Después de Petro
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Es cada vez menos probable que Petro y su partido
puedan permanecer en el gobierno más allá de 2026: su fuerza electoral y su
capacidad de movilización están muy menguadas y no se avizora nada que pueda
contrarrestar su declive, todo lo contrario[1]. El santismo, sin cuyo
soporte no habría ganado en 2022, buscará la presidencia con su propio
candidato, pues la deuda, por el apoyo decisivo del petrismo en la segunda
vuelta de 2014[2],
ha quedado saldada[3].
Los colombianos tendrán que escoger en 2026 entre dos modelos
de desarrollo, a saber:
·
El
intervencionismo proteccionista, agrarista y asistencialista que, con
diferentes énfasis y pocas excepciones, ha caracterizado la política económica
de sucesivos gobiernos, prácticamente desde el primero de López Pumarejo, en
los años 30 del siglo pasado.
·
El liberalismo
económico radical que vuelque la economía hacia el mercado internacional, atraiga
la inversión extranjera masiva y retenga la nacional con bajos impuestos,
equilibrio fiscal, moneda sana, libertad cambiaria y financiera, mercado
laboral libre y un gobierno austero que garantice seguridad y orden.
Votar por el primer modelo - cuya expresión política
será una coalición de santistas de todos los partidos que ya está en
construcción[4]
– conduce a la perpetuación de una economía mediocre, atrapada en la trampa del
ingreso medio por una fiscalidad agobiante y un sistema asistencialista de
subsidios masivos, de empleo burocrático y corrupción legalizada, bajo la
amenaza continua de perder totalmente la libertad y la democracia.
Está probado que los países con mayor libertad
económica son más prósperos, sus habitantes gozan de mayor bienestar económico
y social y de un medio ambiente más sano. En menos de tres décadas, Polonia y
los países bálticos salieron de las garras del socialismo y saltaron a la liga
de los países de ingreso medio-alto, aplicando la misma fórmula que en los años
sesenta del siglo pasado siguieron los llamados Tigres Asiáticos (Taiwán, Corea
del Sur, Singapur y Hong-Kong), economía volcada a la exportación y abierta a
la inversión, mientras que Colombia, al
igual que los demás países de América Latina, optaron por la fórmula agrarista
y proteccionista de la CEPAL y la hostilidad a la inversión extranjera.
Es necesario construir una coalición política
alrededor de la defensa sin ambages de la libertad económica radical entendida como
el derecho fundamental de todos los seres humanos de controlar su propio
trabajo y su propiedad; de trabajar, producir, consumir e invertir de la forma
que deseen; regidos por una constitución y unas leyes que protegen y amplían
las libertades, en consonancia con los avances de la ciencia y la tecnología, y
unos gobernante que permiten que el trabajo, el capital y los bienes se muevan
libremente.
La libertad es una e indivisible porque en todas sus
formas reposa sobre el mismo principio: el dominio de cada ser humano sobre su
propia persona. El papel del gobierno es preservarla en todas sus formas y
buscar su ampliación. La libertad es el objetivo político supremo y, más que
utilitarista, su defensa debe ser rotunda y apasionada.
LGVA
Octubre 14 de 2024.
[1]
Dudo de que Petro trate de
mantenerse en el gobierno recurriendo a la fuerza o a procedimientos contrarios
a la constitución.
En primer lugar, porque carece de la fuerza
requerida para lograrlo mediante la movilización masiva con apoyo paramilitar
armado.
En segundo lugar, porque le ha sacado gusto a
ser una vedette consentida de la izquierda internacional que adora su
palabrería y eso no sería posible hacerlo en el futuro si, con una intentona de
golpe o cualquier procedimiento abiertamente antidemocrático, se convierte en
un paria como Maduro, Ortega o Diaz Canel.
[2] En su autobiografía, Petro escribe:
“…cuando
nos metimos en la actividad electoral para ayudar a Santos en la segunda vuelta
…”
Más
adelante: “El rol que jugamos en la victoria de Santos nos convirtió en un
factor determinante para la política colombiana”.
Luego,
hablando del plebiscito: “…siempre he creído que la coalición Santos-Petro
debió haberse expresado en ese momento”.
El fuerte electoral de Petro en 2014 era
Bogotá. En la primera vuelta Zuluaga obtuvo en la capital 542.432 votos y
Santos 444.051, para una diferencia de 98.381 a favor de Zuluaga. En la segunda
vuelta Santos alcanzó 1.337.249 y Zuluaga 1.075.638, para una diferencia de
261.711, a favor de Santos, equivalente al 28% del total de votos, 992.341, con
los que Santos superó a Zuluaga.
[3]
Desde el inicio de la campaña presidencial de 2022, Santos materializó su apoyo
decidido a Petro poniendo a su disposición a gente de su entraña, Roy y
Benedetti, los más especializados en clientelismo electoral. Luego engalanó el
gabinete de Petro con varios de sus ex ministros y amigos políticos: Gaviria,
Lizcano, Prada, Velasco y Cristo, entre otros. También Fajardo ha tenido
importante representación en el gabinete de Petro con Ocampo y Murillo.
[4]
Esa es la misión encomendada a Juan Fernando Cristo Burgos. Más que para ayudar
a Petro en el trámite de su averiada agenda legislativa, su objetivo en el
Ministerio de Gobierno es armar el Pacto Nacional del próximo gobierno, que
sueña con encabezar. Se podría estar configurando el Frente Nacional Santo-Petrista,
del cual podrían hacer parte los partidos Conservador, Liberal, Cambio Radical,
de la U y los Verdes.
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