EPM
rumbo a Wall Street
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
Las concejalas Luz María
Múnera y María Paulina Aguinaga criticaron recientemente las inversiones de EPM
en el exterior indicando que por cuenta de éstas la Empresa estaba sobre-
endeudada e incumpliendo la obligación con los acreedores de mantener una
relación deuda/ebitda de 3.5 veces. Luis Fernando Múnera López, antiguo
funcionario de la Empresa, en su leída columna del periódico El Mundo, hizo eco
de esas críticas llegando a sugerir que en 2017 la Empresa podría enfrentar
problemas de liquidez.
El debate sobre EPM es
siempre bienvenido, pero debe hacerse sobre la base de las cifras y una lectura
ponderada de las mismas. Un indicador deuda/ebitda de 3,5 significa que la
empresa puede pagar su deuda con su flujo de caja en 3 años y medio. Esto es
una cifra ridículamente baja para una Empresa cuyos bonos y créditos tienen
plazos de 10, 15 ó 20 años. Lo que debe llamar la atención no es que los
indicadores de endeudamiento hayan aumentado ligeramente y de forma temporal,
como consecuencia de circunstancias exógenas que pueden afectar a cualquier
empresa, sino que estructuralmente sean tan ortodoxos para una empresa que se
expande vigorosamente a nivel internacional al tiempo que adelanta las grandes
inversiones de la hidroeléctrica de Ituango y la planta de Bello y entrega anualmente
al municipio el 55% de sus utilidades.
Lo de Panamá ciertamente es
un desastre. Y es también probable que el precio pagado por Aguas de
Antofagasta haya sido más elevado de lo algunos analistas consideran adecuado. Personalmente confío en la recuperación de la inversión. Las críticas pueden ser válidas y los directivos de la compañía deben asumirlas
con humildad y voluntad de aprendizaje. Pero no puede desprenderse de ello una
condena global a una estrategia de internacionalización que ha venido
adelantándose de forma persistente, paciente y exitosa desde hace más de 12
años. Como consecuencia de esa expansión, los ingresos y las utilidades del
Grupo y las transferencias al Municipio – que bordean el billón de pesos – han
crecido considerablemente. Es en un horizonte de tiempo amplio y teniendo en
cuenta que los resultados de cualquier empresa están sujeto a alzas y bajas
como debe evaluarse el desempeño de EPM y su cuerpo directivo. Condenar toda
esa gestión por el descalabro de Panamá o por el supuesto error en la
valoración del negocio de Antofagasta, ignorando todo lo demás, es como pedirle
a un ajedrecista que gane todas sus partidas sin perder un peón.
Esto conduce al principal
problema que enfrenta hoy EPM: la naturaleza de su misión y su gobierno
corporativo. EPM es, por así decirlo, una empresa estatal de nuevo tipo. El
régimen de subsidios de la ley 142 dejó sin piso lo que en una economía de mercado
e iniciativa privada da fundamento a la propiedad estatal de las empresas de
servicios públicos: la garantía de acceso universal. EPM, como cualquier
empresa privada, no tiene hoy otra misión que la de generar valor para su
propietario.
Los propietarios de las
cosas son los que deciden qué hacer con ellas. El propietario de EPM cambia
cada cuatro años. Y se trata de un propietario con intereses y prioridades que
usualmente no están alineadas con las exigencias de capitalización y
crecimiento de largo plazo. Por estatutos, las transferencias ordinarias no
pueden exceder el 30% de las utilidades. Pero esos mismos estatutos dejaron
abierta la puerta para transferencias extraordinarias que con el paso del
tiempo se han convertido en ordinarias de suerte que sumadas unas y otras
alcanzan hoy el 55% de las utilidades. No es ocioso recordar que lo que más
desvaloriza una empresa es la excesiva distribución de utilidades: esto, más
que la caída del precio del petróleo, es lo que explica la depresión en que se
encuentra la acción de Ecopetrol.
Aunque ninguno de los más
recientes alcaldes ha incurrido en una tropelía extrema, tampoco ninguno ha
resistido la tentación de agrandar el presupuesto municipal con cargo a las
transferencias de EPM que en 2015 representaron el 25% de los ingresos del
Municipio. Además, el propietario invita
a EPM a financiar obras como los parques del río, hace que extienda su red de
distribución para iluminar todo el departamento sin que importe el costo, la
obliga a construir UVAS, parques y sabe Dios qué más. Puede que todas sean obras y acciones de
beneficio social, pero es discutible que tengan que estar a cargo de EPM y que
un alcalde pueda disponer con tanta soltura de sus recursos. No sobra mencionar
la destinación de los recursos provenientes de la venta de las acciones de
ISAGEN, un 45% de los cuales, en lugar de fortalecer el negocio de la
generación con unos 150 MW, se destinará a la financiación de un tranvía.
La creciente dependencia del
Municipio de las transferencias de EPM es perjudicial y riesgosa para ambas
entidades. Para el primero, disponer de una fuente de recursos de esa magnitud
puede conducir al aperezamiento fiscal, al derroche y a la burocratización. Por
su parte, la Empresa está sometida a la incertidumbre de lo que será el empleo
de su flujo de caja cada vez que se produce un cambio en la administración
municipal. Las restricciones
estatutarias a la extracción de utilidades de poco o nada sirven como lo
muestra la historia reciente. Los compromisos de la internacionalización y la
vigilancia de los acreedores imponen ciertos límites a los apetitos de los
alcaldes, los políticos y dirigentes locales, muchos de los cuales aún no
asimilan cabalmente el hecho de que EPM ha dejado de ser una empresa municipal
de servicios públicos y que, sin explotar todavía todo su potencial, se ha
convertido en cabeza de un grupo multinacional.
Es hora de pensar la forma
de consolidar la internacionalización de la Empresa y hacerla irreversible. EPM
está madura para convertirse en una sociedad por acciones que perfectamente
pueden listarse en la bolsa de Nueva York. Se tendría así acceso a una fuente
casi ilimitada de recursos de capital para financiar su expansión y a las
disciplinas y controles que el mercado impone a los administradores. ¡Qué se
abra el debate!
LGVA
Julio de 2016.
Un peón de un 30% de desface en la valoración es un error de unos 300 millones de usd.
ResponderEliminarOtro tema es los conflictos de intereses, ex-gerente pasa a gerencia de argos. Estos temas si fuera publica en NYSE no pasarían pero lo más seguro ya no será de los antioqueños sino de fondos de inversión extranjera