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jueves, 27 de octubre de 2016

Jorge Enrique Robledo: candidato de la reacción

Jorge Enrique Robledo: candidato de la reacción

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Universidad EAFIT

Las fuerzas reaccionarias del País están de plácemes con el lanzamiento de la precandidatura presidencial del senador Jorge Enrique Robledo. En política, la reacción, explica doña María Moliner, es toda ideología o actuación contraria al progreso y los reaccionarios son aquellos que piensan u obran de acuerdo con esa ideología, propenden por restablecer lo abolido y se oponen a la innovación. El senador Robledo es su representante por antonomasia.

Para el senador Robledo la tragedia de Colombia empezó con la apertura del gobierno de Gaviria y se ha continuado con los acuerdos de libre comercio suscritos por posteriores gobiernos. El senador Robledo, al igual que su homólogo de Estados Unidos, Míster Donald Trump, detesta el libre comercio y nos propone retroceder – eso es ser reaccionario – a la época abolida del proteccionismo industrial con sus cuotas de importación, sus licencias previas y sus elevados aranceles que hacían posible que solo los muy ricos tuvieran acceso a bienes importados mientras que los demás tenían que conformarse con los bienes de producción local, costosos y de baja calidad; al tiempo que garantizaban a los productores nacionales, libres de toda competencia, una elevada rentabilidad.  El senador Robledo quiere que volvamos a vestirnos todos con Drill Armada Coltejer y camisas de popelina; que bebamos solo cerveza Pilsen, aguardiente tapa roja y gaseosas de Postobón; que usemos neveras y lavadoras Icasa y que, los más afortunados, conduzcan un Renault 4, el carro colombiano, para comprar el cual, en la época dorada del proteccionismo, había que ponerse en una lista pagando el 50% y esperar doce meses para la entrega, rezando para que entre tanto no aumentara el precio. Nada de eso importa, hay que garantizar la prosperidad de la burguesía nacional aliada del proletariado en su lucha contra el imperialismo yanqui y sus lacayos.

También la agricultura, según el senador Robledo, debe ser protegida con poderosos aranceles y feroces cuotas de importación y apoyada con generosos subsidios, como los de Agro Ingreso Seguro. No importa que los precios de los productos agrícolas nacionales se eleven, aumentando de paso la renta de los terratenientes, y que los importados se vuelvan inalcanzables para la mayoría. De eso se trata la soberanía alimentaria: garantizarles a todos los colombianos una balanceada dieta de habas y papas.  Nada de agroindustria y grandes explotaciones agrícolas mecanizadas y productivas. Eso sería proletarizar a los campesinos. A estos hay que dejarlos con sus pequeñas parcelas, sus unidades agrícolas familiares o, mejor aún,  con sus contratos de aparcería como en los años 50 y 60 del siglo pasado. Y eso sí, nada de innovaciones técnicas que eleven la productividad de la agricultura pues estas tienen el mismo efecto que el libre comercio: reducen los precios de los productos agrícolas y las rentas de los terratenientes. Quien se opone al libre comercio debe oponerse también a las innovaciones y al avance técnico. En esto el senador Robledo es bien coherente.

En efecto, el senador Robledo se opone a Uber y seguramente también a otras plataformas tecnológicas de la economía compartida. Y tiene toda la razón al obrar así: con Uber desaparecerán las rentas monopolísticas del negocio de los taxis de las que se apropian los Uldaricos de todas las ciudades y sus aliados políticos. El senador Robledo está haciendo méritos para convertirse en el más confiable de todos ellos. Para entrar a este negocio hay que comprar un carro, que cuesta 50 millones,  y hay que pagar un “cupo”, que cuesta otro tanto o un poco más, dependiendo de la ciudad o de la ruta donde se otorga la concesión. Por ejemplo, el “cupo” para prestar el servicio de taxi entre el aeropuerto de Rio Negro y la ciudad de Medellín cuesta la friolera de 200 millones de pesos. Es imperioso conservar esas rentas para financiar las clientelas políticas. Los usuarios del transporte urbano tienen que cumplir con el deber patriótico de transportarse en los desvencijados taxis amarillos del monopolio aunque tengan que hacerlo por la fuerza como ya está ocurriendo en algunas ciudades donde bandas de taxistas, apoyadas por guardas de tránsito y agentes de la policía de carreteras, están dedicadas a identificar y perseguir a los vehículos Uber y a sus usuarios.

Pero son muchos otros sectores de los cuales el senador Robledo se presenta como vocero. Allí están los pobres azucareros injustamente sancionados por la SIC por acartelarse para defender la producción nacional; los míseros arroceros sometidos a la ruinosa competencia del arroz que se importa con arancel de solo el 80%; están los de la leche, el trigo, los pollos y todos aquellos patrióticos productores cuyas rentas se ven amenazadas por los ruinosos TLC. Y claro, también están las instituciones de educación superior, las de garaje y las públicas subsidiadas, cuyos voceros se hicieron presentes en el foro recientemente convocado por el senador Robledo para denunciar la amenaza que para ellas representan las grandes universidades privadas de Estados Unidos. Hay que protegerlas pues aquellas son portaestandartes de la “cultura nacional, científica y de masas” por la que ha luchado el senador Robledo desde sus tiempos de maoísta en el MOIR.

El senador Robledo es un hombre respetable de cuya buena fue no puede dudarse. Se ha destacado en el congreso más por su constancia que por su sabiduría.  Siempre se ha visto y proclamado como el paladín de los pobres y los despojados. Paradójicamente, las políticas económicas que impulsa reducen la oferta disponible de bienes y servicios de los pobres que dice defender al tiempo que elevan los ingresos de terratenientes, productores ineficientes y  de buscadores de renta que se lucran de la intervención parasitaria del estado. Es decir, de todas las fuerzas reaccionarias que se benefician del aislamiento económico, el estado intervencionista y el atraso tecnológico y que todas a una están gritando: ¡Adelante, Senador Robledo!

LGVA
Octubre de 2016.




domingo, 23 de octubre de 2016

Jorge Luis Borges: ese liberal.

Jorge Luis Borges: ese liberal.

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Universidad EAFIT

Buena parte de los escritores e intelectuales del siglo XX, quizás la mayoría, mostraron y proclamaron una abierta antipatía con las instituciones del capitalismo y se veían como los aliados naturales de las masas explotadas por la burguesía codiciosa y las multinacionales sin alma. Este fenómeno llamó la atención de pensadores liberales, como L. V Mises y B de Jouvenel, quienes lo analizaron con singular agudeza[1]. Los escritores colombianos no escaparon a esa tendencia, con la excepción honrosa de Álvaro Mutis, quien además de proclamar sin tapujos su profesión de fe monárquica, para irritación de sus amigos “progresistas”, dejó al desnudo la patética ignorancia de estos en cuestiones económicas en un delicioso texto titulado “Economía de salón”[2].  En América Latina, Borges, por supuesto, fue el único gran escritor que se resistió al canto de sirena de la revolución cubana entonado desde Casa de las Américas, donde Haydée Santamaría y Fernández Retamar cumplían la misión de obtener – con premios, viajes, cocteles y publicaciones -  el apoyo de los intelectuales latinoamericanos al régimen castrista.

El inmenso talento de Borges permitió que los intelectuales y escritores “progresistas”, como Sartre, que alabó su obra, le perdonaran hasta cierto punto sus ideas supuestamente reaccionarias y sus desplantes escandalosos, como haber asistido a una recepción del general Videla, a la que también concurrió el “progresista” Ernesto Sábato, y su viaje a Chile en 1976, bajo el gobierno del general Pinochet. Cuenta María Kodama que días antes de dicho viaje, en el que fue a recoger un  Doctorado Honoris Causa en la Universidad de Chile, Borges recibió una llamada en la que desde Oslo le "recomendaban" no ir. La conversación concluyó con una frase en la que se revela su portentosa personalidad: “Mire señor, yo le agradezco su amabilidad, pero después de lo que usted acaba de decirme mi deber es ir a Chile. Hay dos cosas que un hombre no debe permitir: sobornar o dejarse sobornar"[3]. Añade, María Kodama, que, al escuchar esa frase, lo adoró mucho más.

Borges rechazó siempre que a un escritor se le juzgase por sus opiniones políticas. Reconoció a Neruda como un gran poeta, más que por sus versos románticos por los poemas que le inspirara su militancia comunista; pero a diferencia de este nunca fue militante ni propagandista de nada, pues como dijo una vez “...en lo referente a mis opiniones políticas, creo que nunca podría convencer a nadie con ellas”. Añadiendo a reglón seguido que “…siempre he hecho que quede claro (…) donde estoy. La gente siempre ha sabido que yo estaba (…) contra Hitler, contra el anti-semitismo, contra el fascismo, contra el comunismo, contra nuestro propio dictador, Perón.”[4]

A la pregunta, ¿qué le desagrada del comunismo?, respondió:

“Bueno, me han enseñado a pensar que el individuo debe ser fuerte y el estado débil. No podía entusiasmarme una teoría en la que el estado sea más importante que el individuo. Soy un conservador, pero ser en mi país conservador no significa ser una momia, significa, digámoslo así, un liberal moderado. Si se es conservador en la Argentina nadie piensa que se es un fascista o un nacionalista”[5].

En un ensayo titulado “Nuestro pobre individualismo”, incluido en su libro “Otras inquisiciones”, escribió:

“El más urgente de los problemas de nuestra época (ya denunciado con profética lucidez por el casi olvidado Spencer) es la gradual intromisión del Estado en los actos del individuo; en la lucha contra ese mal, cuyos nombres son comunismo y nazismo, el individualismo argentino, acaso inútil y perjudicial hasta ahora, encontrará justificación y deberes”[6]

También en “Otras inquisiciones” se encuentra este texto sobre el antisemitismo[7]
  
“Varias razones hay para que yo no sea un antisemita; la principal es esta: la diferencia entre judíos y no judíos me parece, en general, insignificante; a veces, ilusoria o imperceptible”. Y para reforzar su argumento, invocó la sabiduría cáustica de Mark Twain, quien declaró: “Yo no pregunto de qué raza es un hombre, basta que sea un ser humano, nadie puede ser nada peor”.  

Sobre el nacionalismo, en conversación con Antonio Carrizo, declaró:

“En cambio ahora estamos tan orgullosos de haber nacido en un lugar determinado….Lo cual es ridículo, ¿No? Yo creo que el nacionalismo es el mayor mal de nuestro tiempo”[8]

En su último libro de poesía, “Los conjurados”, dejó en un bello poema titulado “Juan López y John Ward”[9], la más despiadada condena del nacionalismo y el patrioterismo. Hay que citarlo en su totalidad:

“Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en la afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que la había sido revelado en una aula de la calles Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender”.

En los siglos XVIII y XIX, cuando nace el liberalismo, no había nada más progresista que la defensa de la libertad y del individuo contra la intromisión del estado. El siglo XX, en una insólita inversión de los valores, convirtió en progresistas a los adoradores del Leviatán y en reaccionarios a seres como Borges, el hombre de todas las patrias y todos los tiempos. Pero no importa, ahí quedan para siempre sus extraordinarias palabras:

“…yo nunca he sido un hombre oficial; yo nunca me he visto en función del Estado (…) Soy el menos oficial de los hombres y el más individual de los hombres, creo. Sigo siendo discípulo de Spencer: no digamos el individuo contra el Estado, pero el individuo sin el Estado, o con un mínimo de Estado. Si. Lo demás son accidentes”[10].

LGVA
Octubre de 2016.




[1] El texto de Mises se titula “La literatura bajo el capitalismo” en Mises L.V. (1996) Sobre liberalismo y capitalismo. Unión Editorial, Barcelona, 1996. Volumen II, páginas 229-245.  El texto de Bertrand de Jouvenel se titula “Los intelectuales europeos y el capitalismo” y está incluido en la obra colectiva El capitalismo y los historiadores. Unión Editorial, Madrid, 1997. Páginas 87-111.

[2] Mutis, Álvaro (1999). De lecturas y algo de mundo. Seix Barral – Planeta Colombiana Editorial, Bogotá, 1999. Páginas 258-260.

[4] Burgin, Richard. (1974). Conversaciones con Jorge Luis Borges. Taurus Ediciones S.A. Madrid, 1974. Página 124.

[5] Burgin, Richard. (1974). Conversaciones con Jorge Luis Borges. Taurus Ediciones S.A. Madrid, 1974. Página 124.

[6] Borges, J.L. (1980). Prosa completa. Bruguera, Barcelona, 1980. 2 Volúmenes. Volumen 2, página 163.

[7] Ídem, página 245.
[8] Borges y Carrizo (1997). Borges el memorioso: Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Página 21.

[9] Borges, J.L. (2013). Poesía completa. Random House Mondadori, Barcelona y Bogotá, 2013. Página 613.

[10] Borges y Carrizo (1997). Borges el memorioso: Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo. Fondo de Cultura Económica, México, 1997. Página 262.

sábado, 8 de octubre de 2016

Seis propuestas para mejorar los Acuerdos de La Habana

Seis propuestas para mejorar los Acuerdos de La Habana

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista, Universidad EAFIT

En mi blog personal publiqué un par de artículos sobre los Acuerdos de La Habana. El primero, el 30 de julio, titulado “Una reflexión sobre los Acuerdos de La Habana y cinco propuestas para mejorarlos”; el segundo,  titulado “Para salvar los acuerdos, voy a votar NO, el 16 de septiembre, en el que hacía pública mi intención de votar NO en el plebiscito del pasado 2 de octubre. Con razón, los partidarios del SI, reclaman de quienes votamos NO, las modificaciones que a nuestro entender deben hacerse a los Acuerdos para que éstos resulten aceptables para el conjunto más amplio posible de ciudadanos. En esos dos artículos están formuladas ya las modificaciones que a mi modo de ver deben introducirse a los Acuerdos. Aquí las reitero de forma sintética y más clara, eso espero.

Las propuestas que formulo parten del reconocimiento de que los Acuerdos son el resultado del trabajo serio, responsable y de buena fe de los delegados del gobierno y, presumo, también de las FARC. Aunque podría señalar centenas de cosas que me parecen indeseables y sugerir centenas de modificaciones, reconozco que el texto de los Acuerdos es un gran logro político que no puede dejarse de lado y que es, por el contrario, el documento central en torno al cual debe girar la discusión y plantearse las propuestas de mejora. Una razón adicional para tomar los acuerdos alcanzados como eje de cualquier negociación es la necesidad imperiosa de llegar al consenso más amplio posible en un horizonte de tiempo razonable, no más de dos o tres meses, para evitar la incertidumbre que puede afectar la confianza de los mercados en la economía colombiana. A continuación, mis propuestas.
 
1.    Incorporación de los Acuerdos al bloque de constitucionalidad. Los acuerdos no deben ser parte del bloque de constitucionalidad. Reconocidos juristas – Hernando Yepes Arcila, Hugo Palacios Mejía y Jaime Castro -  han planeado las graves implicaciones que esto tiene para la institucionalidad del País. Como economista creo que eso pone en riesgo la estabilidad macroeconómica y limita la libertad de acción y la política pública de dos gobiernos. En mi condición de simple ciudadano considero que es profundamente antidemocrático reformar la constitución mediante un procedimiento insólito que desconoce las facultades del Congreso y los procedimientos de reforma previstos en la constitución. Entiendo que esta es una pretensión de las FARC que tiene el propósito de “blindar” los acuerdos. Las FARC deberían entender que el blindaje de los acuerdos es antes que nada político y éste depende de la aceptación ampliamente mayoritaria de la ciudadanía.

2.    Desarrollo normativo de los Acuerdos. La agenda normativa para el desarrollo de los acuerdos es amplia y difusa: allí cabe cualquier cosa.  Además, ya se oyen las voces de quienes reclaman mayor déficit fiscal y mayor endeudamiento público para financiar los gastos que acarrea el cumplimiento de los acuerdos. Por eso, es conveniente excluir expresamente ciertos tópicos que son fundamentales para la estabilidad económica del País. En ningún caso las reformas constitucionales o legales  que deberán adelantarse para dar cumplimiento a los acuerdos deben comprometer el régimen económico y de hacienda pública de la constitución, en particular la autonomía del Banco de la República, el fundamento constitucional de la regla fiscal establecido por el acto legislativo 03 de 2011,  la distribución de recursos y competencias entre la Nación y las entidades territoriales del acto legislativo 07 de 2007, el sistema de regalías y el régimen de servicios públicos.  Los cambios constitucionales y legales que se realicen en el futuro sobre estas materias se harán conforme a los procedimientos legislativos ordinarios y en ningún caso según el procedimiento legislativo especial. 


3.    Jurisdicción especial para la paz. Creo que el aparato judicial paralelo que se pretende montar es excesivo e innecesario. La justicia transicional puede ser aplicada por los organismos judiciales del País. El grueso de los guerrilleros pueden beneficiarse de la amnistía o el indulto, como está previsto en los acuerdos. Los dirigentes de la FARC pueden ser juzgados por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. La JEP debe limitar su jurisdicción a los dirigentes de las FARC y a los militantes sobre los que pesen sindicaciones de delitos de lesa humanidad. Los militares y civiles que tengan causas pendientes con la justicia relacionadas con el conflicto podrán si lo creen conveniente someterse libremente a la JEP. En ningún caso – ni en el de los miembros de las FARC, ni en el de los militares, ni en el de los demás ciudadanos – se tendrán en cuenta informes o acusaciones de terceros; únicamente serán considerados en sus procesos los expedientes y demás documentos aportados por las autoridades judiciales del País.

4.    Participación en política. Aunque excesiva, la garantía de 5 curules en senado y 5 en cámara en las circunscripciones ordinarias debe mantenerse. Las 16 circunscripciones especiales deben abrirse a la participación de todos los partidos y movimientos políticos, tengan o no representación en el congreso. Las ventajas otorgadas al partido de las FARC deben extenderse en las mismas condiciones a los movimientos que carezcan de representación en el congreso y deseen postular candidatos en las circunscripciones ordinarias o en las especiales. Los ciudadanos que voten en las circunscripciones especiales no podrán hacerlo en las circunscripciones departamentales de cámara. Los dirigentes de las FARC que reciban condenas restaurativas de la JEP no podrán participar en las elecciones de ninguna índole hasta tanto hayan cumplido la pena impuesta. En la práctica esto significa que no podrán ser candidatos en las elecciones de 2018, más si en las de 2022. Todos los movimientos y partidos políticos tengan o no personería jurídica o representación en el congreso deben tener participación en los procesos conducentes a la formulación del estatuto de oposición y la reforma del régimen electoral.

5.     Política agraria.  Debo decir que el acuerdo agrario es un claro retroceso en la política agraria del País. No obstante, si se deja actuar libremente a los campesinos y empresarios, la visión del sector agropecuario que se pretende implantar será barrida por la fuerza de los hechos económicos. Para ello, los campesinos que reciban tierra del fondo de distribución de tierras deben poder disponer libremente, y en cualquier momento, de su propiedad, sin restricción alguna. Todos los campesinos y en especial los de las Zonas de Reserva Campesina deben también poder explotar sus talentos naturales, emplear trabajo asalariado, acrecentar el tamaño de sus parcelas, disponer libremente de su propiedad y venderla a quien deseen a un precio libremente acordado. Esos campesinos, como todos los colombianos, deben tener libertad económica, pues sin ésta no hay libertad política ni libertad de ningún tipo. Para garantizar a los campesinos el derecho a la salida de las ZRC, el gobierno se compromete a adquirir las UAF que se le ofrezcan por su precio de mercado, es decir, al precio de propiedades de características similares que no hagan parte de ninguna ZRC. El sistema de subsidios y transferencias que sustenta el modelo agrario de los acuerdos debe estar limitado temporalmente a cinco años y ser consistente con las restricciones fiscales y presupuestales. Es decir, todo gasto público a cargo de la Nación que se derive de los acuerdos debe incorporarse al presupuesto general de la Nación, como cualquier otro gasto: es decir, como una autorización de gasto sujeta a disponibilidad presupuestal, o sea: mantener el principio de que un gasto se ejecuta si la restricción presupuestal lo permite, y de lo contrario no. Esto aplica no solo para los gastos asociados al cumplimiento del acuerdo agrario sino también para todos los que se derivan de los demás acuerdos. 

6.    El problema del narcotráfico. La solución al problema del narcotráfico pasa por su descriminalización total. La descriminalización de la marihuana debe hacerse de forma inmediata, en un plazo no mayor de un año, como ya lo hicieron países como Uruguay, Holanda, Portugal y varios estados de los Estados Unidos sin verse obligados a denunciar la Convención de Viena de 1988. Se debe crear una comisión de expertos para que seis meses después de la firma de acuerdo final presente el procedimiento y el cronograma de descriminalización de la producción, comercialización y consumo de todas las drogas ilícitas. La descriminalización total debe estar concluida en dos años después de la firma del acuerdo ajustado.


LGVA
Octubre de 2016.