Anexo a la parábola de la emisión monetaria
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Algunos lectores de la parábola de la emisión
monetaria han tenido la gentileza de recordarme que Keynes, Krugman, Stiglitz y
muchos economistas más, recomendaron la expansión monetaria para enfrentar una
recesión. Eso es cierto, esa idea se le ocurre a cualquiera. Incluso Hayek, tan enemigo de la manipulación de la oferta monetaria
por el gobierno, en Precios y Producción, concedió que una política
monetaria a ultranza podía ser remedio para una recesión profunda, como la que
agobiaba al mundo en los años 30. La llamó política del “desesperado”.
Las monedas nacionales no están vinculadas al precio
de ninguna mercancía, como en el patrón de oro, o al precio de ninguna otra
moneda, como en el régimen de tipos de cambios fijos de Bretton Woods, por eso
su cantidad puede aumentar sin límite alguno. El objetivo de la parábola era
explicar eso y señalar los riesgos que entraña.
Para evitar que los gobiernos abusen de la emisión de
dinero, se han establecido en muchos países normas para esta se haga de
la forma más técnica posible y ajustada a las necesidades de la economía. La primera
de ellas es la autonomía de la banca central, consagrada en Colombia por el
artículo 372 de la Constitución.
La propuesta del senador Petro de “emitir dinero para
los pobres” técnicamente quiere decir que el Banco de la República le otorgue al Estado un crédito directo, es decir, un préstamo no mediado por las operaciones
de mercado abierto, mediante las cuales el Banco expande o contrae la oferta
monetaria comprando o vendiendo títulos de deuda pública o privada. Al
respecto, el artículo 373 de la Constitución señala lo siguiente:
“Las operaciones de financiamiento a favor del Estado
requerirán la aprobación unánime de la junta directiva, a menos que se trate de
operaciones de mercado abierto”.
Esta norma es fundamental pues ella evita que el banco
emisor se convierta en la caja menor de un gobierno irresponsable.
Pensando en situaciones verdaderamente desesperadas, que no es el caso de Colombia, en
lo que llamó la trampa de liquidez, Keynes, en la Teoría General habló de enterrar
botellas con billetes para que la gente las sacara y gastara a su antojo ese dinero.
Friedman usó la metáfora audaz de helicópteros lanzando dinero sobre las
ciudades. Pero algo va de las metáforas de Keynes y Friedman a las ideas que,
con toda seriedad, el senador Petro lanza a la topa tolondra para cautivar
incautos.
Los artículos 371, 372 y 373 de la Constitución son la
piedra angular de la estabilidad macroeconómica del País. Acabar con la autonomía del Banco y poner en
manos de un eventual gobierno de Gustavo Petro el manejo discrecional de la
oferta monetaria para "repartir plata a los pobres", sería como entregar a
un niño de cinco años un bisturí para que haga una operación de corazón abierto
con los ojos vendados.
LGVA
Enero de 2021.
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