domingo, 11 de octubre de 2015

Daniel Raisbeck y el voto ùtil


Daniel Raisbeck y el voto útil



Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Universidad EAFIT



En las elecciones para la alcaldía de Bogotá, los únicos votos realmente útiles serán los que se emitan por Daniel Raisbeck, el candidato libertario. Todos los demás votos, sin que importe su distribución entre los otros candidatos, serán no solo inútiles sino también perjudiciales para la construcción de una sociedad libre pues contribuyen a perpetuar la democracia clientelista  enquistada en Bogotá y en el País entero.

Como es usual en todas las elecciones que se realizan en Colombia, en los días previos a la jornada electoral, los medios de comunicación y los columnistas más reputados denuncian la proliferación de las prácticas corruptas – compra de votos, trashumancia electoral, constreñimiento, etc. -  de que se valen los candidatos para obtener el favor de los electores. Sin embargo, en su habitual superficialidad, poco se interrogan esos medios y columnistas por la razón profunda de esos ingentes y costosos esfuerzos de todos los candidatos y partidos por hacerse a los cargos de elección popular.

Cuando el gobierno se hace cada vez más grande, es decir, cuando con los impuestos se apropia de una porción creciente de la riqueza creada por los ciudadanos y con sus reglamentaciones determina las condiciones de creación y distribución de esa riqueza, estar por fuera del gobierno o lejos de él resulta en extremo costoso para cualquier ciudadano o para cualquier empresario. Este es el origen de la democracia clientelista y de su correlato el capitalismo clientelista.  

La expectativa de un cargo grande o pequeño en la burocracia oficial, de cupos para alimentación gratuita, de subsidios para el transporte o los servicios públicos o, incluso, del pago en efectivo o especie por el voto son incentivos extremadamente poderosos para un ciudadano al que se le ha educado en la creencia de que su bienestar depende del gobierno y de los políticos que se turnan en su administración. Los empresarios, por su parte, sienten que no pueden estar alejados del gobierno dispensador de contratos y productor de reglamentaciones y en silencio financian todas las campañas y dedican luego sus energías al lobby y al cortejo de una omnipotente burocracia.  Y ¿qué ofrecen todos los candidatos? Más de lo mismo: más y más gobierno.  

Daniel Raisbeck ofrece menos gobierno, más libertad y más responsabilidad individual; y en eso radica la diferencia con los candidatos estatistas. El gran mal que aqueja a la sociedad colombiana estriba en la confusión entre lo que es una sociedad libre y el marco político e institucional que se precisa para desarrollo. Esta distinción fundamental en filosofía política ha desaparecido casi por completo de la política práctica colombiana. El mérito de Raisbeck y del Movimiento Libertario es volver a introducirla.

Una sociedad, como dice Popper, no es otra cosa que una manera de vivir juntos. La humanidad ha experimentado a lo largo de su historia diversas formas de ese vivir juntos. La idea de una sociedad libre y abierta, basada en el postulado de tolerar y respetar al individuo en su persona y sus convicciones floreció en Atenas y desde entonces ha sobrevivido a pesar de los grandes ataques que ha debido afrontar. John Locke la redescubrió en el siglo XVII y Adam Smith, en el XVIII, dejó en claro que el fundamento de toda libertad es la libertad económica. Sin libertad económica, es decir, cuando el gobierno lo controla todo, todas las demás libertades – de pensamiento, de prensa, de expresión, etc. – son pura retórica por más que estén consagrada en textos constitucionales o legales.  

La libertad, como dijo Pericles en su célebre Oración Fúnebre,  no convierte a los hombres en ciudadanos sin ley. Se precisa la obediencia a los magistrados y a la ley, es decir, se precisa de un gobierno para garantizar la protección de la vida, la salud, la propiedad y el debido proceso a los asociados. Ahora bien, un gobierno con el poder de brindar esas garantías, puede tener también el poder de conculcarlas. Es ahí donde radica el problema del gobierno limitado.

No hay que perder de vista que el objetivo sigue siendo esa manera de vivir juntos que llamamos sociedad libre. Otra cosa es la forma de gobierno elegida para garantizar su supervivencia. Con todos los defectos que se le puedan endilgar, la democracia es la mejor de las formas de gobierno conocidas para resolver ese problema. Quien no está en el gobierno no gobierna por más que haga parte del pueblo. Yo no gobierno y probablemente usted tampoco, apreciado lector. La democracia sirve no porque sea, como creen los románticos, el gobierno del pueblo, sino porque hace posible deshacerse de un mal gobierno sin derramamiento de sangre, como dijera Popper.

Ahora bien, cuando el gobierno lo controla todo y cuando la democracia se convierte en democracia clientelista deja de ser un medio para deshacerse de los malos gobernantes y se convierte en instrumento para su perpetuación en el poder. En la antigua URSS se hicieron elecciones periódicas y los hermanos Castro no han dejado de hacerlas desde que están en el poder. Nadie en sus cabales calificaría a Chávez, Maduro y a sus compinches de excelsos gobernantes. No han faltado elecciones en Venezuela en los últimos años. Tampoco en Argentina, Nicaragua o Bolivia. Ni en Bogotá.

Más que el derecho al voto, lo que hace libre al ciudadano es tener en su bolsillo un millón de pesos ganados con su propio trabajo libre e independiente de cualquier dádiva o componenda del gobierno de turno.  La democracia no es o no debería ser un sistema de reparto de beneficios o de aseguramiento colectivo contra todo riesgo. Si la democracia se convierte en eso, no es culpa de la democracia sino de los ciudadanos democráticos que consentimos en ello. Este es el mensaje del Movimiento Libertario, nada más y tampoco menos. Este es el almendrón de la política colombiana. Los candidatos estatistas deberían decir algo al respecto: ¡Hic Rhodus, Hic Salta!

LGVA

Octubre de 2015.

4 comentarios:

  1. Luis
    Que gran Articulo.
    Cada dia la burocracia oficial crece y crece a costa de nuestros impuestos y sin servir para reducir la pobreza.

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  2. Flaco
    Excelente tu artículo.
    Me parece que no solo deben pronunciarse los candidatos estatistas sino todos. Como en la fábula de Esopo, todos son fanfarrones.
    Un abrazo.

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