domingo, 23 de noviembre de 2014

Noticia sobre la pobreza en Colombia


Noticia sobre la pobreza en Colombia

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Universidad EAFIT - Fundación ECSIM

"Para las clases medias que marcan el paso general, profundamente comprometidas con la religión del progreso, la existencia de la pobreza resulta perturbadora no sólo emocional sino también intelectualmente, del mismo modo que la existencia del mal para los deístas más simples. " (Bertrand de Jouvenel) 

En los últimos 12 años Colombia ha registrado una significativa reducción de la pobreza monetaria y la pobreza monetaria extrema o indigencia. La incidencia de la primera – porcentaje de la población - pasó de 49,4%, en 2002, a 29,3% en julio de 2014; la segunda se redujo de 17,6% a 8,4% entre las mismas fechas. Se han reducido la pobreza y la indigencia urbana y la rural como se observa en las figuras 1 y 2[1].

Figura 1
Figura 2
 
La pobreza monetaria es la insuficiencia de recursos pecuniarios para comprar una canasta mínima de bienes y servicios fisiológica y socialmente deseable. El valor de esa canasta define la llamada línea de pobreza. Son pobres aquellos cuyos ingresos están por debajo de dicha línea. El costo de la canasta de alimentos, que se calcula con los precios empleados para construir el IPC, define la línea de pobreza extrema. Es decir, son pobres extremos o indigentes aquellos cuyos ingresos no les permiten adquirir dicha canasta. Para los menos pobres se define una canasta que, además de los alimentos, incluye otros bienes y servicios. Esto se basa en la llamada ley de Engel según la cual a medida que crece el ingreso el gasto en alimentos también lo hace pero en menor proporción, de tal suerte que la gente destina parte de su mayor ingreso a otros bienes y servicios diferentes de los alimentos. Para determinar la línea de pobreza de los pobres no-extremos se emplea usualmente el coeficiente de Orshansky, que es la relación entre el gasto total y el gasto en alimentos. El valor de la canasta de alimentos multiplicado por el coeficiente Orshansky arroja el valor de la línea de pobreza de los menos pobres. Todo esto es más fácil decirlo que hacerlo. La estimación de las líneas de pobreza requiere del arduo y cuidadoso trabajo estadístico de muchos expertos[2].

En el documento citado se estimó la línea de indigencia urbana en $ 73.984/mes y la rural en $ 60.968/mes, a precios de marzo de 2007. Con coeficientes Orshansky de 2,4 y 1,74, respectivamente, se estimó la línea de pobreza urbana en $ 177.562 y la rural en $ 106.084. Estas cifras, ajustadas por el IPC, arrojan las líneas de indigencia y pobreza a noviembre de 2014 que se muestran en la figura 3.

Figura 3
 

 

Es usual que los gobiernos de todas las orientaciones reclamen como logros de sus políticas asistencialistas los avances en la reducción de la pobreza y la indigencia. Sin duda alguna, dichas políticas en algo ayudan. Pero más importantes son otras cosas que frecuentemente ignoran los defensores oficiosos de los pobres.

La línea de pobreza o de indigencia no es otra cosa que el producto de unas cantidades por unos precios. Dadas las cantidades, nada ayuda más a sacar la gente de la pobreza y mantenerla por encima de las fatídicas líneas que el control de la inflación. Por eso los que atacan la política del Banco de la República centrada en el control de la inflación, que casi siempre son los mismos defensores oficiosos de los pobres, están actuando en contra de sus defendidos. También militan, quizás sin saberlo, en contra de los pobres los que se oponen a la importación de alimentos baratos o los que propugnan por la devaluación del peso invocando toda suerte de argumentos del nacionalismo económico.

Figura 4
 

 

La pobreza o la indigencia monetaria se superan con un poder de compra que permita adquirir las canastas básicas de bienes y servicios. Para los pobres ese poder de compra, dejando de lado las donaciones, proviene del empleo, de la ocupación o, si se prefiere, de la venta de su trabajo al capital explotador. Peor que ser explotado es no ser explotado, decía Joan Robinson, economista marxista-keynesiana. Para la mayoría de los pobres la diferencia entre no serlo y serlo radica en tener o no un trabajo. Y el empleo depende de la demanda de trabajo de los capitalistas y ésta a su turno de sus decisiones de inversión. Hacia el año 2000, por razones harto conocidas, el coeficiente de inversión de la economía colombiana estaba por el suelo – 14% del PIB – y el desempleo y la pobreza por las nubes. Desde entonces el coeficiente de inversión no ha dejado de crecer y en 2014 es de 27,6% con un desempleo de 9,6% y una pobreza de 27,6%.  Más que de cualquier política asistencialista, la reducción de la pobreza es resultado del empleo resultante del crecimiento económico y éste a su turno de la mayor inversión. La viabilidad misma del asistencialismo y de todas las políticas redistributivas reposa también, en definitiva, en el crecimiento económico. Lo demás es fantasía.

LGVA

Noviembre, 2014.




[1] Véase: DANE (2014). Pobreza Monetaria. Boletín Técnico. Bogotá, Septiembre de 2014 y DANE (2012) Misión para el empalme de las series de empleo, pobreza y desigualdad. Pobreza monetaria en Colombia: Nueva metodología y cifras 2002-2010.
 
 
[2] La más reciente estimación de las líneas de pobreza en Colombia fue realizada por un grupo de expertos convocados para el efecto por el DANE. Véase: DANE (2012) Misión para el empalme de las series de empleo, pobreza y desigualdad. Pobreza monetaria en Colombia: Nueva metodología y cifras 2002-2010.
 

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