miércoles, 26 de octubre de 2022

EPM: rumbo a la crisis financiera

 

EPM: rumbo a la crisis financiera

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

Desde un principio estuve convencido de que Quintero Calle le haría gran daño a EPM, pero confiaba en que la solidez de la Empresa y las capacidades de sus profesionales y directivos le permitirían superar esta desastrosa alcaldía y salir, aunque algo lesionada, indemne, en lo fundamental. Hoy creo haber subestimado la capacidad destructiva de Quintero Calle, su gerente de pacotilla y sus ignaros directivos, obsedidos por los contratos, y la impasibilidad cómplice de la Junta Directiva.

Hidroituango no entrará oportunamente en operación comercial y AFINIA marcha rumbo al fracaso por cuenta de las arbitrarias y caprichosas – y tal vez dolosas – intervenciones de Quintero Calle. Por el fracaso con Hidroituango, EPM tendrá que pagar US$ 180 por garantías y dejará de recibir pagos de confiabilidad por US$ 500 millones en 20 años.

Si Quintero consigue que Petro Urrego le tuerza el brazo a la GREG y logra que se amplie el plazo, la reputación comercial de EPM quedará por el suelo, la seriedad de la institucionalidad del sector eléctrico profundamente lesionada y Medellín y EPM convertidas en rehenes del gobierno nacional, mientras dure su mandato o el de alguno de sus compinches.

La situación de AFINIA no puede ser más grave: está incumpliendo con las metas de calidad y pérdidas a las que está obligada con la CREG, su gerente Lastra Fuscaldo está acusado de corrupción por el alcalde de Cartagena quien anuncia un boicot y, como si fuera poco, Quintero Calle está denunciado en la Fiscalía por haber supuestamente vendido la gerencia a un “inversionista experto en contratación”.

Todos esos desastres empiezan a gravitar sobre la situación financiera de EPM ya profundamente debilitada por el ordeño inclemente al que la ha sometido la alcaldía con la extracción de excedentes.



 En dos años y medio la alcaldía de Quintero le ha sacado a EPM más de 4 billones de pesos. Esto jamás lo habría hecho un propietario prudente a una empresa que estaba enfrentado uno de los mayores desafíos de toda su historia, la recuperación de Hidroituango, y estaba asumiendo la más grande expansión individual de su negocio de distribución, con AFINIA. Quintero Calle se ha comportado con EPM como un usufructuario irresponsable de la renta de un activo sin ningún compromiso con la preservación y, menos aún, el incremento de su valor. La prudencia aconsejaba prescindir, por lo menos, de los excedentes extraordinarios.

Otro factor de debilitamiento financiero de EPM proviene del prepago del crédito BID por US$ 450 millones, exigido por la Entidad ante el desbarajuste causado por el alcalde con su desatinada demanda contra los contratistas de Hidroituango, para lo cual la Empresa tuvo que realizar una desinversión en títulos de renta fija en dólares. Al tipo de cambio de hoy, ese prepago le dejó a la Empresa un hueco de liquidez de $ 2.250.000 millones.

En fin, a todo esto, siguen los menores ingresos que recibirá la Empresa por cuenta de la reducción de tarifas en aplicación del llamado “Pacto de Justicia Tarifaria”, estimados en $ 340.000 millones en un año.

Así las cosas, el hueco de liquidez provocado por las absurdas decisiones de Quintero Calle, avaladas por su servil junta directiva, supera los 5.2 billones de pesos, considerando solo los excedentes extraordinarios y dos años de pérdida de cargo de confiabilidad.

 


EL huequito equivale nada más ni nada menos que al 28% de la deuda financiera de EPM: es difícil imaginar peor momento que el actual para recurrir al mercado financiero para llenarlo.

Los bonos son la principal fuente de financiación de EPM, 71%. Actualmente, con la crisis provocada por el gobierno de Petro Urrego, los bonos de la Nación se están negociando en el mercado secundario con 15% de descuento sobre su valor a la par. Salir en esas condiciones a colocar bonos de EPM sería una locura financiera.



 

Lo expuesto pone en evidencia, una vez más, la fragilidad de los arreglos institucionales en torno a EPM, que permiten que el patrimonio de la Ciudad pueda quedar en las manos irresponsables de un personaje como Quintero Calle.

¡Qué Dios perdone a quienes votaron por él y también a los miembros de la Junta Directiva que están incumpliendo sus deberes fiduciarios y sus responsabilidades con la ciudadanía!

LGVA

Octubre de 2022. 

lunes, 10 de octubre de 2022

El nobel de economía de 2022

 

El nobel de economía de 2022

Luis Guillermo Vélez Álvarez

Economista

Mucho me gusta el Nobel de Economía de 2022, otorgado a Ben Bernanke, Douglas Diamond y Phillip Dybvig, por sus investigaciones sobre bancos y crisis financieras, las cuales, según indica el Jurado, mejoraron “nuestra comprensión del papel de los bancos en la economía, especialmente durante las crisis financieras” y aclararon “por qué tenemos bancos, cómo hacerlos menos vulnerables en las crisis y cómo los colapsos bancarios exacerban las crisis financieras”. Me gusta que se vuelvan a premiar contribuciones significativas en el campo de la macroeconomía después de varios años en los que fue otorgado por trabajos de microeconomía – o será mejor decir, microeconometría – sin mayor significación teórica.



Vistas las cosas en perspectiva, hoy parece claro que la profundidad, amplitud y duración de la crisis de los años 30 se explica, en buena medida, por una combinación de:  i) el escaso desarrollo institucional en el campo del control monetario en los Estado Unidos, ii) la poca influencia de las opiniones de los economistas sobre los tomadores de las decisiones y iii) la falta de comprensión cabal de cuestiones fundamentales por parte de los economistas.

No es inútil recordar que el sistema de la Reserva Federal tenía 16 años de existencia cuando enfrentó el que, hasta hoy, por sus desastrosas consecuencias, es el peor desafío de la política monetaria en toda la historia del capitalismo. De ese desastre salieron importantes enseñanzas que le quitaron toda respetabilidad intelectual al proteccionismo y a la tesis de que hay que dejar quebrar los bancos para no favorecer a los ricos o inducir el riesgo moral.  

Cuando se produjo el colapso de la bolsa de Nueva York, el 24 de octubre de 1929, el famoso jueves negro, en lugar de actuar con rapidez aumentado la oferta monetaria en un mayor porcentaje que el habitual para compensar el efecto depresivo del colapso bursátil, la FED dejó que la cantidad nominal de dinero disminuyera a lo largo de los dos o tres años siguientes. Más tarde, en 1931, dejaron quebrar el famoso Banco de los Estados Unidos, quiebra a la que seguirían las de 9.700 bancos más. Todo eso está documentado en la monumental obra de Milton Friedman y Anna Schwartz, Historia monetaria de Estado Unidos 1867-1960, y resumido en el capítulo tercero de Libertad de elegir[1].

En su libro El valor de actuar, dedicado a la crisis de 2008 – 2010, que le tocó enfrentar desde la presidencia de la FED, Bernanke reconoce la importancia decisiva de la obra de Friedman y Schwartz en su orientación intelectual:

“Después de pasarme casi todo el primer año de doctorado absorbiendo modelos matemáticos, el enfoque histórico de Friedman y Schwartz me entusiasmó. Los autores estudiaban más de cien años de historia económica estadounidense para tratar de comprender los efectos de la política monetaria en la economía. En particular documentaban tres episodios en que la contracción de la masa monetaria por parte de la Reserva Federal – una anterior al crac bursátil de 1929 y dos en los primeros años de la depresión - había contribuido a que la depresión fuera tan terrible. Después de aquella lectura, supe a qué quería dedicarme. Durante toda mi carrera académica me centraría en cuestiones macroeconómicas y monetarias”[2]

Sin duda alguna las afirmaciones tajantes de Friedman que culpabilizan a la FED de colapso monetario y a fortiori del agravamiento de la crisis por su renuencia a realizar operaciones de compra de mercado abierto a gran escala[3] han debido estar presentes en la mente de Bernanke cuando tomó las decisiones de compras masivas de toda clase de títulos de deuda.

En su estudio de la crisis de los treinta, Bernanke se orientó hacia el papel de los bancos y las consecuencias desastrosas que siguen a la quiebra de algunos de ellos:

“El colapso de un banco, con la consiguiente destrucción de toda su experiencia, información y red de contactos puede ser muy costoso para las comunidades y negocios a cuyo servicio se encuentra. Multipliquemos ese daño por más de 9.700 quiebras de entidades bancarias y enseguida comprenderemos los motivos de la que la interrupción del crédito contribuya a explicar la severidad de la depresión”[4]

El ensayo histórico de Bernanke sobre el colapso bancario que pudo haber sido evitado se publicó en junio de 1983 en la American Economic Review. Ese mismo año, Douglas Diamond y Phillip Dybvig publicaron un hermosísimo artículo en el que vinculan, como debe hacerse con todo en economía, la actividad de los bancos de depósitos a las elecciones racionales de los individuos. Los bancos existen porque suplen necesidades de las personas, porque la gente demanda los servicios bancarios. Los bancos dejarán de existir el día en que la gente deje de demandar sus servicios y, entonces, desaparecerán, como desapareció el telégrafo y como está desapareciendo la telefonía fija. También queda claro en ese artículo que las corridas bancarias no solo afectan a los banqueros sino que también ocasionan severos daños en la economía real[5].

Pero no son los trabajos de Bernanke, Diamond y Dybvig los que atraen la atención del gobierno y la agremiación de los banqueros colombianos que se encuentran embelesados con las ideas de Mariana Mazzucato, una economista italiana que, sustituyendo la teoría económica por la teoría de la conspiración,  ve el sistema bancario y financiero como una especie de mafia que impone su voluntad a individuos y gobiernos del mundo entero y cuya actividad no agrega ningún valor a la economía al tiempo que extrae todo el que se le antoja.

LGVA

Octubre de 2022.

 



[1] Friedman, Milton y Rose (1980, 1983). Libertad de elegir. Ediciones Orbis S.A. Barcelona, 1983. Páginas 105 a 131.

[2] Bernanke, B.S. (2015, 2016). El valor de actuar. Editorial Planeta, Bogotá, 2016. Página 47.

 

[3] “A lo largo de los años 1929, 1930, y 1931, el Banco de la Reserva Federal de Nueva York pidió repetidas veces que se iniciara una operación de compra a gran escala de mercado abierto, es decir, la medida clave que el sistema debería haber tomado pero que no adoptó”. Friedman, Milton y Rose (1980, 1983). Página 126.  

 

[4] Bernanke, B.S. (2015, 2016). Página 51.

 

[5] Diamond, D.  y Dybvig, P. (1983) “Bank Runs, Deposit Insurance, and Liquidity” in Journal of Political Economy 1983, vol. 91, no. 3.