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jueves, 29 de agosto de 2013

El paro agrario: los precios, los quejosos y los buscadores de renta


El paro agrario: los precios, los quejosos y los buscadores de renta

 

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Consultor, Docente Universidad EAFIT

Juan Felipe Vélez Tamayo

Estudiante de Economía, Universidad EAFIT

"Uno de los tristes signos de nuestros tiempos
es que hemos demonizado a los que producen,
subsidiando a los que se rehúsan a producir
y canonizando a los que se quejan."

Thomas Sowell

I

Los precios son el lenguaje de la economía. Siempre están dando señales, diciendo cosas. En ocasiones el decir de los precios es grato a nuestros oídos, a nuestros bolsillos: maravillosos precios de mercado que recompensan nuestro esfuerzo, nuestro ingenio, nuestra creatividad, nuestra eficiencia. Con frecuencia el decir de los precios resulta desagradable y odioso: tus costos son excesivos, tu producto es mediocre, tu producto no tiene demanda, etc. Entonces nos revelamos contra el mercado injusto que no reconoce nuestro empeño, contra el mercado cruel que indiferente a nuestro esfuerzo nos juzga por el resultado, contra un mercado manipulado por intereses monopolistas que nos explotan, que extraen nuestro sudor, nuestra sangre, nuestra plusvalía. Si ganamos, loas a la mano invisible; si perdemos, insultos a la mano negra. Usualmente todo eso ocurre en la esfera de nuestra economía privada: si somos exitosos, confirmamos el rumbo; si el mercado nos castiga, terminamos por tragarnos nuestra rabia y tratamos de rectificarlo. 

Pero hay épocas en las que la frustración con el mercado sale de la esfera privada y salta a la esfera pública. Si se tiene la fortuna de pertenecer a un gremio o grupo de presión más o menos poderoso, la rabia silenciosa contra el mercado se transforma en indignación pública y salimos a las calles a protestar contra la injusticia social, nos declaramos en paro. Nuestra época tiene – como decía Sowell – una propensión a enaltecer a los quejosos. Las gentes suelen dar por sentada la justeza de sus reclamos y peticiones que siempre están dirigidas al gobierno, a ese Leviatán todopoderoso que si lo quisiera podría poner remedio a todos los males.  Sin embargo en la mayoría de los casos las quejas de los quejosos no son otra cosa que la expresión de su fracaso en el mercado y los remedios del gobierno meros paliativos que en el mejor de los casos sólo contribuyen a hacer más traumático y costoso un ajuste inevitable.  

II

Según los promotores del paro agrario una de las principales causas de la situación del sector agropecuario es la competencia de importaciones resultantes de los tratados de libre comercio firmados por Colombia en los últimos años. Al parecer el gobierno ha aceptado este argumento y anuncia la modificación de esos tratados. Ignoramos cómo podría hacerlo de forma unilateral, pero ese no es el punto.  Es posible que en algunos productos hayan aumentado las importaciones, pero en conjunto la participación de éstas en el PIB agrícola al igual que la de las exportaciones se ha reducido en los últimos años. La gráfica 1 muestra que el grado de apertura del sector agropecuario – la suma de importaciones y exportaciones como porcentaje del PIB - pasó de 25% en 2002, cuando no había ningún TLC, a 17% en 2012.  No queremos decir que esto sea bueno, todo lo contrario; pero esos son los hechos: el sector agropecuario es más cerrado después de los TLC.

Gráfica 1
 

Tampoco parece ser cierto que el comercio internacional de productos agropecuarios haya sido desfavorable para el país. La balanza comercial del sector agropecuario ha sido positiva en once de los últimos catorce años. A junio de 2013 se registraba un saldo favorable de US$ 221 millones. Entre 2000 y junio de 2013 el país exportó US$ 24.508 millones e importó US$ 20.917 millones en productos agropecuarios. Esto arroja un saldo favorable de US$ 3.591 millones de dólares. Tienen que haber productores agrícolas que se están beneficiando del comercio exterior, pero esos naturalmente no van a los medios de comunicación proclamando su éxito. Ni bobos que fueran.

Gráfica 2
 
III

No hay nada meritorio en la ineficiencia. Sin embargo, con una desconcertante falta de pudor, los productores en paro proclaman a los cuatros vientos la suya. Los cafeteros alegan que sus costos de producción exceden en 25% el precio internacional y pretenden, sin vergüenza alguna, que los colombianos que pagamos impuestos cubramos la diferencia. Hay que subsidiarles $ 1.400 por kilo.  ¿No parece mucho?  Pues para la cosecha de este año el subsidio sería de $ 1.000.000.000.000. ¿Y después qué? La respuesta la da sin reato alguno el representante del Huila en el CNC: “El objetivo es que, al menos, se garanticen, mientras el precio esté por debajo, los costos de producción”. No se le ocurre pensar en ajustar el costo de producción al precio internacional como lo hacen los cafeteros de Vietnam, Brasil, Guatemala y los países africanos que enfrentan el mismo mercado.

Los azucareros, que no son precisamente pequeños campesinos empobrecidos, se duelen de las importaciones procedentes del Brasil. Alegan que la revaluación los está arruinando. Sin embargo, en 2012 produjeron 2.140.000 toneladas de azúcar de las cuales se vendieron en el mercado interno 1.406.000. En ese año las importaciones ascendieron a 188.000 toneladas y las exportaciones a 546.000. El azúcar tiene un arancel de 16%, pero están clamando por medidas de salvaguardia[1].

Los arroceros, quienes tampoco son pequeños productores parcelarios, están protegidos por un arancel del 80% que no parece suficiente para protegerlos, léase bien,  de las importaciones procedentes de Ecuador y Perú. En el TLC con Estados Unidos obtuvieron un horizonte de desgravación de 19 años. No están contentos. Tampoco está contento el sector avícola cuya supuesta incapacidad para competir resulta más que sorprendente teniendo en cuenta que los aranceles que lo protegen varían entre el 5% y el 164%, con horizontes de desgravación que se extienden por 18 años. Al parecer tampoco lo están los productores de maíz, frijol, etc.; ni los empresarios de la agricultura de exportación como bananeros y floricultores que, aunque hoy no están en paro, presionan periódicamente por los subsidios del gobierno y la devaluación de la tasa de cambio. La Tabla 1 muestra los aranceles de referencia y los horizontes de desgravación para algunos productos.

Tabla 1
 
IV

Se puede sentir simpatía por los cultivadores de la Unión, el municipio papero de Antioquia, o por los lecheros de San Pedro de los Milagros, también en Antioquia,  y, en general, por todos los productores agrícolas. Pero también se siente simpatía por los asalariados urbanos que son quienes terminan asumiendo los sobre costos de una oferta agrícola ineficiente.

Gráfica 3
 

Los alimentos representan el 35% del valor de la canasta de las familias de ingresos bajos; el 27% de las de ingresos medios y el 18% de las de ingresos altos. Los altos precios de los productos agrícolas perjudican principalmente a las familias más pobres no solamente por el mayor gasto sino también por limitar sus posibilidades de empleo por la presión que ejercen sobre el salario nominal.

Sólo seis alimentos de la canasta familiar – leche, arroz, frijol, papa, huevos y azúcar – representan poco más del 10 % del valor de la canasta de las familias de bajos ingresos que son más del 80% de la población. Los aranceles proteccionistas a ese grupo de alimentos y a los productos agropecuarios en general son tremendamente regresivos.

Tabla 2
 
V

En río revuelto, ganancia de pescadores y buscadores de renta. Las almas generosas se conmueven ante la vista de los campesinos enruandados que entrevistan los periodistas y creen candorosamente que ellos representan los beneficiarios de la protección arancelaria y los subsidios del gobierno. Mas no siempre es así. En junio pasado la revista Dinero publicó los resultados financieros de 2012 de las 5.000 empresas más grandes del país, incluidas 181 del sector agropecuario. Sin duda alguna falta información de miles de unidades de explotación, pero la reportada no deja de tener cierto interés. En conjunto las empresas agropecuarias vendieron más de US$ 6.200 millones; la mayor de ellas poco más de US$ 300 millones y la menor no menos de US$ 8 millones. Quince empresas vendieron más de US$ 100 millones; 18 entre 50 y 100; 120 entre 20 y 50 y 28 menos de 10.

Tabla 3
 
Las cinco mayores empresas tienen el 16% del mercado y el índice de concentración HH de las ventas es de sólo 139 puntos. Sin embargo, cuando se analizan cada uno de los sub-sectores los indicadores de concentración se elevan considerablemente. La Tabla 5 reporta las cuotas de mercado de las cinco mayores empresas de cada sub-sector y los respectivos índices HH de concentración. Puede haber alguna sobre-estimación, pero las cifras sugieren que cuando se habla del sector agropecuario no siempre se trata de pequeños campesinos desamparados. Tras éstos están los buscadores de renta tratando de apropiarse a nombre de los pobres del presupuesto público.

Tabla 4
 
VI

Es necesario decir algunas palabras sobre la tasa de cambio. El peso se ha revaluado nominalmente y ello puede haber afectado levemente la competitividad de la economía. En todo caso no tanto como señalan ciertos analistas que le atribuyen el supuesto descalabro del comercio exterior. La gráfica 4 muestra la evolución del Índice de la Tasa de Cambio Real desde 2002. Entre 2010 y 2012 se presenta una revaluación real del peso más no tan significativa como podría haberse registrado dada la prodigiosa expansión de la base monetaria de los Estados Unidos que  muestra en la gráfica 5.

Gráfica 4
 
Gráfica 5
 


No obstante la evolución del ITCR entre 2002 y 2013, el saldo de la balanza comercial, como se observa en la tabla 5,  es favorable en todo el período, incluso entre 2010 y 2012, años en los que se registró la mayor apreciación real del peso. La balanza comercial del sector agropecuario arroja un superávit de US$ 159 millones en 2010; un déficit de   US$ 267 millones en 2011 y un nuevo déficit de US$ 69 millones en 2012.  A junio de 2013 se presenta un superávit de US$ 221 millones.

Tabla 5

VII

Los malos diagnósticos dan lugar a malas políticas, éstas llevan a la frustración y al desencanto y, eventualmente, a nuevos paros. Es ingenuo pensar, como parece creer el gobierno, que pueda adelantarse una política de protección arancelaria sin que ello dé lugar a respuestas semejantes de parte de los socios comerciales del país y al incremento del contrabando. Como se ha mostrado antes, aún con un grado de apertura bajo y declinante, la balanza comercial agropecuaria ha sido favorable al país en la última década. Una política proteccionista, además de tener efectos negativos sobre la inflación y el empleo, podría dar al traste con el incipiente desarrollo de una agricultura de exportación. Atribuirle los problemas del sector agropecuario a los TLC y obrar en consecuencia sería un grave error de política pública.

Los resultados de la última Encuesta de Opinión Empresarial Agropecuaria (EOEA) del mes de julio sugieren la existencia de un problema con el costo de los insumos que representan un 80% de los costos totales de la producción agropecuaria. Solamente el rubro de los fertilizantes tiene un peso que varía entre el 15% y el 30% de los costos totales. Faltaría revisar la existencia de un oligopolio en el sector de agro-insumos, principalmente de pesticidas y fertilizantes. Por lo pronto es adecuada la anunciada decisión del gobierno de reducir o  eliminar los aranceles a su importación.

Es necesario que el gobierno distinga entre los buscadores de renta y los pequeños agricultores. Frente a estos últimos pueden ser convenientes medidas de emergencia en materia de crédito. A mediano y largo plazo habría que establecer programas de micro-créditos, tanto públicos como privados; así como la promoción de su tecnificación y programas de asistencia auspiciados el Ministerio de Agricultura y el ICA, que se centren en la diversificación de la canasta productiva, el manejo de recursos y la transferencia a otros sectores más competitivos. Programas de esa naturaleza han tenido buenos resultados en países como Chile y Perú para no irnos muy lejos. En menos de una década Chile se tornó en el principal exportador de uvas y en el quinto de manzanas y duplicó las exportaciones de su sector agrícola, sin necesidad de apelar a una política proteccionista. El caso de Perú, país de características similares en muchos aspectos a Colombia, es incluso más impresionante.  También en el marco de una apertura comercial, se enfocó exitosamente en el mercado de espárragos y mango fresco y sus exportaciones agrícolas se han septuplicado. Debe buscarse también, en el corto plazo, la reapertura del mercado de Venezuela, país que no tiene un sector agrícola fuerte y que está muy necesitado de nuestros productos.

Existen pues opciones diferentes al retorno al modelo proteccionista que algunos defienden con el argumento peregrino según el cual “nuestros campesinos no son capaces de abarcar y entender todas esas normas y nuevas tecnificaciones”.  Una política agropecuaria que parta del supuesto de que nuestros campesinos son tontos y no responden a incentivos bien diseñados sólo puede conducir al asistencialismo y a la perpetuación del atraso. También es peregrino el argumento según el cual el sector agropecuario no puede exportar por las falencias de la infraestructura, como si esa misma infraestructura deficiente, cuyos costos se trasladan a los precios, no fuera la que se utiliza en las importaciones.

Preocupa que la debilidad del gobierno lo lleve a enfrentar la coyuntura con una piñata de subsidios, de la que a la postre los mayores beneficiarios serán los tradicionales buscadores de rentas, y con medidas proteccionistas cuyo efecto será anulado por reacciones similares de nuestros socios comerciales y que finalmente solo conseguirán aumentar el precio de los productos agrícolas y generar presiones alcistas sobre el salario atizando al mismo tiempo la inflación y el desempleo.

LGVA y JFVT.

Agosto de 2013.

 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Presidencialismo y conflicto político


Presidencialismo y conflicto político

 

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT

En última instancia las diferencias entre un monárquico y un demócrata se reducen a que el primero prefiere los azares de la genética en tanto que el segundo se inclina por los de la voluntad popular, porque tanto uno como el otro desean que el gobernante esté adornado con los atributos de la bondad, la sabiduría y el carácter.

La observación más superficial sugiere que los hombres excepcionales en todo sentido son más bien raros. Son raros los extremadamente bondadosos al igual que los extremadamente malos; la estupidez supina es tan infrecuente como la gran sabiduría; la pusilanimidad extrema es tan rara como la grandiosidad de carácter.  La mayor parte de la humanidad está formada por seres medianos en estos aspectos y en todos aquellos que definen su naturaleza.

No hay ninguna razón para suponer que quienes nos gobiernan, por herencia o elección, se aparten de la forma de ser de los demás mortales. Los “calígulas” son tan infrecuentes como los “aurelios” y la aparición de un Hitler es tan insólita como la de un Adenauer. La historia de los reinados y la de las democracias muestra una sucesión de medianías coronadas o electas interrumpida de tanto en tanto por princeps excepcionales por su inteligencia y su bondad o por tiranos abyectos e infames.

Si el princeps fuera siempre el filósofo, como soñara Platón, el buen gobierno estaría garantizado. La sabiduría le permitiría identificar el bien común más allá de toda duda y la bondad haría que aplicara todos sus esfuerzos a su obtención. Las reglas y las instituciones son innecesarias en el reino del princeps filósofo. Allí, el objeto de la ciencia política, como creía Leo Strauss, no puede ser otro que el de ahondar en el conocimiento del bien común y de los medios para alcanzarlo. Cuando ello no es así, es decir, cuando el bien común no es ostensible y los gobernantes son, como sus gobernados, humanos demasiado humanos, se precisan reglas o instituciones que los restrinjan en el ejercicio del poder para evitar que éste se torne despótico y arbitrario.  

La realización de elecciones de periódicas es la institución más importante de la democracia porque, como lo señalara Karl Popper, permite a los pueblos deshacerse de los malos gobernantes sin derramamiento de sangre. Las monarquías absolutas carecían de una institución semejante y cuando la genética les deparaba un príncipe inepto o criminal no quedaba más que la esperanza del accidente afortunado o la intervención oportuna del veneno o el puñal regicidas.

Las democracias y las monarquías parlamentarias europeas disponen de mecanismos para perpetuar en el poder a los buenos gobernantes, deshacerse de los malos y resolver los conflictos entre el parlamento y el jefe del ejecutivo: el voto de confianza y la disolución. Los regímenes presidenciales con sus períodos fijos y el origen popular de los mandatos del presidente y el congreso se enfrentan periódicamente a graves bloqueos institucionales cuando los presidentes enfrentan fuerte oposición, como Samper, y también cuando gozaron de gran apoyo popular, como Uribe. El régimen parlamentario habría permitido abreviar el mandato del primero y prolongar el del segundo sin ningún conflicto institucional.

Desde principios de los noventa se ha presentado en los países de América Latina, donde el presidencialismo es el régimen político típico, por lo menos de 15 bloqueos institucionales que llevaron a decisiones políticas, un tanto al margen de la constitución o con reformas sobre medida,  para prolongar el mandato de presidentes con gran apoyo popular, como Fujimori, Chávez y Uribe; o  abreviar el de mandatarios profundamente desprestigiados, como Collor de Mello, Abdala Buracán y Sánchez Lozada. La intolerancia de la comunidad internacional frente a los gobiernos de facto probablemente evitó que buena parte de esos conflictos se hubiera resuelto por la vía del golpe militar. Pero nada garantiza que no pueda ocurrir en el futuro pues lo que sí es seguro es la persistencia de conflictos como los descritos que parecen inherentes al régimen presidencial. Parece que ya es hora, en Colombia y América Latina, de empezar a andar el camino hacia el parlamentarismo.              

LGVA

Agosto de 2013.    

lunes, 19 de agosto de 2013

La legalización de la marihuana en Uruguay


Legalización de la marihuana en Uruguay

 

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT

 

El senado de Uruguay aprobó una ley que legaliza el consumo de marihuana. Unos 18 estados de los Estados Unidos han legalizado su consumo con fines terapéuticos que es un paso hacia la legalización plena - con fines recreativos, según se dice- como lo ha hecho Uruguay. Los holandeses fueron los pioneros: hace más de 30 años legalizaron las ventas minoristas de marihuana en los famosos “coffeeshops”[1] que se han convertido en uno de los atractivos turísticos de Ámsterdam.

Las consecuencias económicas inmediatas de la legalización de la comercialización y consumo la marihuana – y de cualquier bien o servicio ilegal – son extremadamente fáciles de anticipar. La ilegalidad de un bien o servicio eleva los costos de oferta pues introduce riesgos a la actividad de comercialización: el riesgo de ser descubierto, apresado y encarcelado. Surgen por tanto una serie de costos para reducir o mitigar esos riesgos: establecimiento de un sistema de distribución clandestino, pagos al crimen organizado, sobornos a la policía y demás autoridades, etc. Del lado de la demanda también existen riesgos semejantes que seguramente restringen el consumo. La ilegalidad opera como un impuesto a la comercialización y el consumo que tiene el efecto de restringir la oferta y la demanda: es decir disminuir las cantidades ofertadas y demandadas para un precio dado.
 

Si la restricción impuesta por la ilegalidad era efectiva, la legalización de la comercialización y el consumo - al suprimir los riesgos y costos señalados – tiene el efecto de aumentar las cantidades ofrecidas y demandadas al mismo precio que antes. En la gráfica esto se representa como un desplazamiento de las curvas de oferta y demanda hacia la derecha. Inequívocamente la cantidad transada aumenta. Lo que ocurra con el precio es más difícil de predecir sin conocer los parámetros de la funciones de demanda y oferta. Aunque en la gráfica, por construcción, se reduce, el precio puede aumentar, reducirse o permanecer inalterado.

Uno de los argumentos en contra de la legalización de la marihuana – que es considerada como una droga suave – es que con ello se induce el consumo de las llamadas drogas duras. Puede ser que así sea, puede ser que no: económicamente ello depende de si esas drogas duras son sustitutivas o complementarias de la marihuana. En el primer caso su demanda debe reducirse, en el segundo aumentar. También lo que ocurra con el consumo de alcohol dependerá de si su relación con la marihuana es de sustitución o complementariedad.

 Los efectos de mediano y largo plazo de la legalización son complejos y difíciles de predecir. Pero lo que si conoce el mundo – y en Colombia con especial intensidad – son los desastrosos efectos de la ilegalidad de la marihuana, la cocaína y todo lo demás. Seguramente en eso pensaba el Presidente Mujica cuando señaló temerle más al narcotráfico que a la marihuana.  ¡Y vaya si tiene razón!.

LGVA

Agosto de 2103.

 

 

 

 




[1] “Un Coffeeshop es un local que semeja un bar, con sillas, mesas, mostrador, sanitarios. En el mostrador se puede comprar marihuana, hachís, papel para armar extra largo, cartulina para hacer filtros, pipas, “joint” o “porro” liado y listo para fumar e infinidad de otros artículos. Son excepcionales los locales que expenden alcohol, lo común es hallar café, té, jugos de fruta, es muy raro hallar comida, a veces sí algún bocadillo. La decoración puede ir de la choza rastafari al templo budista, pasando por el pub irlandés. La proyección de videos, música, servicio de internet también son usuales en los coffeshops. Las personas que concurren al local pueden llevar su propio material, armar el porro y fumarlo, pero tendrá que consumir alguna otra cosa”. http://www.amsterdam.info/es/coffeeshops/
 

domingo, 4 de agosto de 2013

La venta de ISAGEN


La venta de ISAGEN

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT

 

En principio estoy de acuerdo con la afirmación de Adam Smith según la cual no existen dos caracteres más incompatibles que los del soberano y el comerciante – el estado y el empresario, diríamos en la actualidad – y por ello soy proclive a alejar el gobierno de la actividad empresarial. Sin embargo, las decisiones sobre la enajenación de los activos del estado deben evaluarse de forma pragmática considerando ventajas y desventajas de cada situación. Esto es lo que debe hacerse con la anunciada venta de ISAGEN.

La empresa no presenta los problemas de eficiencia, rentabilidad o gobernabilidad que con frecuencia justifican la venta de las empresas estatales; tampoco en el sector eléctrico se están presentando problemas estructurales que hagan necesaria su privatización. La venta de ISAGEN tiene una motivación puramente fiscal. El gobierno aspira a obtener $ 4.4 billones con la venta de su participación y anuncia su intención de destinar esa suma a la construcción de carreteras. Esa suma equivale a un 10% del costo estimado de los proyectos que conforman el plan de concesiones de cuarta generación y a la tercera parte del déficit fiscal de 2012. No parece mucho dinero.

ISAGEN tiene el 15% de la capacidad instalada de generación; EPM el 23% y EMGESA el 20%. Unos 38 agentes más, entre los que se encuentran CELSIA y AES-Chivor, se distribuyen el 42% restante. En principio, EPM y EMGESA no pueden comprar a ISAGEN pues excederían la cuota máxima de mercado que la regulación admite para un generador. Quedan CELSIA, el cuarto agente del mercado, y AES-Chivor, el quinto, como los más fuertes candidatos a adquirir ISAGEN. Con cualquiera de estos compradores se elevaría la concentración del mercado eléctrico que ya supera los 1.800 puntos del índice HH.

Colombia tiene un importante potencial hidroeléctrico por desarrollar. Las inversiones de esta naturaleza, especialmente las de gran tamaño, tienen elevados riesgos en su fase de construcción que con frecuencia disuaden a los inversionistas privados. Con la excepción de la hidroeléctrica de El Quimbo, cuya construcción adelanta actualmente EMGESA, y de algunas plantas menores, el potencial hidroeléctrico del País ha sido desarrollado por empresas controladas por el estado. ISAGEN, como empresa mayoritariamente pública, tiene un gran valor estratégico para garantizar la expansión de la generación en presencia de situaciones que debiliten el apetito inversor del sector privado. 

Los ingresos que puede producir la venta de ISAGEN no son significativos frente a las necesidades de inversión en infraestructura vial o el tamaño del déficit fiscal. Esa venta puede llevar al aumento de la concentración del sector eléctrico y priva al país de un recurso para atender riesgos y contingencias que pueden presentarse en la expansión de la generación.  Con la venta de las electrificadoras del Meta, Nariño, Caquetá, Huila y Casanare y de alguna porción de la participación en ECOPETROL, el gobierno nacional podría atender sus urgencias fiscales minimizando los efectos colaterales. Si finalmente, como todo parece indicar, la venta de la participación del gobierno en ISAGEN es irreversible, recomiendo comprar: es una excelente inversión.

 

LGVA

Agosto de 2013.