Lo que
dicen las elecciones del 27 de octubre
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista
La interpretación de unos resultados electorales será
siempre subjetiva y guiada por algún interés. Aquí presento la mía, tratando de
fundamentar mi subjetividad en los números que se muestran a continuación.
Como estoy interesado en lo que ocurrió con los partidos, uso las
votaciones para asambleas departamentales, dado que están menos oscurecidas por
la multiplicidad de alianzas que se presentaron en las de gobernaciones,
alcaldías y concejos municipales.
La gráfica 1 presenta el total de votos para asamblea
departamental obtenidos por los partidos más grandes en las 3 últimas
elecciones. Se redondea a millones porque el interés
está en las grandes tendencias y no en la distribución de curules.
Se observa una consolidación de los cinco grandes
partidos que hoy dominan la política colombiana: de la U, Liberal, Conservador,
Cambio Radical, Centro Democrático y Verde.
El partido de la U, que todavía en 2011 era el “de
Uribe”, mantiene su votación en 2015, no obstante la aparición del CD, pero, en 2019, la ve reducida en unos 500.000 votos. A pesar de esta
reducción, este partido se sigue mostrando sólido y con fuerte implantación
regional, como lo sugiere el hecho de haber sido el único de los grandes que
presentó listas propias en todos los departamentos. Hay partido de la U para
rato.
Cambio Radical, cuyo candidato presidencial en 2018
naufragó melancólicamente, retrocede un poco entre 2015 y 2019, pero mantiene
una votación importante que muestra su presencia local, especialmente en los
departamentos de la Costa Atlántica que le aportan cerca del 45% de sus votos.
La paliza recibida en las presidenciales no afectó mayormente sus resultados
regionales.
El Partido Liberal fue la fuerza política más votada
en las pasadas elecciones, con poco más de dos millones doscientos mil votos.
Habida cuenta de que en las pasadas presidenciales su candidato fracasó
estruendosamente, su caso se constituye en prueba palmaria de las diferencias
en la dinámica electoral entre las votaciones regionales y las nacionales.
Liderazgos locales fuertemente arraigados son fundamentales para tener éxito en
las votaciones regionales. Los resultados de las tres últimas votaciones
muestran el fuerte arraigo local y regional del Partido Liberal.
Algo similar ocurre con el Partido Conservador. Su
caída entre 2011 y 2015 es resultado de la aparición del Centro Democrático,
que lo afectó más que al Partido de la U. En 2019 presentó listas propias en 28
departamentos y mantuvo su electorado individualmente considerado. En
Cundinamarca, Magdalena y Meta presentó listas conjuntas con MIRA, que
obtuvieron cerca de 200 mil votos. El viejo partido de Caro y Cuervo está
vivito y coleando.
En 2015 el Centro Democrático participó por primera
vez en unas elecciones regionales, obteniendo una votación más que honorable.
Entre 2015 y 2019 pierde cerca de 100 mil votos con sus listas propias (22), al
tiempo que sus listas conjuntas con MIRA (8), Cambio Radical (1) y Partido
Conservador (1) alcanzaron más de 400 mil votos. Así las cosas, no es
descabellado suponer que entre 2015 y 2019, CD incrementó un poco o, al menos,
mantuvo su votación. Esto no es una debacle, pero si un revés que indica que al
CD le falta mucha presencia local en casi todos los departamentos. Antioquia
aportó el 35% de los votos totales para asamblea en 2019.
La estrella ascendente es, sin duda, el Partido Verde.
La votación por sus listas propias ha venido creciendo consistentemente en las
elecciones regionales y en las de 2019 presentó listas en 23
departamentos, uno más que el CD y cinco menos que el Partido Conservador. Con
líderes nacionales reconocidos, como Fajardo y López, y la gran presencia local alcanzada,
el Partido Verde es el de mayor proyección en la actualidad.
El Partido Opción Ciudadana, hoy Partido Colombia
Justa y Libre, muestra un significativo retroceso en las regionales de 2019.
Presentó listas propias a la asamblea en 29 departamentos, obteniendo en todas
partes votaciones muy pequeñas, con excepción de Valle del Cauca. No parece muy
promisorio el futuro de este partido, que más que un partido estructurado es un sistema de alianzas circunstanciales entre políticos de diversas orientaciones, que tal vez reaparezca con otro nombre. Caso similar es el de la Alianza Social Independiente, antes indígena, partido también extraño: no tiene ningún congresista ni un
liderazgo nacional reconocido. No obstante, obtuvo más de 600 mil votos en los
24 departamentos donde presentó listas propias.
El caso de MIRA llama también la atención.
Probablemente, anticipando que el declive presentado entre las elecciones de
2011 y 2015 persistiría en las de 2019, MIRA optó por las alianzas y se
convirtió en el comodín de otros partidos. Sus listas propias en 7
departamentos no alcanzaron los 200 mil votos, pero las que presentó en
alianzas con el CD (8) y con el Partido Conservador (4) obtuvieron más de 600
mil. MIRA solo tiene un Representante a la Cámara, lo cual sugiere poca
presencia local. Las alianzas beneficiaron este movimiento que seguirá presente
en los márgenes de la política colombiana.
En 2019, el Polo Democrático presentó listas propias
en 7 departamentos, obteniendo una votación significativa solamente en el Valle
del Cauca, más del 70% de la votación alcanzada en todo el País. En los demás
departamentos se presentó en alianzas que hacen imposible rastrear la evolución
de su votación propia.
Conviene comentar con más detalle las cifras de la votación del
27 de octubre de las asambleas departamentales que se muestran en la gráfica
2.
Gráfica
2
Con poco más de 30 mil votos, las Farc están liquidadas
como partido político. Presentaron listas propias en 8 departamentos y no
aparecen en ninguna coalición. Una evidencia adicional de que la representatividad política que se le reconoció en el proceso de La Habana era totalmente exagerada. También fue desmedido haberle dado media constitución, decenas de leyes con nombre propio y un sistema particular de justicia.
La votación por las listas propias del Polo Democrático provino en 72% del Valle del Cauca, uno de los 6 departamentos donde presentó listas propias. En otros departamentos presentó listas conjuntas con otros partidos pequeños de la izquierda – Unión Patriótica, Colombia Humana, etc. - y movimientos étnicos.
La votación por las listas propias del Polo Democrático provino en 72% del Valle del Cauca, uno de los 6 departamentos donde presentó listas propias. En otros departamentos presentó listas conjuntas con otros partidos pequeños de la izquierda – Unión Patriótica, Colombia Humana, etc. - y movimientos étnicos.
Las coaliciones de la izquierda varían de un
departamento a otro. Aquí se han agrupado todas para obtener la cifra total de algo
más de 700 mil votos, que aparece en la gráfica bajo el nombre de “Coaliciones de
izquierda-centro”. Las agrupadas bajo el nombre de “Coaliciones de
derecha-centro” son las formadas por MIRA con los partidos Conservador,
Centro de Democrático y Cambio Radical y las realizadas entre estos partidos.
Estas obtuvieron una cifra ligeramente superior a las de la coalición de izquierda.
Si llamamos derecha a los partidos del establecimiento, es decir, los tradicionales –
Liberal y Conservador – y a los surgidos de éstos - Centro Democrático, Partido de la U, Cambio
Radical y Partido Colombia Justa y Libre- tendríamos que esa derecha recogió en
las elecciones regionales el 83,4% de la votación, incluidos los obtenidos por sus coaliciones. La izquierda - conformada
por los partidos que adhieren al Foro de Sao Paulo, incluido el Verde – tuvo el
16,6%. Si creemos que el Partido Verde es, como reclaman algunos de sus
dirigentes, un partido de centro, la participación de la izquierda
anti-capitalista vinculada al Foro se reduce a 8,1%. Ambas cifras son importantes, pero no tanto para
que cunda el pánico.
De las cifras examinadas se desprenden algunas
observaciones finales:
Se sigue consolidando en el País un sistema
multipartidista, con unos cinco o seis partidos fuertes, con buenas probabilidades de
mantenerse en el largo plazo, y una serie de partidos pequeños, más efímeros y
circunstanciales. A los cinco partidos
relativamente consolidados – Liberal, Conservador, Cambio Radical, Centro
Democrático y Verde – es probable que se les una un sexto partido, conformado por
los pequeños partidos de izquierda; los cuales, eventualmente, podrían
transformar el sistema de alianzas, que parece haberles dado buenos resultados,
en una organización estructurada. Eso depende en buena medida de su capacidad
para resolver el conflicto entre las fuertes personalidades políticas – Petro y
Robledo, principalmente- que se disputan el liderazgo de la izquierda
anti-capitalista.
Toda elección es un intercambio de votos por promesas.
Las expectativas del votante en las elecciones locales son muy diferentes a las
de las nacionales. En las primeras, el votante busca algo mucho más concreto que en las segundas –
un puesto, una beca, un contrato, una obra pública, etc.- razón por la cual debe tener en quien hace la
promesa un alto grado de confianza que supone gran cercanía entre político y el
elector. Por eso partidos en proceso de consolidación, como el Centro
Democrático y el Verde, buscaran incorporar líderes locales o formarlos por su
propia cuenta.
Los partidos grandes deben entender que su
consolidación y persistencia en el tiempo también depende de cambios en el
régimen electoral que hagan más difícil el surgimiento de “outsiders”, que
sueñan pequeñas aventuras políticas que pueden resultar exitosas. Elevar los
requisitos para la obtención de personería y las exigencias a los Grupos
Representativos de Ciudadanos puede contribuir a ello. También es conveniente
la unificación de los calendarios electorales. Un espectro de cinco o seis
partidos debería ser suficiente para que todos los aspirantes a convertirse en
políticos profesionales encuentren acomodo. Además, contribuiría a disminuir la
confusión de los electores ante la multitud de listas y propuestas individuales,
la cual se ve aumentada por el voto preferente que también desdibuja el mensaje
de los partidos. Establecer las listas cerradas fortalecería el
sistema de partidos, ayudaría a reducir el clientelismo y la corrupción electoral y
disminuiría el costo de las campañas.
Los resultados de las elecciones del 27 de octubre
están lejos de ser una debacle para el Centro Democrático, como quieren hacerlo
creer sus rivales de la izquierda y parecen creerlo algunos de sus dirigentes.
No son una debacle, pero, ciertamente, son un revés, cuyas causas deben ser
analizadas con cabeza fría para introducir las correcciones que sean
necesarias.
Más que la supuesta derrota en Bogotá, donde la derrotada fue la coalición entera que apoyaba a Miguel Uribe, y la incapacidad de alcanzar la gobernación de Antioquia y la alcaldía de Medellín, resultante de circunstancias específicas cuyo análisis está fuera del interés de este escrito; el problema fundamental del Centro Democrático es su carencia de liderazgos locales fuertemente arraigados, como los tienen los partidos Liberal, Conservador, de la U y Cambio Radical y como los está desarrollando con mayor fortuna el Partido Verde.
Más que la supuesta derrota en Bogotá, donde la derrotada fue la coalición entera que apoyaba a Miguel Uribe, y la incapacidad de alcanzar la gobernación de Antioquia y la alcaldía de Medellín, resultante de circunstancias específicas cuyo análisis está fuera del interés de este escrito; el problema fundamental del Centro Democrático es su carencia de liderazgos locales fuertemente arraigados, como los tienen los partidos Liberal, Conservador, de la U y Cambio Radical y como los está desarrollando con mayor fortuna el Partido Verde.
Prueba de la importancia de los líderes locales, hay
que insistir en ello, son los resultados del Partido Liberal, el ganador de las
pasadas elecciones regionales y el más votado a la Cámara de Representantes en
2018, a pesar de no haber tenido un candidato viable en las presidenciales de
ese mismo año.
En 2015 el CD tenía pocos de esos líderes locales; en
2019, aunque insuficientes, tuvo muchos más, buena parte de los cuales eran jóvenes que incursionaban en la política electoral por primera vez. Este es un
gran activo del partido y hay que velar para que esos jóvenes no se desanimen y entiendan que la política es, antes que nada, la defensa de ciertos valores y
la promoción de determinadas ideas.
Por eso, la tarea del CD, quizás la más importante
para su futuro, es aumentar su presencia local con líderes carismáticos, ideológicamente sólidos y con gran reconocimiento en la población de los
barrios de las ciudades y las veredas de los pueblos. Sin esto es poco
probable que el CD sobreviva como partido relevante a la ausencia del Presidente Uribe del escenario político electoral. Los congresistas del CD, que
surgieron a la sombra de Uribe, deben enfundarse en sus overoles y ponerse a
trabajar en los barrios de las ciudades y las veredas de los pueblos pues de eso depende la supervivencia de su partido.
LGVA
Octubre de 2019.