¡Ocampo la hizo otra vez!
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Hace cerca de un año - en columna titulada “Ocampo y
la curva de Laffer”- recordaba que, como ministro de hacienda de Samper, el
ahora ex – ministro de Petro, José Antonio Ocampo, había recibido la economía
creciendo al 5%, con 8% de desempleo, y la había entregado creciendo al 0,6% y
desempleo de 15%; después noquearla con una reforma tributaria, ley 223 de
1995, que llevó la tarifa de renta a 35%, la tarifa general del IVA a 16% y
creó el impuesto global sobre la gasolina. Dije también que “Ocampo repetirá su
hazaña” con la reforma tributaria entonces en discusión, la ley 2277 de 2022.
En efecto, la reforma tributaria de Ocampo, con el
prurito de gravar a los ricos, castigó, sin clemencia, el ahorro y la
inversión. Por eso no tienen nada de sorprendente las caídas de 24% en la
formación bruta de capital y de 8% en la formación bruta de capital fijo, que
arrastran las importaciones, cuyos principales componentes son bienes de
capital, bienes intermedios y materias primas. El consumo privado final crece
un lánguido 0,7%, reflejando también el impacto depresivo de los tributos
incrementados en la economía de las familias.
Lo único que crece es el gasto del gobierno (2,5%),
aunque Ocampo, se duele de que no haya crecido más, al parecer por la ineptitud
de un gobierno que tiene en caja los billones adicionales que le dio la reforma
tributaria. En efecto, como se no tuviera nada que ver con el asunto, Ocampo
señala que “la economía está en franco estancamiento” y reclama del gobierno la
adopción de un plan de reactivación. ¡Hágame el favor!
También los analistas de Fedesarrollo claman por mayor
gasto “contra cíclico”, al tiempo que se muestran sorprendidos por la caída de la
inversión, como consecuencia de una reforma que en su momento apoyaron en
nombre de la “justicia social redistributiva”.
El comportamiento del PIB por el lado de la oferta
confirma el debilitamiento de la actividad privada, con fuertes caídas en la
industria (- 4%), la construcción (- 3,7%) y el comercio (- 3,2%). Solo tienen
un crecimiento importante el sector minero energético (3,8%), que depende de la
demanda externa, y el de la administración pública y defensa (4,5%), que tiene
un comportamiento bastante autónomo.
Extrañamente, para la directora del DANE no hay
desaceleración ni estancamiento sino una simple “normalización” de la economía.
Por el contrario, para el ministro Ricardo Bonilla, las cifras indican que “hay
que actuar sobre la construcción y las obras civiles” y que “debe recuperarse el
tejido industrial”. O algo parecido.
Por eso, es posible que en lo que queda del año, se
desate un gasto público desaforado y desordenado para tratar de evitar una
debacle mayor de la tasa de crecimiento. Pero lo cierto es que el daño mayor ya
está hecho pues el derrumbe de la inversión tiene un impacto sobre el
crecimiento potencial del producto que tendrá una expansión mediocre en los
próximos años.
LGVA
Agosto de 2023.
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