Intervención en el Concejo de Medellín el 24 de
junio de 2024
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Señor presidente, muchas gracias.
Como ciudadano, militante del Centro Democrático y vocero de
su bancada en este Concejo, no puedo guardar silencio frente a lo ocurrido el
sábado pasado en la Plaza de La Alpujarra, centro administrativo de Medellín y
Antioquia y, sobre todo, corazón de la antioqueñidad como quiera que allí se
encuentra el portentoso Monumento a la Raza del Maestro Arenas Betancur,
símbolo de nuestro pueblo que con trabajo duro y tesonero se alza desde el
fango de los caminos de arriería hasta alcanzar las estrellas.
Por esa razón, la llegada de Petro a La Alpujarra con su
séquito execrable de políticos corruptos y sanguinarios criminales es
ciertamente una afrenta para Antioquia, pero una afrenta de esas a las que por
provenir de quien proviene la sabiduría de nuestro pueblo aconseja responder con
aquello de a un bagazo poco caso, a un cagajón poca atención…
Pero, desgraciadamente, señor presidente, no podemos dejar
las cosas ahí y tratarlas con desdén. El problema es que esto está ocurriendo
15 días después del atentado criminal que tiene entre la vida y la muerte a
Miguel Uribe. Lo ocurrido el sábado es como si a las dos semanas del asesinato
de Luis Garlos Galán el presidente Virgilio Barco Vargas hubiese salido en
tarima abrazado con Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodriguez Gacha. Ni más ni
menos. Esto si lo hace especialmente afrentoso, no solo para los antioqueños
sino para todo el pueblo colombiano, y, más que afrentoso, especialmente
peligroso para todos los opositores del régimen y en particular para el Centro
Democrático.
Ya sabemos
que el atentado contra Miguel fue ejecutado por un despiadado sicario que obró
con frialdad absoluta valiéndose de una pistola Glock semiautomática de 9
milímetros. No se trató pues de un muchacho atolondrado que disparó un trabuco
casero alentado por el discurso de odio de Petro. Fue un intento de asesinato
en regla rigurosamente planeado y ejecutado con toda precisión apuntando a la cabeza
desde cortísima distancia. Hay toda una estructura criminal tras ese atentado y
la única pregunta que deben ocuparse de resolver la Fiscalía y la Policía Nacional
es saber quién está al mando de esa estructura, quién dio la orden de asesinar
a Miguel, ¿quién fue?
Cualquiera
sea el resultado de las investigaciones tendientes a establecer la
responsabilidad penal, es clara la responsabilidad política que le cabe Petro
por su permanente incitación a la violencia contra la oposición en general y
contra Miguel en particular. A Miguel le enrostró supuestos 10.000 torturados por
abuelo Julio Cesar Turbay Ayala.
El odio de
Petro contra Turbay Ayala es claramente comprensible como quiera que éste le
infligió al M -19 contundentes derrotas al punto de que al final de su mandato
tenía bajo rejas a toda su cúpula directiva. Desgraciadamente, a Turbay Ayala
lo sucedió Belisario Betancur que los sacó de la cárcel recibiendo como pago
por su buenismo la sangrienta toma del Palacio de Justicia de cuyas
consecuencias aún no se repone el País.
Después de que Santos claudicó ante las Farc renunciando a
combatir el narcotráfico, el área cultivada de coca y la producción potencial
de cocaína han crecido de forma exponencial mientras que las incautaciones,
como fracción de la producción potencial, declinan aceleradamente. El aérea
cultivada se multiplicó por 6, pasando de 50 mil hectáreas, hacia 2013, a más
de 300 mil en 2024. La producción potencial de cocaína se multiplicó 8,5 veces,
al pasar de 312 toneladas a 2652, en ese mismo lapso; finalmente, los decomisos
cayeron de 40% de la producción potencial a poco más de 25%. Las bandas
criminales (Clan del Golfo, ELN, Disidencias Farc, Segunda Marquetalia,
Comandos de Frontera, Herederos AUC/EPL, etc.) que controlan el narcotráfico y
otras economías ilegales, aunque eventualmente se asesinan entre ellas, están
adelantando sus negocios en completa libertad y tienen presencia en 455 de los
1.103 municipios del País, una extensión equivalente por lo menos a 35% del
territorio nacional. En este contexto se
produce el atentado contra Miguel Uribe.
Por acción y omisión la situación de la criminalidad
desbordada con amplio control territorial es creación del gobierno del Pacto
Histórico razón por la cual lo que más pueden desear las bandas es la
continuación en el poder de Petro o cualquiera de sus secuaces: “bolívares”,
“pizarras” o “royes”. Por otra parte, ni
los “gavirias”, ni los “fajardos”, ni las “claudias”, ni los “danieles”, ni los
“mauricios” ni ningún otro de los integrantes de la variopinta franja política
que afirma no ser ni de izquierda ni derecha sino todo lo contrario representa
mayor amenaza contra la actividad del crimen organizado. Todos ellos, en medio
de sus imperceptibles diferencias, comparten la teoría de las “causas
objetivas” de la criminalidad que condujo al gobierno claudicante con la
delincuencia implantado por Santos y llevado a su máxima expresión por Petro.
Por doctrina y por historia, el Centro Democrático es la
única amenaza cierta para las actividades de las bandas criminales. Estamos en
una situación semejante a la de 2002 cuando las Farc, entonces franquicia
predominante en el mundo criminal, trataron de impedir con 14 atentados la
elección y posesión de Álvaro Uribe como presidente de los colombianos.
Hoy la principal amenaza contra la democracia colombiana,
específicamente, contra la realización de elecciones libres en 2026, la
constituyen el accionar de las bandas criminales, dispuestas a cualquier cosa
por preservar sus negocios, y la incapacidad del gobierno Petro de garantizar
la seguridad de los partidos y candidatos decididos a combatirlas desde el
poder. Todo lo demás – reformas, asambleas, consultas, etc. – es parafernalia
distractora.
Hay un interés coincidente entre el Pacto Histórico y las
bandas criminales. Son como la pareja de rieles de una misma carrilera, nunca
se cruzan, pero conducen al mismo destino: el derrumbe de la democracia, la extinción
de la libertad, la desaparición del orden y la legalidad.
Ian Kershaw en su biografía de Hitler cuenta que no se han
encontrado documentos que prueben que Hitler diera órdenes directas de
construir un campo de concentración, instalar una cámara de gas o fusilar a unos
judíos en particular. Dice Kershaw que esas órdenes concretas eran innecesarias
ya que todos sumisos ministros del Reich entendían lo que debían hacer,
entendían que debían esforzarse por “actuar en el sentido del Führer”, expresión de uso entre esos ministros que, en
un gobierno caótico, se veían obligados
a deducir el sentido del Führer de aquello a lo que dedicaba la mayor parte de
su tiempo: los maratónicos y delirantes
discursos incitando el odio a los judíos, a los polacos, a los eslavos y a
todos los que no fueran miembros de la raza superior.
Tan o más criminal que la incitación al odio étnico es la
incitación al odio de clase que Gustavo Petro ejerce con maestría en sus
discursos delirantes. En el vergonzoso
evento del sábado, rodeado de criminales, volvió a atizar el odio contra
nuestro alcalde y nuestro gobernador, contra la oposición democrática y contra
el empresariado de antioqueño. Cuando esos criminales empiecen a actuar en el sentido
del jefe, como ya lo hicieron contra Miguel Uribe, recuerden los discursos como
el del sábado.
El vergonzoso evento se presentó como una iniciativa de paz
para la dejación de armas y la seguridad, recuerdo estas palabras:
“Nunca crean que una política de seguridad construida con
pactos mafiosos generará seguridad, solo generará poder del crimen; la toma
mafiosa del estado y más muerte sobre la sociedad. Esto no volverá a pasar ni
en Medellín, ni en Antioquia, ni en Colombia”
Esto lo escribió un tal Gustavo Francisco Petro Urrego el 12
de febrero de 2018.
¡Claro que no pasará, claro que el gobierno mafioso no pasará!
No pasará en Medellín, porque ya triunfamos con Federico
Gutiérrez; no pasará en Antioquia, porque ya triunfamos con Andrés Julián Rendón
y no pasará en Colombia porque, bajo el liderazgo Álvaro Uribe Vélez, triunfaremos
en 2026 con una coalición liberal y democrática, defensora del orden y el estado de derecho, de la propiedad
privada y de la economía de mercado, encargada de tirar el Pacto Histórico y el
Socialismo del Siglo XXI al basurero de la historia.
Si Antioquia
resiste, Colombia se salva.
Si Antioquia
resiste, Colombia se salva.
Si Antioquia
resiste, Colombia se salva.
Gracias
señor presidente.
LGVA
Junio de
2025.
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