Odebrecht
y el orangután con sacoleva
Luis
Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
Se dice que fue Dario
Echandía quien dijo que la democracia colombiana era un orangután con sacoleva.
También se dice que dijo aquello de “…el poder,
¿para qué?”. Seguramente dijo una
y otra cosa este expresidente colombiano que decía tantas. Fue candidato de su
partido, el liberal, en tres ocasiones y otras tantas veces retiró su
candidatura antes de las votaciones. No obstante, en dos oportunidades vistió
la banda presidencial reemplazando como designado a los titulares, López Pumarejo y Lleras
Camargo. De Echandía se tiene pues la certeza de que llegó a la presidencia en sin
que mediara una votación fraudulenta.
Desde que Colombia es
Colombia, después de la disolución de la Grande en 1830, se han realizado
elecciones periódicas de forma casi ininterrumpida. A lo largo de todo el siglo
XIX no dejaron de realizarse en las fechas previstas a pesar de las guerras y sublevaciones
en las que dicho siglo fue especialmente pródigo, como en otros países de
América Latina. Hacer una nación no es tarea fácil. Puede decirse que en el
siglo XIX los colombianos guerrearon y votaron incontinentemente.
La pureza muchas de esas votaciones
no está libre de sospechas. El anecdotario político del siglo XIX está lleno de episodios de coacción a la
libertad del elector o de trampas descaradas en el escrutinio. El Coronel
Aureliano Buendía decidió irse a la guerra por primera vez cuando su suegro Don
Apolinar Moscote, el prefecto de Macondo, cambió en su presencia las papeletas
depositadas en la urna para que las azules fueran muchas más que las rojas. No
se sabe cuál fue la primera guerra del
Coronel, pero si se tiene certeza de que la última fue la de los mil días, con
la que Colombia terminó en siglo XIX y comenzó el XX.
Las primeras elecciones
presidenciales de siglo XX, en 1904, las
ganó por estrecho margen el candidato conservador general Rafael Reyes al
también conservador Joaquín Fernando Vélez. El partido liberal se abstuvo de
participar. El estrecho margen – 50,3% frente a 49,7%- dio lugar a que se
hablara de fraude. El historiador Eduardo Posada Carbó, en su artículo “Los
límites del poder: elecciones bajo la hegemonía conservadora”, menciona el caso del general Iguarán quien
hizo que los miembros de la asamblea electoral del distrito de Padilla en La
Guajira firmaran en blanco las boletas electorales para venderlas después al
mejor postor.
Carlos E. Restrepo, quien
gobernó entre 1910 y 1914, es otro de los presidentes colombianos sobre el cual
no existe duda alguna de que llegó al poder sin que mediara una elección
fraudulenta pues fue nombrado por una Asamblea Constituyente convocada después
de que el general Reyes renunciara, acosado por sus opositores. Las elecciones
de 1914 y 1918 fueron ganadas por amplio margen por José Vicente Concha y Marco
Fidel Suarez, respectivamente. En las del 14 el partido liberal apoyó la
candidatura de Concha y en las del 18 la del poeta Guillermo Valencia. . En
estas últimas hubo denuncias de fraude y de intervención descarada del clero en
favor de la candidatura de Suarez.
En 1922 el partido liberal
retorna con fuerza a la arena electoral, con la candidatura del general
Benjamín Herrera enfrentado al también general Pedro Nel Ospina del partido
conservador, quien a la postre sería el vencedor. Aunque Ospina casi duplicó en
votos a Herrera no faltaron las denuncias de fraude. Para la historia quedó el
telegrama dirigido por un tal Ruperto Meto, gamonal de Cáqueza, al presidente
Suarez, ocho días después del día de elecciones: “Conservatismo entusiasmado
continúa votando”. Hubo incluso llamados
a la insurrección que fueron desautorizados por el general Herrera. Los
liberales no se fueron a las armas pero en protesta se abstuvieron de ingresar
al gabinete de Ospina, poniendo fin a los gobiernos de coalición o de gabinetes
mixtos iniciados por el general Reyes.
En las elecciones de 1926 el
partido liberal no presentó candidato alegando falta de garantías. Llegó a la
presidencia Miguel Abadía Méndez, convirtiéndose así el primero de los cuatro
presidentes que en el siglo XX ganaron solitarios las votaciones que los
llevaron al poder. Los otros fueron Alfonso López Pumarejo, en 1934, Eduardo
Santos Montejo, en 1938, y Laureano Gómez Castro, en 1949. En todos estos casos
el partido opositor alegó falta de garantías.
Bajo el Frente Nacional,
surgido después de la caída de la dictadura de Rojas Pinilla, los partidos
liberal y conservador se coludieron para presentar de forma alternada
candidatos únicos a la presidencia. En la primera elección, realizada en 1958,
el candidato frentista Alberto Lleras Camargo ganó por amplio margen, 50%, a Jorge Leyva Durán, candidato de una
disidencia conservadora. Guillermo León Valencia y Carlos Lleras también
ganaron por amplios márgenes las contiendas electorales que los llevaron a la
presidencia.
En las elecciones de 1970 el
orangután volvió a vestir su saco leva. La disciplina del partido conservador estaba
al parecer profundamente resquebrajada y llegó a las elecciones con dos
candidatos adicionales – Belisario Betancur y Evaristo Sourdis - al frentista Misael Pastrana Borrero. Como
consecuencia de esta división, Pastrana vio disminuido su caudal electoral y
triunfó por escaso margen frente al general Gustavo Rojas Pinilla, quien había
retornado a la arena política a la cabeza de una coalición de liberales y
conservadores marginados de sus partidos denominada Alianza Nacional Popular –
ANAPO. Está comprobado que hubo fraude pero no que este hubiera sido propiciado
o cohonestado por el gobierno de Lleras Restrepo. Aunque las maniobras
electorales en algunos departamentos, como los votos cambiados en Nariño por
orden el senador Luis Avelino Pérez, probablemente no fueron definitivas en el
resultado final, las elecciones de 1970 quedaron marcadas por el estigma del
fraude y este estigma alteró la historia del Colombia pues dio origen al Movimiento
19 de abril, M-19, algunos de cuyos integrantes están actualmente vigentes en
la política nacional.
Se observa en la tabla que
la calidad de las elecciones presidenciales mejora desde el final del Frente
Nacional. En las once elecciones realizadas hasta hoy hubo pluralidad de
participantes y ningún partido o movimiento se marginó por falta de garantías. En
ocho de ellas (1974, 1978, 1982, 1986, 1990, 1998, 2002 y 2006) los candidatos
triunfadores ganaron por márgenes suficientemente amplios como para descartar
cualquier probabilidad de que en el resultado final haya sido determinante
cualquier acción fraudulenta. Las ovejas negras de la manada son las elecciones
de 1994, 2010 y 2014.
Lo ocurrido en las
elecciones de 1994 marca el inicio de una nueva forma de trapisonda electoral, la
financiación dolosa de los gastos de las campañas, que será refinada en las elecciones
de 2010 y 2014. Hasta entonces todo era
cuestión de cambio de votos, fraude en el conteo o alguna forma de
constreñimiento al elector, que generalmente no eran determinantes del
resultado final. Algo totalmente diferente es lo acontecido en las votaciones
de 1994. Es un hecho probado que a la
campaña de Ernesto Samper Pizano entraron dineros del narcotráfico. Dada la
estrechez de los resultados, es harto probable que esa financiación dolosa haya
sido determinante para la victoria de Samper Pizano.
En 2010 Santos ganó por
amplio margen en ambas vueltas. En 2014 perdió la primera y ganó la segunda por
márgenes mucho menores aunque relativamente holgados. Está probado y reconocido que a la campaña de
Santos de 2010 entraron dineros de Odebrecht y hay fuertes indicios de que en
la de 2014 ocurrió lo mismo. Dado el amplio margen, es improbable que los
afiches comprados con esos dineros de Odebrecht hayan sido determinantes en el
resultado de las elecciones de 2010, pero de lo que no cabe duda es que desde
ahora están garantizando al señor Roberto Prieto un lugar en la galería de la
picaresca colombiana del fraude electoral al lado del general Iguarán, el
gamonal Ruperto Meto y el senador Luis Avelino Pérez. Por su parte, Juan Manuel
Santos igualará la marca de Darío Echandía pero al revés. Es decir, Santos pasará a la historia como el
colombiano del cual se tiene la certeza de que llegó a la presidencia en dos oportunidades
como resultado de otras tantas elecciones fraudulentas.
LGVA
Abril de 2017.