jueves, 19 de mayo de 2016

¿La ETB? ¡Véndanla de una vez por todas!


¿La ETB? ¡Véndanla de una vez por todas!

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT



A principios de los noventa las empresas estatales de telecomunicaciones – TELECOM, ETB, EMCALI y EPM – eran boyantes y rentables. No quiere ello decir que fueran eficientes: la instalación de una línea podía tardar seis meses o más y la cobertura del servicio escasamente llegaba a 8 teléfonos fijos por cada cien habitantes. Eran boyantes y rentables porque explotaban concienzudamente el monopolio de la larga distancia internacional que, amparado en los acuerdos del cartel mundial de la telefonía conocido como Unión Internacional de Telecomunicaciones, les permitía cobrar por una llamada Bogotá-París diez veces el precio de una llamada París-Bogotá.

En los años 80 y 90 se desmantelaron los monopolios estatales de los países desarrollados y las empresas privadas que de ellos surgieron se lanzaron a conquistar nuevos mercados, acicateadas por la competencia que los avances tecnológicos habían desatado. Llegaron a América Latina pagando hasta US$ 1.500 dólares por línea fija para entrar en unos mercados donde apenas despuntaba el internet y la telefonía móvil. Varios países del continente – Brasil, Argentina, Chile, Perú, etc. – vendieron oportunamente sus anquilosadas empresas. Colombia vio pasar la oportunidad de hacerse a los US$ 4.500 millones por los que se hubieran podido vender los tres millones de líneas fijas que tenían las telefónicas estatales.

Una huelga salvaje que incomunicó al País durante dos semanas y la pusilanimidad de un congreso controlado por políticos estatistas impidió la venta de TELECOM, que se proponía el gobierno de Cesar Gaviria. En EMCALI, el sindicato y sus aliados políticos frustraron la escisión del negocio de telefonía y su posterior venta al sector privado. Años después, TELECOM fue entregada a TELEFÓNICA a cambio de que ésta se hiciera cargo del pasivo laboral. La historia de EMCALI es igual de patética: su insignificante negocio de telefonía, que continúa integrado con los de energía y acueducto, sobrevive subsidiado por el acueducto y desaparecerá con más pena que gloria porque nadie está interesado en comprar una inútil red de cobre.  EPM salió mejor librada a pesar de demorarse casi quince años para escindir el negocio de telecomunicaciones y asociarse con el capital privado. La administración de Bogotá privatizó parcialmente la ETB que pudo sobreaguar mientras pudo explotar la licencia de larga distancia que le otorgara el gobierno nacional. En conjunto una gigantesca destrucción de valor de la que no se ha hecho responsable ninguno de los sindicalistas y políticos estatistas que la propiciaron y se dicen defensores del patrimonio público.

Después de haber malbaratado dinero a rodos en la supuesta modernización de la empresa y ciegos y sordos ante todo evidencia, los estatistas continúan hablando de la rentabilidad de la ETB y de la “inversión social” que se financiaría con sus ingentes ingresos. Y aunque fuera cierto que la ETB es rentable y productiva, ese no es un argumento válido para oponerse a su venta pues si se aceptara implicará aceptar que el gobierno debe apropiarse de toda la actividad económica rentable y productiva. Pero a lo mejor eso es lo que añoran Petro y todos admiradores del socialismo del siglo XXI de la martirizada Venezuela.

La única justificación, un tanto dudosa, de la existencia de empresas estatales es la corrección de las llamadas fallas de mercado - monopolio natural, según dicen – y la necesidad de garantizar a toda la población el acceso a bienes y servicios meritorios. Nada de eso aplica en este caso: la competencia es amplia y las empresas privadas lograron en una década lo que no hicieron en más de cincuenta años de monopolio las empresas estatales: comunicar a todos los colombianos y a Colombia con el mundo, como proclamaba en su promesa de valor la arruinada TELECOM.    

La ETB tiene hoy la posibilidad de salvar los trastos siguiendo, aunque tardíamente, el camino de EPM. La alternativa es el sendero ruinoso de TELECOM y EMCALI. Hay que venderla mientras tiene algún valor. El actual debate sobre su privatización debe servir para sostener sin ambages el principio según el cual en una sociedad libre y de mercado el gobierno debe financiarse con impuestos y nada más.

LGVA

Mayo de 2016.  

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