La inversión térmica, el niño y don Manuel Uribe Ángel
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Docente Universidad EAFIT
Inversión
térmica: así se llama el fenómeno meteorológico que ha venido ocurriendo en los
últimos días en el Valle de Aburrà. La atmósfera está compuesta por diversos gases.
Esa composición no es uniforme y los gases más pesados – oxígeno y nitrógeno –
son más abundantes en las capas inferiores que en las altas, haciendo que la
atmósfera sea más densa y, por tanto, la temperatura más eleva a nivel del mar
que en las altas montañas. Las sucesivas capas atmosféricas actúan como cobijas
y estamos más calientes mientras más cobijas tengamos encima. Hay inversión
térmica – inversión térmica próxima a la superficie, para ser más exactos -
cuando la temperatura se hace más baja en capas inferiores que en las altas.
Ese
fenómeno puede presentarse por muy diversas causas. En las zonas templadas, se
produce con frecuencia en invierno, en las noches secas y despejadas, cuando la
tierra pierde calor como consecuencia de la radiación y las capas del aíre más
cercanas al piso se enfrían más y más rápidamente que las superiores. Es por
ello que la inversión térmica se presenta en ciudades como Londres, Madrid,
Nueva York, Atenas, Singapur, México, Santiago de Chile entre otras. En las
zonas tórridas se produce en épocas de verano y sequía intensa, como ocurre en
el Valle de Aburrà. El aire frio de las montañas que llega en las noches y en
las madrugadas queda atrapado por una capa superior más caliente que impide su circulación
normal. Esa capa caliente atrapa también el material particulado presente en el
ambiente. La inversión térmica no es provocada por la contaminación, pero hace
que ésta afecte más a las personas que quedan expuestas a respirar un aire más contaminado
de lo usual. Al parecer, en los valles estrechos, como el de Aburrà, con
irregularidades topográficas, como los cerros Nutibara y El Volador, que
dificultan la circulación de los vientos, el fenómeno puede durar varios días sin
que quede nada distinto que hacer a esperar un buen aguacero o una buena tormenta
huracanada. Lima es un caso de inversión
térmica permanente causado por la corriente de Humboldt. Hasta aquí Wikipedia y
otras fuentes que cualquiera que teclee las dos palabras – inversión térmica –
puede consultar gracias a Mr. Google. ¡Cómo vivíamos sin él!
Frente
a la inversión térmica, las medidas adoptadas por las autoridades
metropolitanas son cataplasmas en pata de palo, aunque pueden contribuir a
mitigar sus efectos. Ojalá este fenómeno temporal, del que solo podemos
sustraernos yéndonos a vivir a otra parte, no las lleve a adoptar medidas
permanentes como restricción a la circulación de vehículos durante todo el día o
el pico y placa industrial del que se ha venido hablando desde hace un par de
años. En el Valle de Aburrà, la inversión térmica ha existido desde siempre y existirá
en el futuro y ello nada tiene que ver con las industrias contaminantes, los
muchos carros o el calentamiento global. Ya en 1885, Don Manuel Uribe Ángel, en
su “Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia en Colombia”
hacía una descripción del fenómeno. Se lee:
“Con
bastante frecuencia la tierra despide copiosos vapores de agua, sobre todo
durante las noches y las mañanas, y esto especialmente en los terrenos bajos,
húmedos, cubiertos de bosques y atravesados por ríos y torrentes. Esos vapores
se elevan pesadamente, se extienden por las llanuras, coronan las cordilleras,
giran luego en diferentes direcciones de la atmósfera y causan una opacidad transitoria,
hasta que bien pronto son disueltos por los rayos ardientes de un sol tropical”
(43)
Y esta otra:
“Con
harta frecuencia, la lluvia viene acompañada de fuertes huracanes y borrascas,
ocasionados por la perturbación del equilibrio en el aire embarazado en sus movimientos
por los altos muros de cordilleras que lo encierran” (42)
“Opacidad
transitoria”, “perturbación del equilibrio en el aire embarazado en sus movimientos”
¡Cuánta belleza y precisión!
No
puede pasarse la ocasión sin rescatar la descripción que don Manuel hace de lo
que hoy se llama fenómeno de El Niño:
“Los
meses de lluvia en Antioquia principian a mediados de marzo y terminan a
mediados de junio, para comenzar luego hacia la mitad de septiembre y acabar en
los primeros días de diciembre; pero esta regla está sujeta a numerosas
variaciones, pues con frecuencia se invierten los tiempos, volviéndose
lluviosos los días de verano, y viceversa. A veces el año es húmedo en su mayor
parte, y en ocasiones notable por su excesiva sequedad. Muchos de los viejos
habitantes del país creen haber observado, y aún lo afirman por la tradición de
sus mayores, que los tiempos de lluvia abundante y de gran sequedad están divididos por
períodos casi fijos de siete a ocho años. Nos parece que tienen razón”.
(41)
Las
citas son tomadas de la edición de la obra de Don Manuel publicada en 1985 por
la Gobernación de Antioquia en la colección Autores Antioqueños. Esta edición, titulada “Geografía general del
Estado de Antioquia en Colombia”, dejó de lado, lamentablemente, la parte histórica.
LGVA
Abril
de 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario