Austeridad
expansiva
Luis Guillermo
Vélez Álvarez
Economista
El editorial de
La República del 25/10/25 comienza así: “Colombia es un país donde muy pocos
pagan un puñado de impuestos…”. Más adelante se refiere a: “…el raquítico
sistema tributario…”
Esas
afirmaciones son falsas:
En Colombia todo
mundo paga impuestos, pues, excepción hecha de unos cuantos ítems de la canasta
familiar, todo está gravado con el IVA y es imposible encontrar a alguien que
no compre nada. Esto sin mencionar el problema de la real incidencia del
impuesto que está determinada por el poder de mercado de algunos agentes
económicos que les permite trasladar su carga tributaria a sus demandantes o a
sus proveedores. Finalmente, los gravámenes sobre los combustibles y la
energía, insumos de todos los bienes y servicios, inciden en todo el sistema de
precios.
La carga
tributaria total se acerca ya al 32% del PIB: 19% de impuestos nacionales, 6% de
impuestos territoriales, 3% parafiscales de nómina, 0,8% parafiscales de servicios
públicos y transferencias del sector eléctrico, aportes patronales a la
seguridad social por 2,5% y regalías minero energéticas 1%.
Esto está lejos
de ser una carga tributaria “raquítica” para un país con un PIB per cápita de
US$ 7.000 anuales y que para eliminar la pobreza extrema y reducir
sustancialmente la desigualdad necesita crecer al 5% anual durante muchos años.
Ese crecimiento
solo es posible de forma sostenida si el País alcanza un coeficiente de ahorro de
30% para lo cual es preciso impulsar la inversión con una drástica reducción de
la carga tributaria a las empresas.
La tributación
no puede ser vista exclusivamente como el medio de conseguir dinero para
financiar el siempre creciente gasto del gobierno, sin considerar las
condiciones económicas generales y sus efectos sobre la conducta de las
personas. En la concepción
prevaleciente en Colombia, que llamaré colbertiana, la imposición se considera
exclusivamente como el medio de encontrar dinero para financiar el gasto del
gobierno, siempre creciente – ley de Wagner. Se parte de un gasto por financiar
definido por inercia – tanto para burocracia, tanto para gasto social, etc. – y
el problema es cómo obtener esa suma provocando el menor descontento. O como
decía Colbert, cómo desplumar el ganso provocando el menor número de alaridos.
La otra
concepción, completamente olvidada, parte, en primer lugar, del tipo de
sociedad que se quiere y, en segundo lugar, de las condiciones económicas
totales prevalecientes y deseadas. Aquí la imposición deja de estar regida
exclusivamente por las consideraciones financieras del estado y tiene en cuenta
sus efectos la conducta de las personas y las empresas, es decir, los
incentivos al ahorro, a la acumulación, al trabajo.
Por eso,
contrariamente la vulgata social-keynesiana dominante en la academia y en
consultoría económica colombiana, se trata de estimular la economía no
incrementando el gasto público sino reduciéndolo para dejar dinero en las
tesorerías de las empresas y los bolsillos del consumidor para impulsar la
demanda de inversión y el consumo privado. Austeridad expansiva es la base de
la estrategia de crecimiento de largo plazo de la MEGA 2040 de María Fernanda
Cabal.
LGVA
Octubre 2025

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