El gran reto de la sociedad venezolana
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
La obligación de velar por su interés personal y el de
sus seres queridos, disciplina a las personas en los hábitos de la regularidad,
la moderación, la previsión y la confianza en sí mismas. Esto no ocurre, en general,
por voluntad propia consciente sino por la fuerza de la
costumbre. Cuando las personas están obligadas a tomar sus propias
decisiones y a mantenerse con su propio trabajo, son más esforzadas,
constantes, ahorrativas, sobrias y menos exigentes. Habituar a la
gente a depender de las ayudas o los empleos poco demandantes del gobierno
tiene un efecto deletéreo sobre esos hábitos.
Todas las personas, incluidas las pobres, responden a
incentivos. El asistencialismo corrompe a las personas, no solo a los
políticos. Esa dependencia moldea también las actitudes políticas. El pueblo
venezolano – habituado a los servicios públicos gratuitos, gasolina a precios
irrisorios y a toda clase de ayudas sociales - se lanzó en brazos de Chávez
cuando la caída en el precio del petróleo hizo inviable el asistencialismo
desplegado en forma masiva por los gobiernos de Pérez, Caldera, Herrera-Campins
y Lusinchi en la bonanza petrolera de los años 70 y 80 del siglo XX.
Chávez consiguió hacerle creer a la población que la reducción
de las transferencias gubernamentales era decisión de una oligarquía perversa
deseosa de martirizar al pueblo y que él era el ungido para defenderlo y
reestablecer sus derechos. Chávez tuvo la fortuna de montarse en la fase
alcista de los precios del petróleo pudiendo de nuevo repartir dinero a
espuertas – las Misiones Bolivarianas o Misiones de Cristo - a una población
con arraigados hábitos de rentista. Y Venezuela pudo mantener el festín, como
lo denominara Arturo Uslar Pietri, hasta que los precios comenzaron a caer y
sobrevino la pavorosa catástrofe económica y social que el mundo contempla con
estupor.
Naturalmente, los responsables directos de esa
tragedia son Chávez, Maduro y la banda de delincuentes que los acompañan; pero,
los responsables indirectos son Pérez, Caldera, Herrera-Campins, Lusinchi y
todos los políticos adecos y copeyanos que con su asistencialismo desaforado
corrompieron la sociedad venezolana allanado así el camino de Chávez y Maduro.
Sin pretender desconocer la heroica lucha del Maria
Corina Machado y su movimiento Vente, campaña arrolladora y su muy segura
victoria es resultado del colapso del
sistema asistencialista de subsidios masivos, de empleo burocrático y
corrupción legalizada montado a partir de la renta petrolera que se extinguió.
Para decirlo brevemente, Edmundo González, el ungido de Machado, triunfa hoy
por la misma razón que triunfó Chávez hace un cuarto de siglo: la caída de la
renta petrolera.
Después
de la victoria electoral, el gran reto de los liberales demócratas venezolanos
es la reconstrucción de la sociedad sobre la base de una economía basada en una
actividad privada vigorosa y un estado centrado en proveer seguridad, orden y
justicia; todo lo cual es extremadamente difícil con un ejército corrompido, la
presencia de múltiples economías criminales y una población acostumbrada al
asistencialismo.
LGVA
Octubre de 2024
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