La toma de EPM
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista
Con el nombramiento de un tal señor Robledo, el
alcalde Quintero conformó ya su junta directiva de bolsillo. Faltan los 3
representantes de los comités de desarrollo y control social de los servicios
públicos, cuyo nombramiento puede tomar un poco más de tiempo, mientras se
inventan e inscriben los vocales de control de algunos comités fantasmas
creados para el efecto. No será difícil encontrar dos o tres calanchines para
completar el equipo de turiferarios que darán “respetabilidad” a las decisiones
del alcalde, amo y señor de EPM durante los próximos tres larguísimos años que
le restan a su mandato.
Excepción hecha del ex – gerente de ISAGEN, los demás
miembros ya nombrados de la junta directiva no ostentan en materia de servicios
públicos domiciliarios otra credencial que saber pulsar el interruptor de la electricidad,
encender la estufa de gas o vaciar el sanitario. También son desconocidas sus
ejecutorias empresariales o en el mundo de los negocios, lo que en los tiempos
que corren es más bien motivo de inhabilidad. Todos son personajes del mundo de
la política, profesionales del empleo público, de esos que obedecen obsecuentemente
no tanto a quien los nombra sino a quien los puede botar. Y ya están advertidos
por el alcalde Quintero quien dejó dicho: si no me gusta un miembro de junta,
lo cambio y ya.
El equipo directivo también está arreglado. Se
trajeron seis vice-presidentes igualmente ignorantes en asuntos de servicios
públicos domiciliarios y que por toda experiencia no pueden acreditar más que
pequeños cargos como empleados del gobierno. Para abrir espacio a los allegados,
se crearon un par de vicepresidencias nuevas: la legal y la de riesgos. Hay que
esperar a ver quién llega. Por lo pronto, la casi totalidad de la Junta
Directiva y del equipo de gerencia está compuesta por personas que nada saben
de servicios públicos domiciliarios, empezando por el alcalde y el gerente
general. ¡Háganme el favor!
Las cosas no terminan aquí. Las más de cuarenta
filiales de EPM tienen por lo menos 800 cargos de dirección y juntas directivas
para llenarlos de aprendices sin otro merecimiento que su cercanía con el
alcalde Quintero o sus patrocinadores políticos. La desprofesionalización de la
dirección de EPM y sus filiales tiene graves consecuencias que van más allá de
las que se derivan de las decisiones sin conocimiento ni criterio técnicos.
La primera barrera contra la corrupción es la
idoneidad y la experiencia profesional. Conocer algo de algo es conocer la
forma de hacer las cosas. El buen profesional o el buen técnico se resiste a lo
indebido porque repugna o contraría su sentir de lo que debe hacerse frente a
cada situación contingente. Esa es la integridad profesional. Desprovisto de
esa barrera, el ignorante no puede hacer otra cosa que responder al halago, a
la dádiva o al temor.
También el temor afectará a los buenos profesionales y
trabajadores de EPM a los que les tocará padecer la pesadilla de los ineptos en
el mando. Las más aberrantes órdenes que sean por escrito. Mantengan su criterio con la flexibilidad de
las palmeras frente al huracán. No se expongan, no se dejen botar, porque la Empresa
los necesita para mitigar el daño que este sunami le causará y para reconstruir
lo dañado una vez pase, porque pasará. Hoy, ustedes, con su conocimiento y su
integridad, son la primera línea de defensa de EPM.
LGVA
Agosto de 2020.
Luis Guillermo:
ResponderEliminarSoy seguidor de sus escritos y mas cuando tienen que ver con EPM, pues tuve el honor de trabar en dicha empresa, así como también lo tuvo usted.
Déjeme decirle que para nada confió en el alcalde Daniel Quintero y sus improvisadas decisiones para la ciudad (tal vez muy bien planificadas para su agenda política).
Pero le falta a usted equilibrio respecto a sus opiniones con los nefastos y dudosos negocios de EPM y sus anteriores Gerentes, Junta Directiva y Alcaldes, de los cuales tuve información de primera mano. Que tal el negocio de la compra del 50% de Orbitel, por US$ 75 millones de dolares? una empresa que no valía nada (regalada era cara) y aparte de la compra hubo que recibir a su personal en EPM. Otro caso: la venta de UNE a Millicom? y así podría seguir con otros ejemplos, como Aguas de Antofagasta en Chile, la hidroeléctrica en Panamá, etc. etc. etc.
Apreciado Hernán:
ResponderEliminarLo de la compra de Orbitel fue un error basado en un valoración equivocada de una banca de inversión. En su momento critiqué esa valoración. Tampoco estuve de acuerdo con la venta de UNE. Desde mediados de los noventa propuse la venta del negocio de telefonía de EPM cuando aún valía. Todo lo que ha seguido posteriormente es consecuencia de la desacertada decisión de seguir en el negocio de telecomunicaciones. En cuanto a Antofagasta y Bonyic son cosas que pueden pasar cuando se está en muchas actividades. A una empresa con más de 40 filiales no se le puede exigir que todos los negocios resulten buenos. Eso es como pretender que un ajedrecista que juega cien simultáneas las gane todas sin perder un peón.
ResponderEliminarHola Luis Guillermo.
Si bien es cierto que como están las cosas actualmente en EPM, la batuta en cuanto a la dirección estratégica y gobierno del grupo empresarial la lleva el alcalde de manera autocrática, como presidente de la junta; la gobernabilidad y gobernanza de la empresa y del municipio no tiene porque seguir siendo así, aplicando formas tradicionales de gobierno jerárquicas y verticales, que dan pie a la corrupción y mala administración, según la cual allí no se hace sino lo que diga el alcalde, bajo la premisa de que es una empresa del municipio, y, él, como si viviéramos en una dictadura y no en un Estado Social de Derecho, mande a callar a todos diciendo "yo mando aquí y aquí se hace lo que yo diga". Esta forma de ejercer el gobierno en una democracia imperfecta como la nuestra, pero al fin y al cabo democracia, (que no se le olvide al alcalde que fue elegido por voto popular y puede ser removido de su cargo), requiere de alcaldes con capacidades para gobernar y dirigir las sociedades que tienen bajo su responsabilidad, concepto conocido como capacidad de gobernabilidad, con vocación de servicio; algo de lo que evidentemente carece el actual alcalde Quintero, no solo porque se la pasa improvisando en este y otros temas, sino porque desconoce los órganos administrativos de las empresas adscritas a la administración; porque de manera inconsulta, arbitraria e improvisada propone cambios inconvenientes en la razón social de una empresa tan importante como EPM, presiona el nombramiento de personas incompetentes como él en puestos de dirección (algo que raya con la corrupción), desconociendo la necesaria autonomía administrativa y operativa de las entidades bajo su cargo. Y cuando se obra de esta manera tan errática lo que termina sucediendo es que no solo se destruye la gobernabilidad sino también la gobernanza y por lo tanto la confianza en el gobierno. Y allí donde no existe un relacionamiento adecuado y ordenado entre el gobernante, las instituciones de gobierno, las empresas del estado, los dirigentes de éstas, los empresarios y la ciudadanía, no se puede afirmar que exista un gobierno. Porque en su lugar entra a gobernar la anomia, la arbitrariedad y el abuso del poder.
En estas circunstancias es absolutamente necesario que todos las instituciones, actores y normas municipales se pronuncien y se coordinen entre sí para producir los bienes públicos que esperamos los ciudadanos de la administración municipal: seguridad ciudadana y jurídica, respeto por las tradiciones, costumbres y dignidad de las personas; ser tenidos en cuenta al momento de tomar las decisiones que nos afectan y, en general, que su administración de forma coordinada contribuya a generar valor cultural, social, económico y político; a construir una arquitectura de participación ciudadana, y no, como lo viene haciendo, a destruir el patrimonio que con tanta sacrificio hemos construido en todos los campos los medellinenses en los últimos años. En conclusión, los ciudadanos no podemos ni debemos sentarnos a esperar que pase lo peor, el tsunami, como usted lo llama, de los próximos tres años, a que ocurra una profecía auto cumplida, porque a diferencia de los fenómenos naturales sobre los que no tenemos control, en el caso de los asuntos de gobierno que nos ocupa, nuestra participación activa podría hacer que se corrija el rumbo de los acontecimientos, evitar que lo peor ocurra. Ya el alcalde a tenido que retroceder muchas de sus decisiones y su mantenemos nuestra vigilancia y presión para que las decisiones inconvenientes que haga, bien podremos evitar que se sigan cometiendo más errores. Y, si vemos que definitivamente nos desconoce, nos queda el recurso de solicitar la revocatoria de su mandato a partir del primer año de gobierno.
Apreciado Luis Javier:
EliminarOjalá se produzca una reacción clara y contundente de la sociedad en contra de lo que está haciendo el alcalde Quintero. Dudo de ello. Es más, mucho me temo que sus tropelías encuentren el apoyo de la mayoría de la gente. Los prejuicios anti-empresariales y anti-capitalistas dominan hoy en nuestra sociedad y es en ellos donde encuentra su apoyo el discurso y el accionar del alcalde Quintero.
Dios mío,y nuestros dirigentes tan centrados, que han llevado a nuestro Medellin, por el camino que es, donde están? Tienen miedo de tomar el toro por los cauchos? Den la cara por nuestra amada Medellin. Lo esperamos todo de ustedes.
ResponderEliminar.
entonces que nombren a los gerentes de sura y de las empresas que están haciendo hidroituango
ResponderEliminarDr.Luis Vélez.
ResponderEliminarHay una muchachita concejal de apellido Aguinaga muy bien hablada , en mi concepto, pero algo ligera de lengua cuando habla de los "sobrecostos" de Porce III( estuve en todo el proceso de construcción), de Bonjic y de otras inversiones en el extranjero.
Como soy de la idea de que alocuciones emocionales generan en la ciudadania impresiones no correctas y sin conocimiento de causa, deseo sugerirle a usted que lea sobre esos desatinos de esa niña y le corrija como a cualquier colegiala para asi darle la oportunidad de aprender a disentir pero con argumentos.