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lunes, 20 de mayo de 2019

¡Adelante, Presidente Duque!


¡Adelante, Presidente Duque!

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista

La calidad de un gobierno se juzga por sus decisiones frente a cuatro o cinco coyunturas realmente importantes. Todas las demás son consecuencia de estas o, la mayoría, mera rutina administrativa. El atinado tratamiento de la situación con Venezuela y el impecable manejo de la crisis creada por la previsible decisión de JEP en el caso Santrich y el increíble abandono de sus obligaciones por el fiscal Martínez Neira, muestran de qué está hecho el Presidente Duque.

Por lo menos desde el Frente Nacional, Duque es el primer presidente que gobierna sin tener mayoría en el Congreso. El suyo es el caso del príncipe que llega al poder un poco por azar y apoyado en las fuerzas de otro, asunto tematizado por Maquiavelo en el capítulo 7 de su conocido libro. El partido que eligió a Duque no es el suyo, es el de Uribe; no hay “duquismo”, hay “uribismo”.  

El Presidente se metió en el novedoso experimento de buscar el apoyo en el Congreso de los partidos del establecimiento – Liberal, Cambio Radical y Partido de la U - sin darles participación en el ejecutivo, por lo menos hasta ahora. Esto ha dificultado el trámite de los proyectos gubernamentales en el Congreso, pero los resultados están lejos de ser un fracaso.

 Aunque maltrecha, pasó su reforma tributaria y, con la aprobación de la ley del plan, todos los ministros tienen el material legislativo que requieren para trabajar: el que necesite más, que se vaya a buscarlo fuera del gabinete. El gobierno puede administrar el País sin pasarse por el Congreso durante muchos días. Lo único que debe hacer es estar vigilante para que no avancen proyectos de iniciativa parlamentaria verdaderamente malos.

Los críticos del gobierno, incluidos sus amigos, creen que la política frente a Venezuela ha fracasado, porque Maduro no ha caído aún. Error. Era imposible que Duque continuara con la política de apaciguamiento complaciente de su predecesor. Por múltiples razones, estaba obligado a enfrentar la dictadura, lo cual elevaba el riesgo de que esta, en su afán de desviar la atención sobre la crisis interna, buscara un enfrentamiento bélico con Colombia. Era necesario neutralizar esa amenaza y eso lo consiguió el Presidente Duque cuando el gobierno de Estados Unidos hizo pública su determinación de intervenir militarmente contra Venezuela en caso de agresión a Colombia.

Quienes duden de la posibilidad de esa agresión, deberían recordar que, en abril de 1982, la dictadura argentina, buscando superar la crisis política interna apelando al patriotismo, ocupó las islas Malvinas, provocando el trágico conflicto con Inglaterra. La dictadura de Maduro caerá tarde o temprano, elevando el prestigio del Presidente Duque, pero de momento ya se cumplió el objetivo al alcance del Gobierno colombiano: conjurar la amenaza de una agresión militar.

El manejo que el Presidente Duque dio a la crisis provocada por la decisión de la JEP de negar la extradición de Santrich y ordenar su libertad, fue impecable desde todo punto de vista: jurídico, político y logístico. No tuvo el Presidente que decretar el estado de conmoción interior ni, mucho menos, meterse en el embeleco de una constituyente o un referendo derogatorio.

Después de deshacerse de la incómoda presencia de Gloria María Borrero, hizo que el INPEC demorara la liberación del reo el tiempo necesario para montar el operativo que le permitiría acatar la orden de la JEP de liberar a Santrich y, con base en lo dispuesto en la misma sentencia, proceder a su detención inmediata. Hizo su declaración la noche del miércoles y al otro día, como si nada, regresó a Medellín a continuar su agenda, mientras se cocinaba el pastel.

Tirios y troyanos están todavía asimilando ese cinematográfico desenlace que me hizo recordar una película donde un abogado logra la liberación de su cliente, acusado de lesiones personales, mediante un recurso que al mismo tiempo lo incrimina en un caso de asesinato. Al final, el criminal en cuestión, al igual que Santrich, queda libre, solo para ser apresado instantes mas tarde. Ya deben estar los guionistas de Netflix escribiendo el libreto de esta historia.

La principal tarea del Presidente Duque es lograr que su sucesor sea un demócrata liberal respetuoso del estado de derecho y alejado cuanto más sea posible de las veleidades del socialismo. De esta forma se garantiza que durante los 8 penosos años de “implementación” del acuerdo de paz, el ejecutivo no caiga en manos los amigos, abiertos o embozados, de las Farc. Esto es lo esencial.

Esto debe lograrse sin grandes y riesgosos aspavientos legislativos, como la cacareada reforma a la justicia que nunca será adecuada con la composición actual de las altas cortes. Usando con inteligencia y tino su capacidad nominadora, el Presidente debe concentrarse en cambiar la composición de las cortes, haciendo que llegue allí el mayor número posible de magistrados comprometidos con la democracia liberal y la economía de mercado y sin inclinaciones socialistas. Esto puede demorar varios años, por eso hay que proceder sin prisa, pero sin pausa y entendiendo que cada nombramiento será objeto de enconadas batallas.

LGVA
Mayo de 2019.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Hernán Henao, el hombre de familia


Hernán Henao, el hombre de familia

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista

El cuatro de mayo se cumplieron 20 años del asesinato de Hernán Henao Delgado, perpetrado por sicarios al servicio de un criminal demasiado conocido, cuyo nombre me ofende mencionar al lado del de Hernán. La Universidad de Antioquia y, en particular, sus colegas y amigos del Instituto de Estudios Regionales han programado unas jornadas académicas y culturales para recordar sus contribuciones a distintos campos de la antropología y las diversas modalidades de su ejercicio profesional.

Hernán Henao, en efecto, se paseó por todas las áreas de la antropología, se aproximó a ellas desde la teoría y el trabajo empírico y lo hizo como profesor, investigador y asesor en la formulación de políticas públicas. Entre todos los temas que atrajeron su interés quiero destacar aquí el de la familia y el de la condición del hombre dentro de ésta, pues es en ellos donde, a mi modo de ver, ser produce con mayor notoriedad el entrelazamiento profundo entre su trabajo profesional y el extraordinario ser humano que Hernán fue.



De su maestra, Virginia Gutiérrez de Pineda, le vino, sin duda, su vocación por la familia, filiación que se evidencia en todos sus ensayos sobre el tema. La génesis de su interés por la figura masculina en la familia es menos ostensible, aunque él da algunas pistas cuando señala que los estudios de familia se verían recortados sin un enfoque de género y que, “ante la avalancha de escritos sobre mujer” decide asumir “interrogantes sobre el hombre en tanto género y no en cuanto categoría general para hablar de la especie humana”.

Pero sea cual sea la génesis intelectual, su reflexión teórica y su trabajo empírico sobre el tema del padre y del hombre en la familia lo llevan a una conclusión analítica y a un enunciado normativo que encuentran ambos una singular expresión en su propia experiencia vital.

En su hermoso ensayo, “Visión histórico-antropológica del padre: esbozos de obertura en cuatro tiempos”, de 1990, después de un erudita y fascinante exploración sobre la figura del padre – en donde aparecen Esquilo, Eurípides, Cervantes y Bernardino de Sahagún y todos los grandes de la antropología: Parson, Morgan, Mauss, Lévi-Strauss y Durkheim- Hernán llega a esta conclusión:

“Los esbozos de padre que hemos recogido, y los que podemos recoger, en diversas sociedades, incluyendo la nuestra, en la cual parece diluirse en medio del conflicto y la crisis de familia, apuntan a afirmar que ha hecho falta mirar al padre desde otro lugar, en donde no se le oponga a la madre ni se les niegue a los hijos. Pero no mirarlo para la defensa del oficio, sino para revolucionarlo 

En Antioquia, la imagen unilateral del padre que rechaza Henao es la del padre como proveedor, la del padre que, paradójicamente, afirma su preeminencia en el entorno hogareño por sus actividades extra-hogareñas, en particular, las económicas o productivas.

Es esta imagen de padre y hombre la que - en el ensayo “Un hombre en casa, la imagen del padre hoy”, de 1997, basado en una amplia encuesta - Henao encuentra que está cambiando de forma sutil pero significativa, aunque sin abandonar por completo el molde tradicional. Esta es la conclusión analítica a la que llega a partir de los resultados de la encuesta que indican que los padres de hoy juegan más con sus hijos y participan más de los oficios domésticos al tiempo que los miembros del hogar esperan que sean más amorosos, dialogantes y colaboradores.

Y de ahí surge la nueva mirada y el nuevo modo de ser del padre, que Henao reclamaba siete años atrás:

“En conclusión, hay papeles y valores nuevos para los padres. Estar y hacer, relacionarse más con los miembros de la familia, disfrutar del ambiente hogareño es hoy más importante para hombres y mujeres (…) de lo que fue en el ayer, en donde a él se le demandaba y se le valoraba por lo que hacía fuera del hogar”.

Este nuevo estar y hacer - que significa estar presente en la crianza y en la vida del hogar, en las actividades cotidianas y en las trascendentales - revoluciona el oficio de ser el padre porque para lograrlo el varón – a Henao le encantaba esta palabra- debe “andar el camino de espacios y tiempos que se le han asignado a la feminidad” porque “nada puede acontecer en el hogar sin que esté presente el toque femenino, y este puede aportarlo también el hombre”.

En su vida cotidiana, Henao, sin dejar de ser un cumplido y generoso proveedor, fue ese varón amoroso, tierno, feminizado que creía estaba emergiendo en nuestro medio y que deseaba profundamente que todos los hombres llegáramos a ser, pues eso llevaría a una radical transformación de la familia y, a la larga, de la sociedad entera.   

Terminada la jornada laboral, a eso de las cuatro o cinco de la tarde, Hernán llegaba a la casa de los abuelos, donde esperaban los niños y los mayores, y se zambullía en la familia: se entregaba al juego, al hacer de las tareas y al diálogo con los que estaban ya en la casa y con los que iban llegando de sus propios lugares de trabajo. Era un conversador incansable, interesado por todo lo que nos pasaba a todos.

Mi deuda personal con Hernán es enorme: su amistad me hizo mejor persona. Su casa, la casa de Hernán y Dorita -  quienes los quisimos nos acostumbramos a pensarlos juntos- siempre estuvo abierta para mí y todos sus familiares y los muchos amigos que tuvieron, quienes encontramos en ella un remanso de alegría y de paz, rodeados de libros y recuerdos etnográficos. Cuantas las veces lo necesité, estuvo allí, como un percherón – grande, fuerte, noble – dispuesto a tirar la carreta.

No conozco el interior de todas las familias e ignoro si hay un patrón de referencia que iguale a todas las que son dichosas, como imaginara Tolstoi. En todo caso, en la familia extensa bilateral que tuve el privilegio de compartir con Hernán, su presencia fue un factor permanente de seguridad, sosiego y dicha.

Por supuesto que seguimos siendo una buena familia extensa unida, una familia dichosa, como nos enseñaste a serlo, como hubieras querido que lo fuéramos después de tu partida, pero, ¡qué falta que nos haces, Hernán!

LGVA
Mayo de 2018.