sábado, 14 de abril de 2018

La historia mínima de Colombia de Jorge Orlando Melo


La historia mínima de Colombia de Jorge Orlando Melo

Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista

“La mirada de conjunto a Colombia desde la Independencia permite ver un desarrollo económico rápido y mejoras notables de las condiciones de vida de la población, en especial después de 1850. Esto fue obra sobre todo de los ciudadanos: el estado no tuvo mucho peso hasta 1920 y desde entonces su aporte principal ha sido ofrecer un ambiente estable para la inversión y la producción: una política económica tranquila y sin sueños grandiosos ni esfuerzos populistas” (Jorge Orlando Melo, Historia mínima de Colombia, página 321)

Jorge Orlando Melo Gonzalez nos ha regalado un bello y oportuno libro, escrito con esa sabiduría, serenidad y cariño que solo pueden dar años de estudio y reflexión.  Son poco más de trescientas páginas, en formato pequeño y letra de buen tamaño, que se leen de un tirón. Además de su brevedad, se caracteriza también el libro por una bibliografía igualmente mínima y la ausencia total de citas y notas de pie de página, lujo que se puede dar alguien quien como él se ha ganado merecida reputación y que no pretende  decir nada novedoso pero si aportar una reflexión sobre lo que él mismo y otros historiadores de su generación han dicho y repetido sobre la historia de nuestro País.

Melo pertenece, en efecto, a la generación de historiadores - muchos de ellos alumnos directos de Jaime Jaramillo Uribe, probablemente el primer historiador profesional de Colombia -  que por allá en los años 70 del siglo pasado irrumpieron con lo que entonces se llamó la “Nueva historia de Colombia”. La novedad de esa “nueva historia” radicó tanto en la incorporación de nuevos temas – economía, principalmente, pero también arquitectura, literatura, arte, salud, costumbres, educación y todos los ámbitos en los que se expresa la vida social - y en el tratamiento más riguroso de los mismos haciendo un uso más amplio y sistemático de los archivos y demás fuentes primarias de investigación. Hasta entonces la historia se identificaba con la narración cronológica de hechos políticos y militares y la descripción de los gobiernos que se han sucedido, en la forma en que lo hicieran Don Jesús María Henao y Don Gerardo Arrubla.  Jaramillo Uribe tiene el mérito de haber traído a Colombia esa orientación de la investigación histórica, iniciada en Francia por Lucien Febvre y Marc Bloch con su célebre revista “Anales de historia económica y social”.

La generación de Melo – de la que hacen parte Margarita Gonzalez Álvaro Tirado, Hermes Tovar, Germán Colmenares y otros más-  tuvo y tiene aún una gran influencia en la vida del País.  Bajo esa influencia fue expulsada de los programas escolares, donde había reinado de forma casi indiscutida en versiones abreviadas durante más de 50 años,  la entrañable obra de Henao y Arrubla para ser sustituida por versiones simplificadas y caricaturescas de los trabajos de Melo y sus compañeros de generación, versiones que contribuyeron la formar la visión que de la historia del País tienen la mayoría de los colombianos. La otra contribución vino de muchos  periodistas e intelectuales que, ignorantes de sutilezas y matices, la propagaron en sus escritos.

Melo reconoce ese hecho cuando escribe: “La complicada historia de Colombia en el siglo XX dejó la impresión de que, bajo el control de una oligarquía estrecha y con un sistema político restrictivo, la sociedad y la cultura tuvieron un largo estancamiento”[1]. Esa es ciertamente la visión que de la historia del País tiene buena parte de los colombianos, pero ello no es el resultado de la “complicada historia” sino más bien de la visión simplificada que de ella han transmitido los epígonos de los “nuevos historiadores”, aunque a todos ellos y al propio Melo les cabe algo de  responsabilidad.

El hecho es que buena parte de los colombianos tiene “la impresión” de la que habla Melo, que es una visión negativa y pesimista de la historia del País. Esto no sería demasiado grave si no fuera porque, como lo señalara Hayek, “ha existido siempre una relación mutua entre las convicciones políticas y las opiniones sobre los acontecimientos históricos”[2].  Y esto es grave cuando esas opiniones no resultan de un cabal entendimiento de los hechos del pasado sino que son más bien mitos como el de la “oligarquía estrecha y el sistema político restrictivo”, que de tanto repetirse parecen ciertos y a partir de los cuales se desarrollan las convicciones políticas redentoristas y populistas.

Por eso es que el libro de Melo es muy oportuno en la coyuntura actual porque al mito histórico de una sociedad estancada por obra y gracia de la oligarquía estrecha, que da sustento al discurso populista,  opone una realidad compleja que sintetiza de esta forma:

“…durante el siglo pasado hubo inmensos cambios, con logros y frustraciones, períodos de progreso y retroceso. Algunos fueron el resultado de políticas públicas  más o menos ordenadas, como la expansión de la educación, pero la mayoría fueron el producto de la actividad de a veces caótica de la sociedad, o de trabajadores, empresarios e intelectuales que ayudaron adoptar en forma eficaz la ciencia y la tecnología avanzadas y promovieron, consciente o como consecuencia involuntaria de sus empeños personales, el siempre deseado progreso” [3]

Son muchas las cosas interesantes que se podrían citar del libro de Melo cuya lectura recomiendo con entusiasmo por su aporte a un mejor entendimiento de nuestra historia y, además,  porque, en la coyuntura actual, puede contribuir a desvirtuar el populismo rampante que invade la política colombiana.

LGVA
Abril de 2018.



[1] Melo, J.O (2017). Historia mínima de Colombia. Turner Publicaciones y Colegio de México. Madrid. Página 283.

[2] Hayek, F.V. Obras completas Volumen III. La tendencia del pensamiento económico.  Unión Editorial Madrid 1991. Capítulo IV. “Historia y Política”. Página 53.

[3] Melo, J.O. Op. Cit. Página 283.

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