Viva
Colombia y el bienestar de la gente
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
consultor.
¿Quién es toda esa
gente que está haciendo fila? – pregunté. Son los pasajeros de Viva Colombia
esperando el bus. No van a bajarse a Medellín en un taxi que les costaría más
que lo que pagan por el pasaje de avión – respondió Orlando, el conductor que
habitualmente me transporta desde o hacia el aeropuerto de Rionegro.
Esa misma noche la
empleada de mi casa me pidió que le comprara un pasaje a Montería para viajar
el 4 de abril y regresar tres días más tarde. Y lo hicimos, en el portal de
Viva Colombia, al increíble precio de $ 57.000 por trayecto. Esta será la
primera vez que Maria viaja en avión. Hasta ahora, para ir a visitar a sus
parientes, viajaba en bus pagando $ 66.000 por trayecto es un azaroso viaje que
podía demorar 8 o más horas.
No soy accionista de
Viva Colombia, ni conozco a nadie que lo sea. Se quiénes son algunos de sus
directivos pero no tengo con ninguno de ellos relación alguna de negocios o
amistad. Tampoco soy publicista oficioso ni de oficio. Soy un simple economista
liberal, partidario de la economía de mercado y de iniciativa privada, y me
encanta destacar sus contribuciones al bienestar.
Son miles las personas
que están viajando en los aviones de Viva Colombia. Muchos de ellos, como
María, jamás habían viajado en avión. Ni siquiera habían soñado con hacerlo
algún día. Buscando su propio beneficio,
los empresarios de Viva Colombia están contribuyendo más al bienestar de la
gente pobre que la mayor parte de entidades benevolentes o de las agencias
estatales que supuestamente tienen ese bienestar como objetivo de su acción.
También, y los ejemplos pueden multiplicarse ad-libitum, buscando sus propias
ganancias las empresas de telefonía móvil han puesto en el bolsillo de todos
los colombianos un teléfono celular. ¡Qué tal que hubiera prosperado la idea de
hacer de esa telefonía un servicio público necesario provisto por el estado o
sus empresas! Todos estaríamos en lista de espera.
A la gente pobre le
sirve la competencia, la economía abierta y la inversión extranjera. Todo ello
finalmente se traduce en aumento de la oferta de bienes y servicios, en menores
precios y en el incremento de su ingreso real. Curiosamente los defensores de
los pobres son en su mayoría enemigos de esas cosas. Probablemente ello se deba
a su ignorancia en materia de economía. Pero es posible también que prefieran
que los pobres sean siempre pobres pues de otra forma, ¿a quién defenderían?
El éxito de Viva
Colombia puede hacer que sobre ella se ciernan diversas amenazas. Pronto
empezarán a quejarse los transportadores terrestres por la disminución de su
demanda. Les tocará reinventar su propio negocio, pero inicialmente lo más seguro
es que busquen con toda clase de argumentos la protección del gobierno. Nos es
improbable que las demás aerolíneas muevan sus influencias y que en el gobierno
o en el congreso se empiece a hablar de cuestiones de seguridad aérea o incluso
de higiene. Hay que estar alerta a todo ello. Esperemos que el experimento se
consolide y dure para que María y mucha otra gente pobre puedan viajar por
primera y muchas veces más en los aviones de Viva Colombia.
LGVA.
Enero 2013.
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