lunes, 22 de septiembre de 2014

Costos económicos y sociales de la deficiente prestación de los servicios de agua y saneamiento


Costos económicos y sociales de la deficiente prestación de los servicios de agua potable y saneamiento en ciudades emergentes

El caso de Tegucigalpa[1]


Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista, Docente Universidad EAFIT


I.                   Introducción

El propósito de esta conferencia es compartir algunas reflexiones sobre la problemática de la prestación de los servicios de agua potable y saneamiento en ciudades emergentes. Inicialmente, se insiste en el hecho, no por sabido menos importante de resaltar, de que vivimos en un mundo predominantemente urbano. Posteriormente se presentan los indicadores de prosperidad de las ciudades desarrollado por UNHABITAT, con referencia al caso de Tegucigalpa. Más adelante, se resumen los resultados de un estudio de estimación de costos económicos de la deficiente prestación de los servicios de agua y saneamiento en Tegucigalpa, realizado por Luz María Gonzalez hace 3 años. Se termina con un par de conclusiones.

II.                Un mundo urbano

Vivimos en un mundo predominantemente y crecientemente urbano. Ya en 2008, la tasa de urbanización mundial llegó al 50% y se espera que para 2030 alcance el 60%. El fenómeno de la urbanización es particularmente acentuado en los países en desarrollo donde se estima que más del 90% del crecimiento poblacional está teniendo lugar en las ciudades. Algunos países de América Latina – como Argentina (93), Chile (90), Brasil (85), México (79) y Colombia (76) – han alcanzado tasas de urbanización similares a las del mundo desarrollado. Para el conjunto de la región a América Latina y el Caribe, la tasa de urbanización habría ya superado el 80% en 2012.

Gráfica 1


Todos los países centroamericanos, con excepción de Belice, ya superaron el umbral de 50%. Honduras está en 53%, según cifras del Banco Mundial

Gráfica 2


La definición estadística de la tasa de urbanización varía de un país a otro, pero típicamente se define como el porcentaje de la población que habita en localidades con 25.000 o más habitantes. Dentro del conjunto de población urbana es preciso definir un subconjunto correspondiente a la población que habita en las grandes aglomeraciones urbanas, que la UNHABITAT define como aquellas que en 2009 tenían una población igual o superior a los 750.000 habitantes. De éstas habría en el mundo cerca de 600 que albergan 1.600 millones de personas. Finalmente, dentro de este subconjunto de las aglomeraciones urbanas hay otro, el conformado por las ciudades o aglomeraciones emergentes, que en su mayor parte están en los países en desarrollo y cuyo proceso de urbanización se intensifica desde mediados del siglo XX. En esta última categoría está Tegucigalpa y las demás capitales centroamericanas, con excepción de Belmopán. Nótese que Tegucigalpa en 10 años dobló su población. A futuro, la tasa de crecimiento poblacional se reduce, pero es aún bastante elevada, según las estimaciones de UNHABITAT.

Tabla 1



Lo expuesto indica de forma ostensible que el bienestar económico de los países está estrechamente vinculado con la prosperidad de sus ciudades.

III.             La prosperidad de las ciudades: ¿en dónde está Tegucigalpa?

En su último reporte sobre el estado de las ciudades del mundo, UNHABITAT desarrolla un nuevo indicador para medir la prosperidad de las ciudades. Se denomina Índice de Prosperidad de la Ciudades (IPC), en el cual se agregan cinco indicadores correspondientes a otras tantas dimensiones de la prosperidad.

Prosperidad significa éxito, riqueza, bienestar, en fin, oportunidades. Una ciudad próspera es productiva lo cual significa que contribuye al crecimiento económico generando oportunidades de empleo e ingreso para sus habitantes. En segundo lugar, una ciudad próspera cuenta con la infraestructura adecuada de los servicios públicos – acueducto, alcantarillado, vías, energía, comunicaciones, etc. – necesaria para el bienestar de la población y el desarrollo de las actividades económicas. En tercer lugar, una ciudad próspera cuenta con la infraestructura y los medios para proveer a sus habitantes con los servicios de seguridad, salud, educación, recreación, etc. Finalmente, no podría considerarse como próspera una ciudad aquejada por la pobreza y la desigualdad y cuyo desarrollo no sea ambientalmente sostenible. Naturalmente todas estas dimensiones están relacionadas entre ellas y con la política pública y la acción de los gobiernos local y nacional. Esta articulación se expresa en lo que UNHABITAT denomina la rueda de la prosperidad urbana.

Gráfica 3


Se tienen pues cinco dimensiones de prosperidad con su respectivos índices, a saber:

·         Índice de Productividad (IP). La productividad es la capacidad de la ciudad de generar empleo e ingreso para sus pobladores y de posibilitar innovaciones y transformaciones económicas. Se mide por el total de bienes y servicios producidos por los habitantes de la ciudad en período de tiempo dado. No es otra cosa que el valor agregado de la contabilidad social.

·         Índice de Infraestructura. (II). En este se combinan dos índices; el de la dotación de infraestructura colectiva propiamente dicha y el de dotación de viviendas apropiadas.

·         Índice de Calidad de Vida. (ICV). Está compuesto por tres dimensiones: educación, salud y espacio público.

·         Índice de Equidad e Inclusión. (IEI). Incluye las medidas habituales de desigualdad en ingreso y consumo (coeficiente de GINI) y medidas de acceso a los servicios sociales y a la infraestructura colectiva.

·         Índice de Sostenibilidad Ambiental. (ISA). Comprende la calidad del aire, las emisiones contaminantes y la contaminación interior en las edificaciones.

Por construcción, cada uno de estos índices tiene un valor entre cero y uno. A partir de ellos, se calculas dos índices compuestos de prosperidad: el IPC 5, que es el promedio aritmético simple de todos ellos, y el IPC 4, del cual se excluye en índice de equidad.

De acuerdo con el valor de IPC, cuya cercanía a la unidad indica mayor prosperidad, se forman las siguientes categorías:

·         Ciudades con muy sólidos factores de prosperidad. Son las que tienen un IPC igual o superior a 0,9. En este grupo clasifican ciudades como Viena, Estocolmo, París, Toronto, Nueva York, etc.

·         Ciudades con sólidos factores de prosperidad – Categoría 1. Tienen un IPC entre 0,800 y 0,899. Aquí están Moscú, Atenas, Shanghai y dos latinoamericanas: México y Sao Paulo.

·         Ciudades con sólidos factores de prosperidad – Categoría 2. Con un IPC entre 0,700 y 0,799. El Cairo, Manila y Pekín son algunas de las que hacen parte de este grupo.

·         Ciudades con factores de prosperidad moderados. Son ciudades con IPC entre 0,6 y 0,699. En este grupo está Tegucigalpa al lado de Ciudad de Guatemala, Nairobi y Nueva Delhi.

·         Ciudades con factores de prosperidad débiles. Tienen un IPC entre 0,5 y 0,599. Aquí están Dakar, Accra, Lagos y La Paz.

·         Ciudades con factores de prosperidad muy débiles. Son las que tienen un IPC inferior a 0,5. Monrovia, Niamey y Bamako están en esta categoría.

Es su reporte de 2012, UNHABITAT estimó el índice de prosperidad de 68 ciudades, entre las cuales está Tegucigalpa, que ocupa el lugar 44 con un IPC 4 de 0,694 y un IPC 5 de 0,652. Se sitúa, como ya se indicó, en la categoría de ciudades con factores de prosperidad moderados. En la gráfica 4 se visualiza la situación de Tegucigalpa con relación a la ciudad mejor calificada, Viena, y a la peor, Monrovia.

Gráfica 4


Además de Tegucigalpa, el estudio de UNHABITAT incluyó otras 4 ciudades de América Latina: Sao Paulo, México DF, Ciudad de Guatemala y La Paz. La Tabla 2 y la Gráfica 5 muestran los índices de este grupo.

Tabla 2


Gráfica 5



IV.             El costo de la carencias

Naturalmente está por fuera del alcance de esta conferencia analizar el valor alcanzado por los diferentes índices en el caso de Tegucigalpa. Se considera exclusivamente el índice de infraestructura y dentro de éste lo que tiene que ver con los servicios de agua y saneamiento. El estado de estos servicios en la Ciudad es bien conocido. Por esa razón se pasa directamente a considerar el costo económico y social de unos niveles de servicio insuficientes en cobertura y calidad.

La literatura sobre el tema es bastante extensa. En general todos los estudios coinciden en señalar impactos sobre la salud (morbilidad y mortalidad infantil, desnutrición, enfermedades hídricas, etc.); la educación (inasistencia por enfermedades o por tiempo dedicado al acarreo de agua, bajo desempeño escolar por enfermedad, etc.); y la discriminación de género (las tasas de deserción e inasistencia escolar suelen ser mayores en las niñas que en los niños). Todos estos impactos disminuyen la esperanza de vida, limitan la acumulación de capital humano por parte de las familias más pobres y reducen las posibilidades de mejorar su productividad laboral en el futuro. Se perpetúa de esta forma el círculo vicioso de la pobreza.  

Ahora bien, estos impactos son más fáciles de señalar que de medir. La dificultad estriba en que buena parte de los costos las deficiencias en los servicios no tienen una expresión directa en el mercado. Entre los métodos de estimación más empleados están el de los costos evitados, el de los precios hedónicos y el de valoración contingente o disposición a pagar.

El método de los costos evitados es usual en la evaluación económica de proyectos. Así por ejemplo, un proyecto de inversión que amplíe la cobertura de agua potable debe reducir la incidencia de enfermedades de origen hídrico evitando a las familias y al sistema de salud los gastos de su tratamiento. Otro costo evitado es el de los días de trabajo y estudio perdidos por enfermedad. Finalmente, las familias beneficiadas se evitarían los costos de formas alternativas de proveerse de agua: acarreo, almacenamiento, agua embotellada, etc.

El método de los precios hedónicos se basa en la idea según la cual un el precio de un bien – típicamente un vivienda o un inmueble de cualquier naturaleza – del conjunto de atributos que determinan su capacidad para satisfacer las necesidades humanas. Así, el precio de una vivienda dependerá del área total y construida, de los materiales, de su localización, de las conexiones de servicios públicos domiciliarios, etc. Dos viviendas que sean semejantes en todos los atributos, con la excepción de que una de ellas cuenta con conexiones de agua potable y alcantarillado, tendrán diferentes precios de mercado. La diferencia de precios es el precio hedónico de esas conexiones.

Finalmente el método de la valoración contingente o de disposición a pagar se basa en la estimación del valor que el consumidor atribuye a un bien o servicio del cual carece – o del que dispone en cantidad o calidad insuficiente – enfrentado a la situación hipotética de disponer de él. Se basa en el supuesto de que el consumidor racional sólo está dispuesto a pagar una suma equivalente al valor que atribuye al consumo o uso del bien o servicio en cuestión. Las estimaciones de esa disposición a pagar se hacen aplicando encuestas a grupos de consumidores seleccionados.

Utilizando estas metodologías, Luz María Gonzalez, consultora colombiana, estimó hace algunos años el costo económico de la deficiente prestación de los servicios de agua potable y saneamiento en Tegucigalpa.

Para estimar los costos de la prestación deficiente del servicio de agua potable consideró dos aspectos: los impactos para la salud y el costo de racionamiento. En el primer caso empleó la metodología de la valoración contingente usando los resultados de las encuestas realizadas en 2005 por ESA Consultores Internacionales, ajustándolos a precios de 2010. Para estimar el costo de racionamiento recurrió al método de los costos evitados, estimado el costo unitario (Lempiras/m3) que asumen los habitantes de la ciudad para suplir con formas alternativas (acarreo, almacenamiento, pozos, agua embotellada, etc.) el suministro insuficiente de la red pública. Estimó el racionamiento como la diferencia entre la cantidad que se demandaría en el caso de un servicio suficiente y la que se demanda en las condiciones del servicio actual. En caso del servicio de alcantarillado empleó el método de los precios hedónicos y para el tratamiento de aguas residuales la disponibilidad a pagar. Para el servicio de aseo empleó el costo de recolección y transporte y lo aplicó a la población no servida. En disposición final empleó la disposición a pagar. Los resultados se resumen en la Tabla 3.

Tabla 3



V.                Observaciones finales.

Los resultados del estudio de UNHABITAT son muy importantes y conviene profundizar en ellos. Sería conveniente revisar a fondo la metodología empleada y reestimar los índices. En todo caso, independientemente de los valores que tengan los índices, la conceptualización de la prosperidad y de la articulación de las variables que la determinan es un instrumento especialmente poderoso para la formulación de las políticas públicas y la definición de prioridades. El estudio de Gonzalez continúa teniendo gran validez y deberían dedicarse algún esfuerzo a su actualización. Personalmente creo que los costos económicos están subestimados, especialmente en lo referente a los impactos sobre la salud y la educación. A fin de cuentas, hoy y siempre, la riqueza no es otra cosa que el producto del trabajo y las carencias en salud y educación minan de forma duradera la productividad de la población más pobre imponiendo límites su capacidad de generar ingresos.

Bibliografía.

Ducci, Jorge. (2007) “Acceso al agua potable, saneamiento y pobreza” Foro social de Sao Paulo 2009. www.corporacionesescenarios.org

Ferro, Logares, Roitman (2009). “Water, health and social cost/benefit analysis” MPRA Paper No 16618.

Gonzalez, Luz María (2011). Análisis económico y financiero de la situación actual de los servicios públicos en Tegucigalpa. Consultoría para el Banco Mundial.

Hutton y Haller (2004). “Evaluation of the cost an benefits of wáter and sanitation improvements at the global level” OMS, Ginebra.

UN-HABITAT. (2012). State of the world´s  cities report 2012/2013.


LGVA

Tegucigalpa, Octubre de 2014.





[1] Texto de la conferencia dictada en la celebración del Día del AGUA. Tegucigalpa, octubre de 2014.


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