Hume. Existe un
efecto indirecto por la vía de la tasa de interés. Este ha sido tematizado por
muchos autores además de los referenciados en la gráfica 5. Nos limitaremos a
esos tres.
Ante un cambio
en la cantidad de dinero, los agentes pueden buscar ajustar su saldo mediante
operaciones en el mercado de crédito. Tratarán de reducir su saldo prestando parte
o la totalidad del exceso de dinero. Como la demanda de créditos está dada,
esto debe provocar una reducción en la tasa de interés nominal. Algunos agentes
al tener un costo menor de endeudamiento aumentarán sus compras de bines de
consumo financiadas con crédito, este es el efecto Metzler. Los empresarios verán
que con una tasa de interés menor algunos proyectos de inversión se hacen
viables y aumentarán su demanda de bienes de capital. Esto es lo que pensaban Keynes
y Wicksell. Esa demanda adicional provocará un alza de precios que solamente se
detendrá cuando los precios alcancen el nivel de los saldos reales al nivel
deseado por los agentes.
V.
Irving
Fisher y la teoría cuantitativa.
Empezamos con
Irving Fisher (1867-1947) porque su versión de la teoría cuantitativa y su
teoría de la relación entre el interés real y el interés nominal son las
generalmente acogidas en los manuales de economía y finanzas. En efecto, la
teoría cuantitativa del dinero que se presenta en los manuales de macroeconomía
tiene su origen en la obra de Irving Fisher “The
Purchasing Power of Money”, publicada en 1911. En el prefacio a esta obra,
Fisher indica que su objetivo es “reestablecer y ampliar la vieja teoría
cuantitativa del dinero”. El punto de partida es la ecuación general de
cambios. Fisher la construye de la siguiente manera:
“En toda compra-venta el dinero y las mercancías son
equivalentes ipso facto; por ejemplo, el dinero pagado por el azúcar, es
equivalente a la cantidad de azúcar comprada. En el conjunto de cambios de un
año, el total de la moneda pagada tiene un valor igual al valor total de los
bienes comprados. Tenemos una ecuación con dos miembros, de un lado el dinero,
del otro los bienes. El lado del dinero es la cantidad de moneda pagada y que
puede ser considerada como el producto de la cantidad de moneda por su
velocidad de circulación. El lado de los bienes se compone del producto de la
cantidad de bienes por sus precios respectivos”[22]
Sea M la
cantidad promedio de dinero en circulación en un país determinado y V la tasa
de recuperación del dinero en su función de contrapartida en el intercambio, es
decir su velocidad de circulación. Sea P1,
P2…Pn
los precios de los bienes y Q1,
Q2 …Qn
las cantidades cambiadas de cada uno de ellos.
Podemos escribir:
MV
= P1Q1
+ P2Q2
+………..PnQn
MV
= ∑PiQi
A esta
formulación, que ya está implícita en el análisis clásico, Fisher la introduce
dos modificaciones. Reemplaza los precios individuales por un índice ponderado
de precios P y todas las cantidades por un volumen global de transacciones T.
Adicionalmente, introduce otra forma de dinero además del efectivo: los
depósitos bancarios transferibles de una cuenta a otra[23].
M´ es el volumen de esos depósitos y V´ su velocidad de circulación. Se obtiene
así la conocida ecuación de cambios:
MV
+ M´V´ = PT
Esta es una
identidad evidente que nadie pone en duda. Para pasar de esa identidad a una
teoría del valor de la moneda es preciso establecer las relaciones que existen
entre sus términos.
Imaginemos que
se duplica la cantidad de efectivo[24],
M. ¿Qué ocurre? Los precios de duplican, responde Fisher. Veamos por qué es
así:
En primer lugar
M´ también se duplica. Según Fisher la relación M´/M está determinada por las
prácticas bancarias y es estable. Los bancos mantienen una relación constante
entre el volumen de depósitos y sus reservas de efectivo[25] y
los agentes económicos también mantienen una relación estable entre sus
operaciones en efectivo y sus operaciones mediante depósitos[26].
Las velocidades
de circulación V y V´ también permanecen constantes pues ellas dependen de
factores tales como la densidad de población, la rapidez de los transportes,
los medios técnicos y las costumbres de pago prevalecientes. Pero en todo caso,
señala Fisher, no guardan relación alguna con la cantidad de dinero y depósitos
en circulación ni con el nivel de precios[27]. Este es un punto fundamental porque si la
velocidad de circulación es afectada por la variaciones en M o en P tota la
teoría se derrumba. Como veremos más adelante al examinar la obra de Keynes
buena parte de su argumentación se apoya en la negación del supuesto de que la
velocidad de circulación es constante. Al respecto Fisher señala:
“…nadie ha formulado y, según parece no es posible
formular, buenas razones que expliquen por qué las velocidad de circulación del
efectivo o de los depósitos difieran según que la cantidad de moneda sea más o
menos abundante” [28]
Queda,
finalmente, T. Según Fisher, también permanece constante:
“el nivel
corriente de los negocios depende de la abundancia más o menos grande de
recursos naturales y del desarrollo más o menos avanzado de las condiciones técnicas
de producción”[29]
Con base en
estos argumentos, el resultado es evidente. Al duplicarse M se duplica M´,
permaneciendo constantes V, V´y T, es forzoso que los precios se dupliquen.
Fisher consideró
que para el caso de una economía abierta y bajo patrón oro estricto, es decir,
con tipos de cambio fijos, el alza de P tendría un efecto sobre M. Al elevarse
los precios la balanza comercial del país se hace deficitaria lo que dará lugar
a exportaciones de oro y plata reduciéndose por tanto la cantidad de efectivo,
M. Esto hará que los precios se reduzcan en el país al tiempo que aumentan en
el extranjero. Este es el mecanismo de ajuste de la balanza comercial, ya
expuesto por Hume, que de forma alguna invalida las conclusiones de la teoría
cuantitativa.
Fisher admite,
era muy buen economista para no hacerlo, la existencia de efectos transitorios
que se producen antes de que se produzcan los efectos duraderos y de largo
plazo. Cuando aumenta la cantidad de dinero:
“… los préstamos aumentan como consecuencia del
retardo en el ajuste de la tasa de interés. Esta situación es ventajosa para
los empresarios, cuyas demandas de crédito tienden a dar más extensión a la
circulación de depósitos. A su turno esta extensión tiene a acentuar el alza de
los precios lo cual refuerza el crecimiento de la velocidad de circulación,
compensada, es verdad, en un cierta medida, por un crecimiento del volumen
global de transacciones. Una vez que la tasa de interés ha alcanzado la tasa de
crecimiento de los precios, que los préstamos y depósitos en los bancos han
llegado al límite que les impone el estado de las reservas bancarias y otras
condiciones, del hecho de que los precios dejen de aumentar, se sigue la
necesidad de un nuevo ajuste. Aquellos que han dado a sus negocios una
extensión exagerada, van a encontrar insoportables esas tasas de interés
elevadas. De allí se siguen las quiebras que caracterizan las crisis. Se
produce una reacción y un movimiento en el sentido contrario se produce. Cuando
los precios empiezan a caer el proceso se acelera por razones exactamente
inversas a las que operan en el sentido contrario”[30]
Para entender
bien el anterior planteamiento es preciso examinar la teoría del interés de
Fisher, quien consagró dos libros al tema, uno de 1907 y otro de 1930[31]. En
primer lugar hay que entender la distinción entre tasa de interés real y tasa
de interés real. Fisher la formula de la siguiente manera:
“Decir que la tasa de interés es del 4% significa
que una cantidad de bienes que este año valen $ 100 equivale a una cantidad de
bienes que el año próximo tendrán un valor de $ 104. En esta formulación se
observa que los ´bienes´ no están expresados en sus propias unidades – libras,
metros, galones, etc. – sino en términos de una medida de valor. Usualmente, el
dinero es la medida de valor adoptada. Esas sumas de dinero, $ 100 y $ 104, se
cambian nominalmente, pero en realidad son solo las medidas de los ´bienes´ que
se intercambian. Cuando un hombre presta $ 100 este año con el propósito de
obtener $ 104 el año siguiente, lo que él está sacrificando no son cien dólares
de dinero sino una cantidad de bienes como alimentos, ropa, libros o viajes que
tienen un valor de $ 100 con el propósito de obtener un año más tarde cierta
cantidad de bienes que él desea y que tendrán un valor de $ 104. El hecho de
que ambos conjuntos de bienes están expresados en dinero introduce un factor
monetario en el problema del interés. El interés entendido como la prima por el
intercambio entre el valor monetario de unos bienes presentes y el valor
monetario de unos bienes futuros; no es por tanto un asunto sólo de bienes sino
también un asunto monetario”[32].
Supongamos que
alguien presta a otra persona 100 kilos de papas con el compromiso de recibir
un año más tarde 110 kilos de papas. La tasa de interés asociada a esta
transacción será del 10% y la podemos llamar “tasa de interés-papa” porque está
expresada en las mismas unidades del bien transado. Si todos los bienes se
prestaran en especie tendríamos tantas tasas de interés como bienes existen:
tasa de interés trigo, tasa de interés casas, etc. Keynes le dio el nombre de “tasa de interés
propia” a la tasa de interés de un bien medida en términos de sus propias
unidades[33].
Las llamaremos con Fisher tasas de interés reales.
El concepto
central de la teoría del interés real es el de preferencia-temporal. Así como
en la teoría de los precios la razón de intercambio de un bien por otro está
determinada por la relación de sus utilidades según la apreciación subjetiva de
los cambistas; el interés entendido como la razón de intercambio entre los
bienes presentes y los bienes futuros surge también de un rasgo propio de la
naturaleza humana de acuerdo con el cual la gente prefiere los bienes presentes
a los bienes futuros. En lugar de bienes presentes y bienes futuros, Fisher
prefiere hablar de ingreso (Income) entendido como un el flujo de disfrute derivado
del uso o la posesión de un bien[34].
Todos los bienes proveen un flujo de ingresos entendido de esa forma. Es de la
preferencia sobre un flujo de ingresos presente sobre un flujo fe ingreso
futuro de donde surge el interés. Y es de la existencia de ese interés de donde
surge la diferencia entre el valor presente y el valor futuro de un bien. De
esta forma Fisher cree haber superado el razonamiento circular que implica
deducir el valor del interés de la diferencia entre el valor presente y el
valor futuro de los bienes en la medida en que dicha diferencia depende del
interés[35].
La tasa de
interés real depende de la magnitud de ingreso esperado, su distribución en el
tiempo y la mayor o menor certeza de obtenerlo. La tasa de interés real de
algunos bienes medida en sus propias unidades puede ser igual a cero o incluso
negativa. Por ejemplo un bien perecedero que digamos se deteriora a una tasa
anual de 10% puede ser prestado a una tasa de -10%. Si de 100 kilos de arroz
guardados en un silo al cabo de un año sólo serán aprovechables 90; entregar
esos cien kilos hoy a cambio de 90 o un poco más un año más tarde, equivale a
prestarlos a una tasa de interés negativa. La razón por la cual no se observan
tasas de interés negativas resulta del hecho de que los artículos perecederos
no son usados como medida de valor. El dinero, la medida usual del valor, es
durable y puede ser almacenado a bajo costo. Por esa razón la tasa de interés
en términos de dinero o tasa de interés nominal nunca puede ser negativa. La
tasa de interés real si puede serlo.
Supongamos un
préstamo de 100 barriles de petróleo pactado a una tasa de interés de 10%. Si
el precio del petróleo, $ 1 el barril, es el mismo hoy y dentro de un año, la
tasa de interés será la misma en términos de petróleo y en términos de dinero:
10%. En efecto, si $ 100 hoy equivalen a 100 barriles de petróleo y $ 110 un
año más tarde equivalen a 110 barriles de petróleo.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 110 - $100)/ $ 100 = 10%
Supongamos ahora
que el precio del barril de petróleo se incrementa en 20%. En ese caso, $ 100
equivalen hoy a 100 barriles de petróleo y $ 110*1,2 equivalen 110 barriles de
petróleo un año después.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 132 - $ 100)/$100 = 32%
La relación
existente entre el interés y la apreciación implica que el nivel de la tasa de
interés es relativo a la unidad de medida. Sea r la tasa de interés real o tasa
de interés petróleo; i la tasa de interés nominal y ṗ la tasa esperada de
incremento en el precio. La relación entre la tasa de interés nominal, la tasa
de interés real y el incremento esperado de los precios, puede expresarse
mediante la siguiente fórmula, conocida como la fórmula de Fisher:
i
= r + ṗ + r* ṗ
Podemos ahora
volver al problema del impacto transitorio de las variaciones de la cantidad de
dinero sobre la actividad económica. En la fórmula de Fisher el ajuste de la
tasa de interés nominal supone que los cambios en el nivel de precios son
previstos perfectamente. Cuando los precios aumentan rápidamente y la tasa de
interés nominal no se ajusta inmediatamente, se produce una reducción en la
tasa de interés real y el consecuente incremento de la inversión característico
de la fase expansiva del ciclo económico. En el período que media entre el
incremento inicial de la cantidad de dinero y la elevación proporcional del nivel
de precios, la moneda tiene un efecto sobre la actividad económica real. Este
es el enfoque característico de la teoría monetaria neo-clásica el cual le
permite explicar al mismo tiempo el efecto del dinero sobre la tasa de interés
y sobre los precios. El primero es un efecto transitorio y de corto plazo; en
tanto que el segundo es un efecto duradero y de largo plazo.
VI.
Knut
Wickell y el mecanismo de la tasa de interés.
Knut Wicksell
(1851 – 1926) es un economista sueco especialmente notable en el campo de la
teoría monetaria y en el de las finanzas públicas[36]. La política monetaria practicada por los
bancos centrales está basada, aunque muchos lo ignoran, en las teorías de
Wicksell. La teoría moderna de la elección pública tiene también fundamento en
sus trabajos de finanzas públicas.
Su teoría monetaria
parte de una crítica de la teoría cuantitativa en su formas más simples que
conducen a la idea de que el dinero es completamente neutral. Señala:
“…frecuentemente los economistas van demasiado lejos
cuando suponen que las leyes económicas deducidas para una economía de trueque,
pueden aplicarse sin calificaciones a las condiciones efectivas de la economía
en las cuales la moneda interviene prácticamente en todos los intercambios y
las inversiones o transferencias de capital. La máquina ideal funcionando sin
fricciones y sin lubricante no se ha inventado todavía.”[37]
Wicksell rechaza
el enfoque mecanicista de la teoría cuantitativa según el cual los cambios en
la cantidad de dinero se traducen en cambios proporcionales en el nivel de
precios y que, en consecuencia, la cantidad de moneda en circulación es
irrelevante.
“Que una cantidad grande o pequeña de dinero puedan
asegurar el desarrollo del mismo nivel de actividad si el precio de los bienes
se eleva o se reduce proporcionalmente a esa cantidad es una cosa. Otra cosa es
mostrar por qué tal cambio en los precios debe seguir siempre a un cambio en la
cantidad de dinero y describir cómo se produce eso”[38].
Como muchos de
sus contemporáneos, Wicksell se interesa por los efectos sobre la actividad
económica del desarrollo del sistema bancario de reservas fraccionadas que permite
la expansión de la oferta monetaria y del crédito de forma casi ilimitada.
“El uso o el abuso de la moneda puede influenciar
muy activamente los intercambios y las transacciones de capital. Por medio del
dinero, por ejemplo por el establecimiento del papel moneda, es posible – y en
realidad eso ocurre muy frecuentemente – destruir grandes volúmenes de capital
y llevar la vida económica de una sociedad a una confusión desesperante. Por otra parte, con un uso racional de la
moneda es posible promover activamente la acumulación de capital real y la
producción en general. No significa esto que la moneda y el crédito sean un
sustituto del capital real; pero con su ayuda es posible facilitar el proceso
de ahorro y la restricción al consumo presente que es la fuente de acumulación
del capital real” [39]
Siguiendo a
Wicksell, podemos distinguir entre una economía de crédito simple y una
economía de crédito organizado. En la primera no existen bancos ni ninguna
clase de intermediarios financieros. Los prestamistas y los prestatarios se
relacionan directamente unos con otros para pactar las condiciones de los
créditos. La tasa de interés depende del volumen de ahorro que se ofrece en el
mercado y de la demanda de fondos de los inversionistas. El rasgo característico
de una economía de crédito organizado es la aparición de un nuevo personaje, el
banco, cuya presencia modifica radicalmente el mercado de crédito y la
determinación de la tasa de interés.
“Los bancos no son como las personas privadas,
limitadas en sus préstamos por sus propios fondos, ni incluso por los medios
puestos a su disposición por los ahorradores. Por la concentración en sus manos
de los depósitos privados que son constantemente reaprovisionados por nuevas
entradas a la misma velocidad en que se producen los retiros, ellos poseen un
fondo de préstamos que siempre es elástico y que, bajo ciertas hipótesis,
inagotable. Con un sistema de puro crédito, los bancos pueden siempre
satisfacer una gran de demanda de préstamos a tasas sin embargo bajas”[40]
Ese es el rasgo
fundamental de las economías modernas: la existencia de un sistema de crédito
organizado que puede expandir la cantidad de dinero en circulación y la oferta
de crédito de forma casi ilimitada. En esa economía la tasa de interés
monetaria es fijada por el sistema bancario.
En una economía
de crédito organizado y bajo un sistema de reservas fraccionadas las
variaciones en la cantidad de dinero son el resultado de la expansión y
contracción del crédito otorgado por los bancos. Todo cambio en la cantidad de
dinero se traduce, finalmente, en un cambio proporcional en el nivel de
precios. El objeto de la teoría monetaria es entender cómo se produce eso, es
decir, entender el proceso mediante el cual se llega al resultado de la teoría
cuantitativa. ¿Cuál es el mecanismo de transmisión del impulso monetario?
Para explicar el
mecanismo de transmisión del impulso monetario, Wicksell distingue, de forma
similar a Fisher, entre tasa de interés natural (también la llama real o normal)
y tasa de interés bancaria o monetaria. Sobre esta última basta con decir que
es la fijada por los bancos por los créditos que otorgan al sector real. Veamos
la tasa natural:
“Existe una tasa de interés sobre los créditos que
es neutra frente a los precios en el sentido de que a su nivel éstos no tienen
ni aumentar ni a disminuir. Esa tasa es necesariamente la misma tasa de interés
que se fijaría por la oferta y la demanda si no existiera dinero y los
préstamos se efectuaran en la forma de capital real. Esa esa es la tasa natural de interés”[41]
Es este otro
texto Wicksell se sitúa claramente en el terreno de la tradición clásica y
neo-clásica que concibe una economía sin moneda en la cual se determinan las
variables fundamentales de la economía:
“Puede suponerse en teoría que el empresario presta
en especie bienes de consumo a los capitalistas y que los gasta en el pago,
también en especie, de salarios y rentas. Al final del período de producción,
el empresario reembolsa el crédito tomando de su propio producto, sea directamente
o después de haberlo cambiado contra otros bienes – suponiendo que los precios
relativos no han cambiado. Si este procedimiento fuera adoptado por todos los
empresarios que trabajan con capital prestado, la competencia haría nacer una
cierta tasa de interés que debe ser pagada a los capitalistas en la forma de un
bien u otro. El monto de esa tasa de interés sería determinado por la oferta y
la demanda de capital”[42]
En otro texto
Wicksell precisa que la tasa de interés en una economía no-monetaria se igual
finalmente a la productividad marginal del capital. La tasa normal de interés
es definida como “el beneficio realizado sobre el capital invertido el cual a
su turno depende de la productividad y de la abundancia relativa del capital
real, o mejor, en el lenguaje de la economía política moderna, de su
productividad marginal”[43]
Recapitulemos:
1.
El método de Wicksell
consiste en imaginar una economía no-monetaria para posteriormente examinar las
consecuencias que se derivan de la introducción del dinero. Este es el enfoque
dicotómico característico de toda la economía, clásica y neo-clásica.
2.
En ese mundo sin moneda
la tasa de interés está determinada por la oferta y demanda de capital real y
en definitiva corresponde a la productividad marginal del capital.
3.
El rasgo distintivo de
la economía monetaria es la aparición de un nuevo agente: los bancos. Los bancos pueden expandir la cantidad de
dinero mediante el otorgamiento de créditos.
4.
En una economía
monetaria la tasa monetaria está en su nivel natural cuando no se registran
tendencias ni al alza ni a la baja en los precios. Es este situación la
economía monetaria se comporta exactamente como la economía no-monetaria y la
moneda es neutral.
De acuerdo con
lo anterior, las divergencias entre la economía no-monetaria y la economía
monetaria surgen de la divergencia entre la tasa de interés bancaria y la tasa
de interés natural o normal.
Consideremos,
inicialmente, una economía monetaria de crédito simple. En este caso, en el
mercado de crédito oferente y demandante se relacionan directamente. El agente
que por cualquier razón decide ahorrar parte de su ingreso puede elegir entre
prestar su dinero a un tercero o emplearlo él mismo de forma productiva. Si el
prestador no está dispuesto a pagarle por su ahorro monetario como tasa de
interés por lo menos la tasa de rendimiento que él mismo puede obtener
empleándolo como capital productivo, evidentemente el ahorrador preferirá la
segunda alternativa. Por tanto, esas dos tasas – la tasa monetaria a la cual se
otorgan los créditos y la tasa esperada de rendimiento del capital – no pueden
deferir de forma significativa. Dada una cierta propensión al ahorro y una
función de productividad marginal del capital, el mercado de crédito alcanza su
nivel de equilibrio. ¿Qué ocurre si se presenta una perturbación? Para Wicksell
esto normalmente ocurre por cambios en el rendimiento esperado del capital
(innovaciones, nuevos mercados, etc.)
“Si las perspectivas del empleo de capital se hacen
más prometedoras, la demanda aumentará y en principio excederá a la oferta; las
tasas de interés aumentará y estimularán el ahorro y al mismo tiempo la demanda
de los empresarios se contraerá hasta el punto en que un nuevo equilibrio sea
alcanzado a una tasa de interés ligeramente más elevada”[44]
Como la cantidad
de moneda permanece inalterada, Wicksell supone que el ajuste en el mercado de
crédito se produce sin afectar el nivel general de precios y alterando
solamente los precios relativos. Al respecto señala:
“…la suma de ingresos en dinero excederá
ordinariamente el valor monetario de los bienes de consumo anualmente
producidos, pero el excedente ingresos – es decir, lo que es anualmente
ahorrado e invertido en la producción – no engendra una demanda adicional de
bienes presentes sino una demanda de trabajo y tierra para la producción
futura”[45]
Consideremos
ahora el caso de la economía de crédito organizado. Supongamos que los bancos
fijan la tasa de interés bancaria a un nivel inferior a la tasa de interés natural.
“En principio el ahorro se desestimulará y por esta
razón habrá una demanda incrementada de bienes y servicios de consumo presente
(…) En segundo lugar, aumentarán las oportunidades de beneficio de los
empresarios (…) La demanda por la producción futura de bienes aumentará (…) Los
precios de los factores de producción se elevarán aumentando los ingresos de
los trabajadores, los propietarios de tierra, etc. ”[46]
Este aumento en
los ingreso se trasladará al mercado de bienes de consumo cuyos precios
tenderán a aumentar.
“Naturalmente no es imposible que el alza de precios
sea neutralizada, en cierta medida, por un aumento en la producción, por
ejemplo, si anteriormente había desempleo o si los salarios más elevados
conducen a horarios de trabajo más largos (...) Pero todas esas consideraciones
son secundarias. En una primera aproximación podemos suponer que todos los
recursos productivos están empleado plenamente, de tal suerte que una demanda
acrecentada de moneda tomará la forma de una rivalidad entre los empleadores
por el trabajo, las materias y los recursos naturales; lo cual conducirá a un
aumento de sus precios e, indirectamente, como consecuencia del ingreso
aumentado de los trabajadores y de los propietarios de tierra a un alza de
precios de todos los bienes de consumo, además de la ocasionada por la
disminución del ahorro”[47]
Esto es lo que
se conoce como el proceso acumulativo de Wicksell. ¿Por qué se detiene? ¿Por
qué los precios no suben de forma indefinida? Por dos razones.
La primera por
los límites a la expansión del crédito que impone el régimen de patrón oro. En
efecto, la oferta monetaria aumenta por la acción de los bancos. Cuando estos
reducen su tasa de interés para estimular la demanda de crédito de los
empresarios lo hacen en razón de que en el conjunto del sistema se ha
presentado un aumento en las reservas de oro. La única forma de poner eso oro o
el dinero convertible en circulación es bajar la tasa de interés. Sin embargo,
la relación entre reservas y depósitos impone un límite a la expansión del
crédito. Una vez alcanzado o superado éste los bancos tienen que limitar la
expansión del crédito y esto sólo pueden hacerlo aumentando la tasa de interés.
La segunda razón
tiene que ver con la realización de inversiones excesivas en proyectos que
finalmente no permiten obtener el rendimiento esperado y ponen a los
empresarios arriesgados en la imposibilidad de cumplir con los compromisos
crediticios. Los incumplimientos y las quiebras se multiplican elevando el
riesgo. Ante esto los bancos empiezan a limitar el crédito elevando las tasas
de interés.
El proceso
acumulativo también puede desencadenarse por un cambio en el rendimiento
esperado de las inversiones, como consecuencia, por ejemplo, de una innovación.
Cuando un cambio de este tipo se produce la tasa de interés real se eleva sin
que se produzca un aumento inmediato de la tasa monetaria. “Un aumento de la
tasa real – escribe Wicksell- no debe provocar inmediatamente un alza
correspondiente en la tasa bancaria”[48].
En esas condiciones los empresarios aumentan la demanda de crédito y demanda
recursos productivos destinados a las nuevas actividades. Los precios tienen a
subir y los empresarios demandan nuevos créditos. Los bancos, por su parte,
aumentan sus préstamos sin que crezcan correspondientemente los depósitos. La
relación entre reservas y créditos tiene a disminuir, lo cual empieza a
provocar un alza en la tasa bancaria. Si el alza es insuficiente, empiezan a
aparecer lo que Wicksell denomina “las esperanzas exageradas de ganancias
futuras”. A partir de algún momento “la demanda de créditos bancario supera en
mucho el nivel normal y, para protegerse, los bancos pueden verse forzados a
aumentar las tasa bancaria incluso por encima del nivel normal o natural. Esto ocurre
con mayor razón si los signos de una crisis empiezan a aparecer, si la
confianza se resquebraja y si el crédito de las grandes instituciones es el
único aceptado”[49]
Tanto Wicksell
como Fischer explican las fases de expansión y contracción propias del ciclo
económico como un resultado de la elasticidad de la oferta monetaria propia de
un sistema bancario de reservas fraccionadas. La conclusión que se sigue para
la política monetaria es evidente. Como la tasa de interés bancaria está en su
nivel natural cuando no se presentan tendencias inflacionarias o
deflacionarias, la política que deben seguir los bancos es elevar la tasa de
interés bancaria cuando los precios muestran tendencia al alza y reducirlas en
caso contrario.
Bibliografía
Benetti, Carlo.
(1990) Moneda y teoría del valor.
Fondo de Cultura Económica, México, 1990
Fisher, I.
(1911). The Purchasing Power of Money.
Macmillan, New York.
Fisher,
Irving (1907). The rate of interest,
Macmillan, New York.
Galbraith, J. K.
(1975,1983). El dinero. Ediciones
Orbis S.A. Barcelona, 1983.
Keynes,
J.M (1936, 2000). Teoría General de la
ocupación, el interés y el dinero. Fondo de Cultura Económica, México.
Mankiw, N.G.
(2006, 2010). Macroeconomía. Antoni
Bosch, Editor; Mayol Ediciones S.A. Bogotá.
Marchal y
Lecaillon. (1967) Les flux monétaires.
Histoire des théories monétaires. Editions Cujas, Paris.
Menger, Carl.
(1871, 1996). Principios de economía
política. Editorial Folio, Barcelona, 1996.
Pascallon,
Pierre (1985) Theorie Monetaire. Les
éditions de l´epargne. Paris, 1985. Página 11.
Patinkin,
D. (1959). Dinero, interés y precios. Aguilar,
Madrid, 1959.
Robert, J.
Historia del dinero. Ediciones Raza,
Madrid, 1973.
Wicksell, K.
(1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London.
LGVA
Marzo de 2014.
[1] Keynes,
J.M (1936, 2000). Teoría General de la
ocupación, el interés y el dinero. Fondo de Cultura Económica, México.
Página 260.
[2] Mankiw, N.G. (2006,
2010). Macroeconomía. Antoni Bosch,
Editor; Mayol Ediciones S.A. Bogotá.
[3] R. C. Hawtrey escribió lo siguiente: “...la noción de moneda como la de
cuchara de té o paraguas, pero contrariamente a la de temblor de tierra o botón
de oro, pertenece al grupo de nociones que se definen antes que nada por la
función...” Citado por Pascallon, Pierre (1985) Theorie Monetaire. Les éditions de l´epargne. Paris, 1985. Página
11.
[4] Sobre
este tema un pequeño texto de agradable lectura es el de Jozsef Robert, Historia del dinero. Ediciones Raza,
Madrid, 1973.
[5] Menger,
Carl. (1871). Principios de economía
política. Editorial Folio, Barcelona, 1996. Página 228.
[6] Ídem, páginas 231 – 232.
[7] Marx,
K. (1867). El Capital. Citado por
Benetti, Carlo. (1990) Moneda y teoría
del valor. Fondo de Cultura Económica, México, 1990. Página 60.
[8] Galiani,
F. (1751). Della Moneta. Citado por
Benetti, Carlo. (1990) Moneda y teoría
del valor. Fondo de Cultura Económica, México, 1990. Página 60.
[9] Menger,
Carl. (1871). Principios de economía
política. Editorial Folio, Barcelona, 1996. Página 228.
[10] Ídem,
página 248.
[11] Escribe
Heródoto: “Las maneras y costumbres de los lidios no difieren esencialmente de
las de Grecia (...) Son el primer pueblo de que se tiene noticia de que acuñó
oro y plata en monedas...”. Citado por Galbraith, J. K. (1975,1983). El dinero. Ediciones Orbis S.A.
Barcelona, 1983. Página 18.
[12] Menger,
C. Op. Cit. Página 249.
[13] Menger,
Carl. Op. Cit. Página 250.
[14] Galbraith,
J. K. (1975,1983). El dinero.
Ediciones Orbis S.A. Barcelona, 1983. Páginas 19 – 20.
[15] Ídem, página 30.
[16] Se dice
que fue el Banco de Amsterdam en primer banco de depósitos. El primer banco en
emitir billetes estaba radicado en Suecia. Sin embargo, parece que fue en China
donde se emitieron billetes por primera vez.
[17] El
primer banco nacional de emisión fue el Banco de Inglaterra. Nació, a finales
del siglo XVIII, como una institución privada a la que el gobierno le otorgó el
monopolio de la emisión. La Reserva Federal fue creada en 1913 y el Banco de la
República de Colombia en 1923.
[18] Clower,
R. (1967). “A Reconsideration of the Microfundations of Monetary Theory” en
Clower (compilador) Monetary Theory.
Penguin Books, 1969.
[19] El valor de la moneda es el recíproco del precio monetario. Si una
botella de vino tiene un precio de $ 50.000, el valor de la moneda en términos
de vino es 1/50.000. En general, el valor de la moneda – su poder adquisitivo,
es el inverso del nivel general de precios.
[20] Wicksell,
K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 169.
[21] Wicksell, K. (1938). Interest and Prices. Citado por Patinkin, D (1959)
página 438.
[22] Fisher, I. (1911). The Purchasing Power of Money.
Macmillan, New York. Página 18.
[23] En el
mundo de hoy serían los depósitos en cuentas corrientes y cuentas de ahorro que
se transfieren por medios electrónicos.
[24] En 1911
rige el patrón oro y algunos países un patrón bimetálico oro-plata. El efectivo
en circulación, M, está constituido por billetes convertibles en oro o plata a
su presentación a una tasa fija. Por lo tanto, las variaciones en M están
determinadas por las importaciones y exportaciones de esos metales, por la
producción y uso no monetario de esos metales y por la acuñación y fundición de
los mismos. En el mundo de hoy de moneda fiduciaria M está constituido por el
dinero emitido por el banco central que esté en manos de los agentes o como
reserva de los bancos. Es la llamada base monetaria.
[25] Este
efectivo puede estar constituido por billetes de un banco central emisor o por
especies metálicas. En la época en que escribe Fisher en muchos países no existían
bancos centrales. En Estados Unidos el Sistema de la Reserva Federal fue creado
en 1913. En la actualidad las reservas de efectivo están constituidas por el
dinero emitido por el banco central.
[26] Escribe Fisher: “Cuando
la caja comienza a vaciarse y la cuenta de depósitos es abundante, se gira un
cheque; si ocurre lo contrario, se realiza un depósito. De esta manera la gente
está siempre ajustando la forma de los medios de pago de que dispone. Un
particular llena su porta-monedas con depósitos; un almacén minorista aumenta
sus depósitos con el efectivo que va llenando su caja fuerte”. Fisher, Op. Cit.
Página 56.
[27] Fisher, Op. Cit. Página
175.
[28] Ídem, página 177.
[29] Ídem,
página 177.
[30] Ídem,
página 88.
[31] The rate of Interest, el primero; The Theory of Interest, el segundo.
[32] Fisher,
Irving (1907). The rate of interest,
Macmillan, New York, página 77-78.
[33] Keynes, J.M. (1936). Teoría General de la ocupación, el interés
y el dinero. FCE, México, Capítulo
17.
[34] “…income
ultimately consists of the stream of consciousness”. Fisher, Op. Cit. Página
90.
[35] Escribe Fisher: “No
podemos estar satisfechos con la afirmación según la cual el interés es la
prima incluida en el valor actual de un plantación de árboles sobre el valor
futuro de esos mismos árboles, porque el valor de cada árbol depende de la tasa
de interés a la cual se descuenta el ingreso futuro esperado de los árboles.
Pero cuando el ingreso presente es comparado con el ingreso futuro, la cuestión
es diferente porque el valor del ingreso no supone ninguna consideración del
interés. Así, al reducir el problema de interés a una comparación de entre el
valor de un ingreso disfrutable en el presente y en el futuro se supera la
dificultad de hacer depender el interés de magnitudes que a su turno dependen
de él” Op. Cit. Página 92.
[36] Este último aspecto de
su contribución a la economía se mantuvo relativamente ignorado hasta que fue
“redescubierto” por los economistas de la Escuela de Virginia, James Buchanan y
Gordon Tullock. Las obras principales de
Wicksell son: Interest and Prices; Lectures on Political Economy y Value,
Capital and Rent.
[37] Wicksell, K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 6.
[38] Wicksell,
K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 169.
[39] Wicksell,
K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 6.
[40] Wicksell, K. (1934).
Lectures on Political Economy. Routledge. London. T II, página 194.
[41] Wicksell,
K. Interest and Prices. Página 102.
[42] Wicksell, K. Interest and Prices.
Página 103.
[43] Citado en Marchal y
Lecaillon. (1967) Les flux monátaires. Histoire des théories monétaires. Editions
Cujas, Paris. Página 225.
[44] Wicksell,
K. (1934). Lectures on Political Economy.
Routledge. London. T II, página 193.
[45] Ídem,
página 193.
[46] Ídem,
página 194.
[47] Ídem,
página 195.
[48] Ídem, página 206.
[49] Ídem, página 206.
No hay comentarios:
Publicar un comentario