Pensamiento Económico II – Lección 5
Semestre 2017- 01
Teoría neo-clásica de dinero, el interés y los precios
(Fisher, Wicksell y Hayek)
Luis Guillermo Vélez Álvarez
Economista,
Docente Universidad EAFIT
I.
Introducción
La teoría económica
moderna de le presenta dividida en dos grandes campos: la microeconomía y la
macroeconomía. La primera se ocupa de la formación de los precios relativos y
de la asignación de los recursos productivos en los diferentes usos; la segunda
trata de los determinantes del nivel agregado de producción. La distinción
procede de Keynes:
“La división de la economía en teoría del valor y la
distribución por una parte y teoría del dinero por la otra es, en mi opinión,
una separación falsa. Sugiero que la dicotomía correcta es entre la teoría de
la industria o firma individual y las remuneraciones y distribución de una
cantidad dada de recursos entre
diversos usos, por una parte, y la teoría de la producción y la ocupación en conjunto, por la otra”
El de la microeconomía
es un mundo sin dinero: la asignación de los recursos y la distribución del
producto o remuneración de factores se hace bajo el supuesto de que el dinero
no ejerce ninguna influencia en la formación de los precios relativos. El
dinero aparece en la macroeconomía. Pero allí también se supone que el dinero
no ejerce o no debería ejercer ninguna influencia en la determinación del nivel
agregado de producción y empleo. Veamos como presenta las cosas uno de los
manuales de macroeconomía más populares, el del profesor Mankiw, de la
Universidad de Harvard:
“Ya tenemos una teoría para explicar los determinantes de
nivel general de precios de la economía. Esta teoría tiene tres elementos: 1.
Los factores de producción y la función de producción determinan el nivel de
producción Y; 2. La oferta monetaria M, determina el valor nominal de la
producción PY. Esta conclusión se desprende de la ecuación cuantitativa y del
supuesto de que la velocidad del dinero se mantiene fija; 3. El nivel de
precios, P, es el cociente entre el valor nominal de la producción, PY, y el
nivel de producción, Y. En otras
palabras, la capacidad productiva de la economía determina el PIB real; la
cantidad de dinero determina el PIB nominal; y el deflactor del PIB es el
cociente entre el PIB nominal y el real. Esta teoría explica lo que ocurre
cuando el banco central altera la oferta monetaria. Como la velocidad se
mantiene fija, cualquier variación de la oferta monetaria provoca una variación
proporcional del PIB nominal. Como los factores de producción y la función de
producción ya han determinado el PIB real, la variación del PIB nominal debe
representar una variación del nivel de precios. Por lo tanto, la teoría
cuantitativa implica que el nivel de precios es proporcional a la oferta
monetaria. Como la tasa de inflación es la variación porcentual del nivel de
precios, esta teoría del nivel de precios es también una teoría de la tasa de
inflación (…) Por consiguiente, la teoría cuantitativa establece que el banco
central, que controla la oferta monetaria, tiene el control último de la tasa
de inflación. Si el banco central mantiene estable la oferta monetaria, el
nivel de precios se mantiene estable. Si eleva rápidamente la oferta monetaria,
el nivel de precios sube rápidamente”
Esta teoría debe
resultar un poco desconcertante para el estudiante de economía al cual se le
habla al mismo tiempo de que la política monetaria, es decir, las variaciones
en la cantidad de dinero operadas por el banco central, afectan la tasa de
interés y por esta vía la demanda de inversión y consumo y por tanto el nivel
de producción. Es decir, al menos en el corto plazo y bajo determinadas
circunstancias, la moneda puede ejercer alguna influencia en la determinación
del nivel y la composición de la producción. El objeto de la teoría monetaria
es establece las condiciones bajo las cuales el dinero es o no neutral. El
objetivo de la política monetaria es el de gestionar las variaciones en la
cantidad de dinero de forma tal que se minimicen las perturbaciones que puede
ejercer sobre el sector real.
Después de haber
examinado en las lecciones anteriores las contribuciones de Marshall y Walras
que están en la base de los dos grandes enfoques de la microeconomía moderna -
el de equilibrio parcial, asociado a Marshall, y el de equilibrio general,
asociado a Walras- vamos a estudiar en esta parte la génesis de buena parte de
las ideas centrales de la teoría monetaria moderna a partir de las
contribuciones de un tres economistas especialmente representativos: el norteamericano
Irving Fischer, el sueco Knut Wicksell y el austríaco Hayek. Pero antes de
examinar las contribuciones de estos autores, es conveniente presentar algunos
elementos de teoría monetaria básica.
II.
Dinero
y formas monetarias.
En economía el dinero
se define por sus funciones.
Es dinero todo aquello que sea a la vez medio general de cambio o pago, medida
de valor o unidad de cuenta y reserva o depósito de valor. De esas tres
funciones la definitiva es la de ser medio general de cambio. Podemos medir el
valor en unidades de trabajo o en unidades de cualquier bien. Ser reserva de
valor es un atributo general a todos los bienes o cualquier título
representativo de propiedad sobre ellos. Una acción o un bono son reserva de
valor, pero esto no los convierte en dinero. El atributo necesario para que algo
sea dinero es su aceptabilidad general en los intercambios en unas
circunstancias sociales e históricas determinadas.
Esta última frase nos
lleva a un punto fundamental: el dinero es un fenómeno social. No en todas las
sociedades o formas de organización económica existe el dinero. Así mismo, una
cosa que funciona como dinero en una sociedad puede no serlo en otra o en una
época histórica diferente de la misma. Esto nos lleva a una nueva noción,
ligada aunque distinta al concepto abstracto de dinero: la de forma monetaria.
Brevemente dicho las
formas monetarias son aquellos objetos que en virtud de la convención social
funcionan o han funcionado como dinero. En los textos de historia del dinero o
en los trabajos de los antropólogos se encuentra un abigarrado catálogo de
objetos que en algún momento de la historia o en diferentes sociedades
funcionaron como dinero. Se habla de pieles, conchas, ganado, etc. La característica común a todas esas cosas que
en alguna circunstancia histórica funcionaron como dinero es el hecho de que
por alguna razón u otra, percibida por los individuos que comercian, su
capacidad de intercambiarse por otras mercancías era mayor que la de las demás.
Carl Menger habla de capacidad de venta o de mercancías más vendibles.
Modernamente se da a este atributo el nombre de liquidez. Volveremos sobre este
concepto. Veamos un par de textos de Menger:
“El interés económico de cada uno de los agentes de la
economía les induce, pues, cuando alcanzan un mayor conocimiento de sus
ventajas individuales, a intercambiar sus mercancías por otras, incluso aunque
esta últimas no satisfagan de forma inmediata su finalidad se uso directo. Y
ello sin previos acuerdos, ni presión legislativa e incluso sin prestar
atención al interés público. Ocurre de este modo, bajo el poderoso influjo de
la costumbre, presente por doquier a medida que aumenta la cultura económica,
que un cierto número de bines, que son siempre los que, en razón de tiempo y
lugar, mayor capacidad de venta poseen, son siempre aceptados por todos en las
operaciones de intercambio y pueden intercambiarse a su vez por otras
mercancías”
“El origen del dinero es, como hemos visto, del todo
natural y, por consiguiente, sólo en muy contados casos puede atribuirse a
influencias legislativas. El dinero no es una invención estatal ni el producto
de un acto del legislador. La sanción o aprobación por parte de la autoridad
es, pues, un factor ajeno al concepto del dinero. El hecho de que unas
determinadas mercancías alcancen la categoría de dinero surge espontáneamente
de las relaciones económicas existentes, sin que sea precisas medidas estatales”
Llegados a este punto
hay que referirse a la manera en que los metales nobles, el oro y la plata,
llegan a convertirse en la forma monetaria o en la forma de dinero más
reconocida en a lo largo de la historia universal.
“El oro y la plata no
son dinero por naturaleza, pero el dinero es, por naturaleza, oro y plata”,
escribe Marx. Esta idea se encuentra en la obra de muchas economistas de todas
las épocas y todos los países. En el siglo XVIII, Ferdinand Galiani señala que
la utilización de los metales preciosos como moneda “no resultó de una elección
libre y caprichosa, sino de una necesidad relacionada con la naturaleza misma
de los metales y con los requisitos de la moneda”. Finalmente, Menger, tan lejano en el tiempo de
Galiani como lejano en la teoría de Marx, se expresa de manera similar: “De la
precedente exposición de la naturaleza y origen del dinero se desprende
claramente que, en las circunstancias normales de las relaciones comerciales de
los pueblos civilizados, los metales nobles se convierten, de manera natural,
en dinero económico”
¿Cuáles son pues esos
atributos naturales de los metales preciosos que los convierten naturalmente en
dinero?
·
Divisibilidad en alícuotas
partes sin pérdida de valor.
·
Elevado valor por unidad de
volumen o peso determinado por su escasez relativa.
·
Durabilidad pues el paso del
tiempo no menoscabo sus atributos físicos.
Hoy entendemos que el
dinero no es ni debe ser necesariamente una mercancía. Sin embargo, los
atributos señalados de los metales preciosos corresponden a las características
que definen el concepto abstracto del dinero y a las que en circunstancias
normales debe tener el dinero fiduciario que es la forma predominante del
dinero en el mundo moderno.
Un paso adelante en
esta historia es la aparición de la acuñación. La utilización de los metales
preciosos con fines monetarios no está libre de inconvenientes. Aunque menos
problemático que el ganado, los metales preciosos son engorrosos de transportar,
pesar, dividir y comprobar su autenticidad y grado de pureza. Esa idea se encuentra en muchos autores. Veamos cómo
la expresa Menger:
“De entre estos inconvenientes que se derivan de la
utilización de los metales nobles con fines dinerarios se destacan como los más
importantes los debidos a la difícil comprobación de su autenticidad y de su
grado de pureza y a la necesidad de dividir estos duros metales en las piezas
correspondientes a las transacciones. Son dificultades que no pueden eliminarse
sin pérdida de tiempo y sin sacrificios económicos”.
La acuñación parece
ser algo muy antiguo. Según el historiador griego Heródoto esta innovación es
obra de Creso, rey de Lidia, hacia finales del siglo VIII antes de J.C. En
cualquier caso con la acuñación se resuelven indicados pero, como veremos,
aparecerán otros. Volvamos a Menger.
“La significación para la economía de las monedas
acuñadas radica, pues, en que (prescindiendo de la operación mecánica de la
división del metal noble en las cantidades requeridas) cuando las recibimos no
tenemos que comprobar su autenticidad, pureza y peso y cuando las damos también
nos ahorramos esta comprobación”
Aquí aparece un
concepto que es fundamental para el entendimiento de la moneda en todas sus
formas: confianza. El que los agentes crean que la moneda acuñada elimina todos
los inconvenientes señalados depende de la confianza en la honestidad del
acuñador. Frente a esto, Menger deposita su confianza en el gobierno:
“Es de todo punto evidente que quien mejor puede
garantizar el peso y la pureza de las monedas acuñadas es el Estado, porque
todos le conocen y reconocen y, al mismo tiempo, tiene el poder de amedrentar y
castigar a los infractores. De ahí que los gobiernos hayan asumido casi siempre
el deber de acuñar las monedas necesarias para el comercio”
Con la acuñación los
estados asumen el control de la moneda. Desde los romanos todos los estados –
grandes y pequeños – emplearan en su provecho el poder de acuñación. Las
discusiones monetarias sobre la circulación metálica tienen que ver con las
alteraciones en las monedas acuñadas – los cambios subrepticios en su peso y
ley – y las consecuencias de ello sobre la actividad económica.
La cuestión es
relativamente simple de explicar. Una moneda de cierta denominación, digamos la
libra, está definida por cierta cantidad de metal noble combinado en
determinadas proporciones. Una libra es, por ejemplo, una moneda de 20 gramos
de peso de ley 900. La ley de la moneda es la porción del metal noble en el
peso total. Con 200 gramos pueden acuñarse 11 libras. El acuñador o la casa de
moneda, que será una dependencia del gobierno, se queda con una de ellas y
entrega las otras 10 al dueño del metal. El cobro por la acuñación se denomina
el señoreaje y en el ejemplo equivale a la onceava moneda.
En el curso de la
historia los gobiernos se fueron reservando el derecho de acuñación dentro de
su territorio. Con frecuencia los gobernantes venales alteraban el peso o la
ley de las monedas acuñadas para aumentar de esta forma sus ingresos. Este
subterfugio tenía un efecto temporal pues con mayor o menor rapidez el mercado
se percataba del dolo y la moneda alterada perdía valor: en el mercado interno
disminuía su poder adquisitivo y se devaluaba con relación a las monedas de
otros países.
La acuñación
eliminaba los inconvenientes del uso de los metales en lingotes o el polvo.
Pero de ella resultarán otros problemas. Galbraith los resume de la siguiente
forma:
“La acuñación de monedas era sumamente práctica. Pero era
también una invitación a grandes fraudes públicos y pequeños fraudes privados.
Los gobernantes pródigos o faltos de recursos – que en aquellos tiempos
constituyeron una clara mayoría – comprendían a menudo que podían reducir la
cantidad de metal en sus monedas o confeccionarlas de calidad inferior, con la
esperanza de que nadie lo advertiría, al menos en breve plazo. Así, podía
comprarse lo mismo con una cantidad menor de oro o de plata, o podía comprarse
más con una cantidad igual. También ocurría que los empresarios privados,
después de cerrar un trato, recortaban o limaban unos miligramos de metal de
las monedas con que se había concertado el pago. Esto, con el tiempo, producía
un agradable aumento marginal de los beneficios. La falsificación fue también
un invento antiguo. Ya en el año 540 antes de J. C. se dice que Polícrates de
Samos estafó a los espartanos con monedas de oro falsas. Con el transcurso del
tiempo, y según las necesidades de los gobernantes, su capacidad de resistir la
tentación – que solía ser modesta – y el desarrollo privado de las artes defraudatorias,
la moneda tendió caso invariablemente a empeorar (...) En el mundo antiguo y
medieval, las monedas de diferentes jurisdicciones convergían en las ciudades
comerciales más importantes. Si existía la predisposición a aceptar moneda bajo
palabra, se pagaba indefectiblemente con dinero malo y se retenía el bueno.
Esta circunstancia dio origen, en 1588, a la máxima de Sir Thomas Gresham,
previamente formulada por Oresmo y Copérnico, y reflejada en la acumulación
secreta del buen dinero romano, según la cual la moneda mala expulsa siempre la
buena”.
Ya en la Edad Media
al lado de la circulación metálica se desarrolló una activa y amplia
circulación de letras de cambio emitidas por agentes privados, entre los que se
destacaron los orfebres lombardos. En las principales ciudades de Europa
estaban establecidos orfebres o banqueros que tenían vínculos comerciales y
financieros entre ellos. Un comerciante florentino que necesitaba realizar
compras en Londres, en lugar de viajar cargado de monedas, exponiéndose a los
salteadores de caminos, se presentaba ante un orfebre de Florencia al que
entregaba su metálico a cambio del cual éste le libraba una letra pagadera en
Londres por su corresponsal. Así, el comerciante hacía el viaje entre las dos
ciudades, al llegar a Londres redimía su letra y realizaba sus transacciones.
Es fácil imaginar, dada la confianza que inspiraba el emisor, que las letras
circularan entre los comerciantes y banqueros durante mucho tiempo y en
diversas transacciones antes de su redención efectiva. También podía ocurrir
que nunca se redimieran y que se compensaran en las cuentas de los banqueros.
En algún momento las letras empezaron a expedirse al portador y circulaban como
efectivo al igual que las monedas. De esta forma va apareciendo el billete de
banco.
Como ha señalado
Galbraith, el proceso de creación de dinero por los bancos “es tan simple que
repugna a la mente”.
La clave de todo está en que los depositantes del efectivo metálico a cambio
del cual reciben los certificados de depósito, las letras y, finalmente, los
billetes de banco no se presentan todos al mismo tiempo a reclamar el oro o las
monedas depositadas. La práctica les enseñará pronto a los banqueros que para
atender el flujo de retiros basta tener en caja en dinero oro o monedas sólo
una fracción del monto total de billetes o certificados emitidos. Así, un
banquero que ha recibido un depósito de 100 emite a favor del depositante
certificados o billetes por ese monto. En esa operación el metálico es
reemplazado en la circulación por los billetes. Supongamos ahora que un comerciante
solicita un préstamo de 100 al banquero. Éste le entrega sus propios billetes y
registra en su contabilidad una cuenta por cobrar en tanto que el comerciante
registra una cuenta por pagar. Los billetes son un activo para el comerciante y
un pasivo del banco. Y así sucesivamente el banco crea dinero de la nada. El
limite a la capacidad de creación de dinero está impuesto por el monto de
dinero metálico que el banquero sabe que debe tener para atender el flujo de
retiros. En el ejemplo, el banquero mantiene en reserva metálica un 20% de los
billetes emitidos. La creación monetaria moderna funciona de la misma forma con
la única diferencia de que la reserva está constituida no por metálico sino por
dinero del banco central: efectivo o depósitos.
Los primeros bancos
de emisión fueron bancos privados.
La aparición de los bancos estatales de emisión y del consiguiente monopolio de
los gobiernos es un fenómeno del siglo XIX y aún del siglo XX.
Llegados a este
punto, podemos resumir la pseudo-historia de la evolución de las formas
monetarias. La historia de las formas monetarias es la historia de las
desmaterialización del dinero.
Etapa 1. El trueque. Partimos
de un mundo del trueque o donde todas las mercancías son moneda. Dice Robert
Clower: “una mercancía-moneda es (...) cualquier mercancía que puede
intercambiarse directamente con todas las demás mercancías. De lo cual resulta
que una economía de trueque es una economía en la cual todas las mercancías son
mercancía-moneda”.
Etapa 2. Los
inconvenientes del trueque y la aparición de mercancías-moneda. La doble
coincidencia de necesidades es el principal inconveniente del trueque. También
hay costos de transacción. El desarrollo de los intercambios lleva a la
aparición de bienes que no se demandan por sí mismos sino como intermediarios
en el intercambio. Ciertas mercancías se destacan de las demás y se convierten
en moneda a medida que se generaliza su aceptación en los intercambios.
Etapa 3. El oro y la
plata se destacan como las mercancías más aptas para servir de moneda. Los
inconvenientes del uso de los metales en trozos, lingotes o polvo dan lugar a
la aparición de la acuñación.
Etapa 4. La acuñación
permite superar ciertos inconvenientes, para da lugar al surgimiento de otros
problemas. Con la acuñación empieza el proceso de desmaterialización del
dinero. El valor del dinero se desprende progresivamente del valor del material
del que está hecho.
Etapa 5. Aparición
del dinero semi-fiduciario. La conexión
entre el valor de la materia – monedas de oro y plata - y el valor de los
títulos representativos (letras, certificados de depósito, billetes) disminuye
progresivamente. Se mantiene el vínculo característico del patrón oro. En esta
etapa se produce la estatización del dinero. La exigencias del patrón oro
imponen cierto límite a la creación monetaria. De todas formas la oferta
monetaria es elástica y en gran medida exógena. Este es el régimen monetario en
al que se asocian los análisis de Wicksell y Fisher.
Etapa 6. Monopolio
estatal de la emisión. Moneda de crédito. La moneda fiduciaria moderna es una creación
de los estados. Con la desaparición del patrón oro en los años 30 y la
supresión de la convertibilidad del dólar en 1971, despareció todo vínculo
entre la mercancía-moneda oro y la moneda. La moneda se hizo completamente
fiduciaria. Otros rasgo de esta época es el monopolio estatal de la emisión de
la moneda primaria y el control de la emisión secundaria. La moneda está
conformada por las especies puestas en circulación por el banco central (depósitos,
billetes y monedas) y por los depósitos de los particulares en los bancos
comerciales. Estos depósitos son simples registros contables que se trasladan de
un cliente a otro por mandato de su propietario mediante un cheque, una orden
de pago o un traslado electrónico.
Etapa 7.
Desnacionalización del dinero. El dinero no siempre ha sido una creación de los
estados. El monopolio de la emisión por los estados nacionales es un fenómeno
histórico reciente. Los bancos nacionales son una creación del siglo XIX y en
muchos países, Colombia entre ellos, del siglo XX. Se están registrando cambios
importantes que indican el surgimiento de nuevas formas de organización
monetaria. En 2000 apareció el Euro, una moneda supranacional cuya aparición
supuso la desaparición de las monedas nacionales de varios países de Europa.
También se ha dado el caso de países – como Ecuador y Panamá – que adoptan como
moneda propia la moneda creada en otros países. En fin, en 2008 apareció un
sistema descentralizado de transacciones electrónicas que tiene una unidad
monetaria denominada el bitcoin.
III.
Dicotomía,
integración y neutralidad.
La teoría clásica y
la teoría neo-clásica comparten una característica fundamental. En un y otra
los precios relativos, las cantidades producidas y demandadas de todos los
bienes y las cantidades demandadas y empleadas de los diversos servicios
productivos (y por lo tanto los ingresos de sus propietarios) se determinan en
términos del análisis real, es decir, en una economía en la que no existe
moneda. En un segundo momento del análisis se introduce o integra la moneda y
se determinan las variables nominales: los precios monetarios y la tasa de
interés monetaria o nominal y la tasa de cambio, es decir, la relación de
cambio de una moneda nacional por otra.
La separación entre
el sector real y el sector monetario recibe el nombre de dicotomía. Por
perfecto y riguroso que sea el modelo de economía real no puede eludir el hecho
de que exista la moneda, es decir, el hecho de que las economías concretas son
economía monetarias. El hecho de que precios observables son monetarios y las
transacciones se realizan en dinero. El análisis económico debe dar cuenta de
la formación de esos precios monetarios o, de lo que es lo mismo, de la
formación del poder adquisitivo de la moneda. Esto es lo que se denomina
integración de la moneda. La integración de la moneda no es otra cosa que
explicar el valor de la moneda a partir de las acciones de los agentes
económicos. El problema no es trivial, especialmente cuando se trata de una
moneda fiduciaria.
Una moneda mercancía,
como el oro y la plata, tiene utilidad en su condición de mercancía y su
producción supone un esfuerzo, es costosa. Eso significa que, en principio, el
valor de la moneda mercancía obedece a las mismas reglas de todas las demás
mercancías. Con la moneda fiduciaria el
asunto es más complejo. De una parte no es mercancía, es decir, no es algo que
tenga una utilidad propia. De la otra, su costo de producción no guarda
relación alguna con su valor nominal – el costo de un billete de un dólar es el
mismo que el de uno de cien – y es tan bajo que podemos asumir que es
inexistente. Por ello la moneda fiduciaria es refractaria al análisis del valor
en términos de utilidad o dificultad de producción. Sin embargo, es evidente
que la moneda tiene un precio positivo, su poder de compra. El problema de la
integración consiste entonces en explicar el precio positivo de la moneda a
partir de la conducta de los agentes económicos.
Ahora bien, si para
determinar las variables reales pudo prescindirse de la moneda es preciso,
lógicamente, que la integración de la moneda no modifique esas variables
reales. En efecto, si la integración de la moneda las altera los precios
relativos es claro que el análisis en términos reales carece de todo sentido.
La dicotomía análisis real – análisis monetario exige, lógicamente, que la
moneda sea neutral. No importa cuál sea la teoría del valor subyacente. Si el
precio de la mercancía i en términos de la mercancía j es igual a γ en el mundo
sin moneda; esa relación de intercambio debe mantenerse una vez que la moneda
se incorpora en el análisis. Esto es lo que se denomina neutralidad de la
moneda.
Gráfica 1
Por las razones
expuestas, la teoría cuantitativa es la única teoría del valor de la moneda que
es compatible con la dicotomía y la neutralidad. En su forma más escueta esta
teoría sostiene que el valor de la moneda varía inversamente con su cantidad.
Dicho de otra forma: el nivel de precios es proporcional a la cantidad de
dinero y las variaciones en la cantidad de dinero inducen variaciones
proporcionales en el nivel de precios. Esto puede expresarse empleando la
conocida ecuación cuantitativa atribuida a Irving Fisher:
MV =
PY
La producción real Y
está determinada por fuerzas reales: la función de producción y las dotaciones
de capital y trabajo. La velocidad de circulación V es una variable
institucional: costumbres de pago de la economía, grado de bancarización, etc. Así
las cosas, dadas Y y V, es evidente que si M varía P debe hacerlo en la misma
proporción. Pero este no es el final sino el principio de la historia, como la
expresa Wicksell:
“Que una cantidad grande o pequeña de dinero puedan asegurar
el desarrollo del mismo nivel de actividad si el precio de los bienes se eleva
o se reduce proporcionalmente a esa cantidad es una cosa. Otra cosa es mostrar
por qué tal cambio en los precios debe seguir siempre a un cambio en la
cantidad de dinero y describir cómo se produce eso”[20]
Con el dinero se
compran bienes. Cuando cambia la cantidad de dinero disponible en la economía,
es preciso, para que se modifiquen los precios, que cambie la demanda de
bienes. El meollo de la cuestión radica en entender por qué a un cambio en la
cantidad de dinero le sigue necesariamente un cambio en la demanda de bienes. Veamos
la forma como Wicksell plantea esta cuestión:
“Supongamos que por una u otra razón aumentan los precios
de las mercancías mientras que permanecer invariables los stocks de dinero, o
que le stock de dinero disminuye mientras los precios permanecen temporalmente
invariables. La liquidez de caja se mostrará gradualmente como demasiado
pequeña en relación con el nuevo nivel de precios (...) Por tanto, se intenta
aumentar la liquidez. Ello sólo puede hacerse – dejando por ahora de lado la
posibilidad de pedir préstamos, etc. – reduciendo la demanda de bienes y
servicios o aumentando la oferta de los propios bienes o mediante ambos
procedimientos. Lo mismo sucede a todos los poseedores y consumidores de
bienes. Pero, en realidad, nadie logrará alcanzar su objetivo, ya que la suma
de caja líquida de los individuos viene limitada por el stock disponible de
dinero o, mejor, es igual a él. Por otra parte, la disminución de general de la
demanda y el aumento de la oferta de bienes llevarán necesariamente a un
descenso continuo de los precios que cesará sólo cuando los precios hayan
alcanzado un nivel al que la liquidez de caja se considere adecuada”
Cada agente mantiene
en caja una cantidad de dinero que considera adecuada dados unos precios y un
nivel de transacciones. Cuando se
produce un cambio exógeno en el stock de dinero o en los precios, la cantidad
de dinero que mantiene cada agente deja de ser la adecuada. En consecuencia,
trata de restablecer esa cantidad y sólo puede hacerlo reduciendo su demanda de
bienes o servicios o aumentado su oferta. Como todos los agentes actúan de la
misma forma, se desencadena un descenso continuo de los precios que sólo se
detiene cuando la liquidez de caja alcance nuevamente el nivel que los agentes
consideran adecuado.
La gráfica 2 esquematiza
el planteamiento.
Gráfica 2
El agente económico
(i) recibe de dinero cuando vende bienes y servicios y entrega dinero cuando
los compra. Dados el patrón de pagos y su ingreso o nivel de transacciones,
para cada conjunto de precios (Pi) habrá una cantidad de dinero (Mi) que el
agente estima conveniente mantener en caja, esa es su encaje nominal o demanda
nominal de dinero. Su encaje real o demanda real de dinero es esa demanda
nominal con relación al volumen total de transacción que el agente realiza:
Mi/PiTi
= Ki.
Cada agente tiene una
demanda real K. Vamos a profundizar en este punto. Tomemos la situación
representada en la gráfica 3. Al principio del período, el mes, el agente-consumidor
recibe 100 por la venta de sus servicios productivos. A lo largo del mes
realiza pagos por compra de bienes y servicios hasta agotar su ingreso. Los
pagos que realiza el agente-consumidor son el ingreso del agente-empresa. A
media que el saldo monetario del agente consumidor se agota se aumenta el saldo
monetario del agente empresa. La cantidad total de dinero circulando en esta
economía es M = 100.
El valor total de las
transacciones es de 200. En efecto, la empresa paga al consumidor 100 por la
venta de servicios productivos y estos pagan a la empresa 100 cuando adquieren
bienes de consumo. Por tanto: PT = 200.
Por otra parte, al
principio del período el agente consumidor tiene 100 de dinero y al final 0.
Por tanto su saldo medio es de 50. El agente empresa al principio del período
tiene 0 y al final tiene 100. Por tanto su saldo medio es 50. El saldo nominal
medio o encaje nominal de ambos agentes es 100.
La demanda real de
dinero del consumidor es la relación entre su saldo nominal (50) y el ingreso
monetario que recibe (100). Por tanto, su demanda real es Kc = 0,5.
La demanda real de
dinero de la empresa es la relación entre su saldo nominal y el ingreso monetario
que recibe. Por tanto, su demanda real es Ke = 0,5.
La demanda real de
dinero de ambos agentes es la relación entre la suma de los saldos nominales de
ambos (100) y la suma del ingreso nominal de ambos, que equivale al total de
transacciones de la economía (200). Por tanto K = 0,5.
Así, podemos resumir
las cosas de esta forma:
Llamaremos oferta
monetaria a la cantidad de dinero circulando en la economía: Mo = 100. Mo es
una variable exógena:
Llamaremos demanda de
dinero el encaje nominal de ambos agentes: Md = 100. La demanda real de dinero
es la relación entre el encaje nominal y el volumen total de transacciones. En
el ejemplo, K = 0,5.
Por tanto se puede
escribir las siguientes ecuaciones:
Mo =
KPT ó Mo/PT = K
Ya podemos
interpretarla como una condición de equilibrio. Lo cual significa que si Mo/PT
es mayor o menor que K, se desencadenan reacciones que tienden a restablecer la
igualdad. ¿Qué clase de reacciones? Naturalmente, reacciones de mercado,
reacciones de oferta y demanda.
Gráfico 3
Antes de examinar con
detalle el funcionamiento del efecto de encaje o saldo monetario, es
conveniente, para fijar ideas examinar el funcionamiento de la economía de dos
agentes suponiendo que modificamos la cantidad de dinero disponible y el patrón
de pagos y gastos. Esto se presenta en la gráfica 4. La economía sigue teniendo
un volumen total de transacciones PT = 200. Ahora el agente consumidor recibe
su pago quincenalmente y como antes lo gasta uniformemente a lo largo de la
quincena. Al mismo tiempo el agente empresario reconstruye su encaje. En estas
condiciones es claro que el encaje nominal medio de cada uno de los agentes de
25 unidades monetarias, el encaje real es 0,25 de las transacciones y la
velocidad de circulación es 4. La cantidad de dinero requerida se reduce a la
mitad: Mo = 50. Si el período de pago es semanal el saldo nominal y el saldo
real requerido se reduce a la mitad, la velocidad de circulación se duplica y
la cantidad requerida de dinero es la mitad: Mo = 25. Todo ello para un mismo
nivel de actividad económica.
Gráfico 4
IV.
Integración
de la moneda en un modelo macroeconómico neo-clásico.
Consideremos ahora la
integración de la moneda en un modelo macroeconómico neo-clásico sencillo como
el descrito por el profesor Mankiw en la cita incluida al principio de esta
lección. Esto lo haremos descomponiendo cada uno de los dos enunciados
principales.
i)
Los factores de producción y
la función de producción determinan el nivel de producción.
La función de
producción relaciona las cantidades de productos obtenidos con las cantidades
de factores empleados dada la tecnología. Existen tantas funciones de
producción como bienes y servicios. Vamos a suponer que existe una función de
producción agregada donde el nivel de producción Y es función del trabajo N y
del capital K empleados dado una tecnología T. Podemos escribir:
Y =
Y(N, K, T) (1)
En la macroeconomía
de corto plazo se supone que el capital y la tecnología están dados, por tanto
en nivel de producción es función del nivel de ocupación:
Y =
Y(N) (2)
Esta función es
creciente, es decir, Y´(N) > 0, y cóncava, es decir, Y´´(N) < 0. Esto
último significa que la productividad marginal de trabajo es decreciente.
Para determinar el
nivel de producción basta con determinar el nivel de ocupación y este se
determina en el mercado de trabajo. Hay que conocer por tanto la demanda y la
oferta de trabajo.
La demanda de trabajo
la hacen los empresarios. Estos demandarán la cantidad de trabajo que maximiza
su beneficio y esto ocurre cuando el valor del producto marginal del trabajo es
igual al valor del trabajo, es decir, al salario. O, lo que es lo mismo, cuando
el producto marginal es igual al salario real.
Y´(N)*P
= W ó Y´(N) = W/P
De esta relación se
deduce la función de demanda de trabajo:
Nd =
Nd (W/P) (3)
con
Nd´(W/P) < 0
La demanda de trabajo
es una función del salario real. Como el producto marginal del trabajo es
decreciente, los empresarios demandarán más trabajo solo si el salario real
disminuye.
En cuanto la oferta
se supone que la desutilidad del trabajo aumenta a medida que se trabaja más.
Por tanto, el trabajador representativo sólo está dispuesto a realizar una
cantidad adicional de trabajo si el salario real es mayor. De aquí se deduce
que la oferta de trabajo es una función creciente del salario real.
Ns =
Ns (W/P) (4)
Con
Ns´(W/P) > 0
En síntesis, en el
mercado laboral se determina el salario real de equilibrio y el nivel de
ocupación. Dado el nivel de ocupación se determina con la función de producción
en nivel agregado de producción. Hasta aquí el primer enunciado. ¿Y qué ocurre
con el mercado de bienes? En la cita del profesor Mankiw no se dice nada al
respecto. Lo que está implícito es lo siguiente.
El ingreso real que
reciben los consumidores de los empresarios por el pago de sus servicios
productivos se descompone en dos partes: una es destinada al consumo y la otra
es ahorrada. El producto por su parte está conformado por bienes de consumo y
bienes de producción o inversión.
Sobre el ahorro se
postula que la gente prefiere el consumo presente al consumo futuro. Esto
significa que sólo está dispuesta a abstenerse de consumir una cantidad dada
del bien de consumo si espera recibir a cambio de ella una cantidad mayor. Es
decir, espera recibir en el futuro la cantidad que se abstuvo de consumir más
una prima sobre esta. La relación entre esa prima y el consumo presente es la
tasa de interés. Por tanto, la gente solo estará dispuesta a renunciar a una
unidad marginal consumo presente si recibe una mayor tasa de interés. El ahorro
se función creciente de la tasa de interés.
S =
S (r), con S´(r) > 0 (5)
Son los empresarios
los que realizan la inversión en bienes de capital. Si adoptamos el supuesto de
que el rendimiento esperado de las nuevas inversiones es decreciente y está dado
en el corto plazo para diversos niveles de inversión, se deduce que los
empresarios solo adelantarán inversiones adicionales si la tasa de interés es
menor. La función de demanda de ahorro o, lo que es lo mismo, la demanda de
inversión, es función decreciente de la tasa de interés.
I =
I (r), con I´(r) < 0 (6)
Tenemos completamente
definido el mercado de bienes. Las funciones de ahorro e inversión nos permiten
determinar el ahorro que es igual a la inversión y la tasa de interés de
equilibrio. Como el consumo es igual al ingreso menos el ahorro, queda
determinado el consumo.
Lo que hay que
resaltar es lo siguiente. En el corto plazo, el nivel de producción se
determina en el mercado laboral por intermedio de la función de producción. En
el mercado de bienes, que es también el mercado de capital, se determina la
composición de la producción. Este es el mundo neo-clásico o clásico como
Keynes lo llamaba. Con la introducción del postulado de la demanda efectiva, lo
que hace Keynes es hacer depender el nivel de producción del mercado de bienes.
Esto se tratará más adelante. Por lo pronto debemos volver a los enunciados que
estamos analizando. El gráfico 5 resume lo expuesto.
Gráfico 5
ii)
La oferta monetaria M,
determina el valor nominal de la producción PY. Esta conclusión se desprende de
la ecuación cuantitativa y del supuesto de que la velocidad del dinero se
mantiene fija.
La ecuación
cuantitativa postula una relación directa entre la cantidad de dinero y el
nivel de precios. Hay dos formas de expresarla: la ecuación de Fisher y la
ecuación de Cambridge.
MV =
PY Ecuación de Fischer.
M =
KPY Ecuación de Cambridge.
La llamada ecuación
de Fisher es una simple identidad que lo único que dice es que el valor de
todas las compras es igual al valor de todas las ventas. Para avanzar es
conveniente interpretarlas como una función de demanda de dinero en los
términos de la ecuación de Cambridge.
Md =
KPY
Ya tenemos una
ecuación que nos dice que la gente demanda una cantidad nominal de dinero que
es proporcional al valor de la producción total. La constante K, que es el
inverso de la velocidad de circulación, es una variable institucional que no
varía en el corto plazo. Podemos también expresar la demanda real de dinero:
Md*(1/P)
= KY
Como Y está
determinada por fuerzas reales y K está dada en el corto plazo podemos
escribir:
Md*(1/P)
= C
Donde C es una
constante. Esta es la ecuación de una hipérbola equilátera de elasticidad
unitaria cuyas asíntotas con los ejes del plano cartesiano. Esta curva tiene
una propiedad muy útil para los efectos de la teoría cuantitativa pues me dice
que la demanda real de dinero es una constante o, lo que es lo
equivalente, la demanda nominal de
dinero multiplicada por el precio del dinero es una constante.
El precio del dinero
es evidentemente el inverso de su poder de compra y este depende del nivel
general de precios. Para determinar el precio del dinero necesitamos como es
usual una función de oferta. La teoría asume que la oferta nominal de dinero es
una variable completamente exógena que
la fija el banco central.
Mo =
M*
Así las cosas si
igualamos la demanda nominal y la oferta nominal de dinero se determina el
nivel de precios y su inverso que es el precio del dinero.
Mo =
Md
M* =
KPY
P* =
M*/KY
El gráfico 6 presenta
el mercado monetario.
Gráfico 6
El mundo económico
descrito es simplificado pero no es irreal. No es irreal porque ciertamente en
el nivel el producción depende de fuerzas reales y porque en definitiva los
cambios en la cantidad de dinero se traducen en cambios proporcionales en el
nivel de precios. Sin embargo, el proceso del cual se produce este último
resultado es mucho más complicado de lo que sugiere la descripción que se acaba
de hacer. Este resultado sería completamente válido si los cambios en la
cantidad nominal de dinero se produjeran de forma uniforme en todo el sistema
económico. Por ejemplo, si los saldos nominales de todos los agentes de la
noche a la mañana. En ese caso, todos los agentes buscarían ajustar el encaje
nominal a su nivel deseado para el nivel de precios. Como no pueden hacerlo
sino comprando o vendiendo más el ajuste solo se produciría cuando los precios
nominales alcanzaran todos un nivel proporcional a la nueva cantidad de dinero.
Desde Richard
Cantillon se sabe que el dinero entra al circuito económico en algún punto
determinado y no de manera uniforme. La mayor cantidad de dinero inicialmente a
las manos de algunos agentes: empresarios que reciben créditos de los bancos o
empleados del gobierno que se benefician de los pagos financiados con créditos.
Un par de citas de este autor para ilustrar la profundidad de su pensamiento:
“Todo el mundo reconoce que la abundancia de dinero o su
aumento en el cambio encarece el precio de todas las cosas. (…) La gran
dificultad de esta investigación consiste en saber por qué vía y en qué
proporción el aumento del dinero eleva el precio de las cosas”.
“Si el aumento de dinero efectivo proviene de las minas
de oro o plata que se encuentran en un Estado, el propietario de estas minas,
los empresarios, fundidores, refinadores y, en general, todos cuantos trabajan
en ello, no dejarán de aumentar sus gastos en proporción de sus ganancias. En
sus hogares consumirán más carne y más vino o cerveza que antes, se
acostumbrarán a llevar mejores trajes, ropa blanca más fina, a poseer casas
mejor decoradas y a disfrutar otras comodidades deseables. Darán, así, empleo a
muchos artesanos que antes carecían de trabajo, y que por la misma razón
también aumentarán sus gastos; todo este aumento de gasto en carne, vino, lana,
etc., disminuye necesariamente la parte de otros habitantes del Estado que no
participan en un principio de la riqueza de las minas en cuestión”
El otro asunto de
importancia que está ausente de la presentación simplificada de la
macroeconomía neo-clásica es el de la relación del dinero con la tasa de
interés. En el mercado de ahorro e inversión se ha supuesto implícitamente que
los préstamos se hacen en especie. Naturalmente se trata de una simplificación
extrema puesto que en las economías reales los préstamos se hacen en dinero y
la tasa de interés es monetaria en el sentido de que es una relación entre una
cantidad de dinero actual y una cantidad de futura. Esto plantea el problema de
la relación entre la tasa de interés real y la tasa de interés monetaria. A
esta cuestión se consagran los análisis de Fisher, Wicksell y Hayek que se
presentan a continuación.
V.
La
demanda de moneda y el encaje real.
Los agentes desean
mantener un cierto nivel de liquidez; un encaje nominal que, dados el patrón de
pagos y el nivel de actividad, guarda relación con el nivel de precios. Es el
encaje real. La demanda de dinero de los agentes es el encaje medio que
mantienen. A partir de Keynes la literatura de teoría monetaria considera tres
motivos para demandar dinero o mantener encaje de dinero: motivo transacciones,
motivo precaución y motivo especulación o liquidez. La demanda por
transacciones resulta del conocimiento que los individuos tienen de las
entradas y salidas de dinero asociadas a su actividad económica – compras, ventas,
créditos, etc. - en un período de tiempo. La demanda por precaución es aquella
que se hace para atender pagos que sin hacer parte del giro habitual de la
actividad pueden presentarse eventualmente: una oportunidad de compra o la
atención de una calamidad. Finalmente, la demanda especulativa es que la que se
hace para aprovechar una oportunidad de inversión pueda presentarse. Las dos
primeras demandas están asociadas al nivel de transacciones. La segunda al
costo de oportunidad de tener un activo no rentable, el dinero, en lugar de uno
rentable, un bono del gobierno o de una particular. Ese costo de oportunidad es
el interés que se deja de recibir. Al considerar la demanda especulativa, la
demanda de dinero adopta la siguiente forma:
Md =
KPY + L(r)
Cuando por cualquier
razón – típicamente un cambio en la cantidad de dinero o en los precios
monetarios – el saldo monetario real aumenta o disminuye con relación al nivel
que el individuo considera conveniente; éste tratará de ajustarlo y eso sólo
puede hacerlo comprando menos o vendiendo más o adquiriendo un crédito o
realizando un préstamo. Es decir, el esfuerzo del individuo por ajustar su
encaje o, lo que es lo mismo, los cambios en su demanda de dinero, se traducen
necesariamente en cambios en su demanda neta de bienes o servicios o cambios en
su demanda neta de créditos. Es de esta forma como el dinero ejerce su efecto
sobre la actividad económica: esto es lo que se denomina efecto encaje real.
El efecto encaje real
- o efecto saldo monetario o efecto riqueza, como también se le conoce – ha
sido estudiado por un gran número de economistas. La razón es muy simple. Para
que un cambio en la cantidad de dinero se traduzca en una variación de los
precios nominales, es necesario que antes varíe la demanda monetaria de todos
los bienes. Y para que la demanda monetaria varíe es necesario que los agentes
tengan algún motivo racional para comprar más o menos. Ese motivo racional es
el que se explica con el efecto encaje real. En economía ninguna explicación es
completa sino está asociada a la conducta racional de los agentes.
En la literatura el
efecto encaje real se asocia al nombre del economista británico Arthur Cecil Pigou
(1877 – 1959). Otros economistas lo han tematizado dando lugar a la
identificación de diversos mecanismos por medio de los cuales se producen los
cambios en las variables nominales de la economía. Esto se resume en la gráfica 7. Vamos explicar sucesivamente esos
mecanismos empezando por el efecto Pigou.
Gráfica 7
Supongamos, siguiendo
a Pigou, que los precios nominales se reducen en una proporción cualquiera,
permaneciendo inalteradas todas las otras variables reales y nominales. Al
reducirse los precios los encajes nominales de todos los agentes se
revalorizan, es decir, aumenta su poder de compra, de tal forma que el encaje
real detenido en ese momento es mayor que el encaje real deseado. Los agentes
sólo pueden reestablecer el equilibrio gastando más en toda clase de bienes y
servicios. Todos los agentes actúan de la misma forma. Los precios tenderán a
aumentar y el proceso de ajuste de los encajes sólo se detendrá cuando los
precios hayan retornado a su nivel inicial. Puede hacerse un razonamiento
análogo suponiendo no una reducción de precios sino un aumento en la cantidad
de dinero nominal (Se sugiere al lector hacer ese razonamiento).
Podemos denominar el
efecto descrito como el efecto directo sobre el mercado de bienes. Esta idea se
encuentra ya en autores antiguos como Cantillon y Hume. Existe un efecto
indirecto por la vía de la tasa de interés. Este ha sido tematizado por muchos
autores además de los referenciados en la gráfica 7. Nos limitaremos a esos
tres.
Ante un cambio en la
cantidad de dinero, los agentes pueden buscar ajustar su saldo mediante
operaciones en el mercado de crédito. Tratarán de reducir su saldo prestando
parte o la totalidad del exceso de dinero. Como la demanda de créditos está
dada, esto debe provocar una reducción en la tasa de interés nominal. Algunos
agentes al tener un costo menor de endeudamiento aumentarán sus compras de bienes
de consumo financiadas con crédito, este es el efecto Metzler. Los empresarios
verán que con una tasa de interés menor algunos proyectos de inversión se hacen
viables y aumentarán su demanda de bienes de capital. Esto es lo que pensaban
Keynes y Wicksell. Esa demanda adicional provocará un alza de precios que
solamente se detendrá cuando los precios alcancen el nivel de los saldos reales
al nivel deseado por los agentes.
VI.
Irving
Fisher, teoría cuantitativa y tasa de interés.
Empezamos con Irving
Fisher (1867-1947) porque su versión de la teoría cuantitativa y su teoría de
la relación entre el interés real y el interés nominal son las generalmente
acogidas en los manuales de economía y finanzas. En efecto, la teoría
cuantitativa del dinero que se presenta en los manuales de macroeconomía tiene
su origen en la obra de Irving Fisher “The
Purchasing Power of Money”, publicada en 1911. En el prefacio a esta obra,
Fisher indica que su objetivo es “reestablecer y ampliar la vieja teoría
cuantitativa del dinero”. El punto de partida es la ecuación general de
cambios. Fisher la construye de la siguiente manera:
“En toda compra-venta el dinero y las mercancías son
equivalentes ipso facto; por ejemplo, el dinero pagado por el azúcar, es
equivalente a la cantidad de azúcar comprada. En el conjunto de cambios de un
año, el total de la moneda pagada tiene un valor igual al valor total de los
bienes comprados. Tenemos una ecuación con dos miembros, de un lado el dinero,
del otro los bienes. El lado del dinero es la cantidad de moneda pagada y que
puede ser considerada como el producto de la cantidad de moneda por su
velocidad de circulación. El lado de los bienes se compone del producto de la
cantidad de bienes por sus precios respectivos”
Sea M la cantidad
promedio de dinero en circulación en un país determinado y V la tasa de
recuperación del dinero en su función de contrapartida en el intercambio, es
decir su velocidad de circulación. Sea P1,
P2…Pn
los precios de los bienes y Q1,
Q2 …Qn las cantidades cambiadas de cada uno de ellos.
Podemos escribir:
MV =
P1Q1
+ P2Q2
+………..PnQn
MV =
∑PiQi
A esta formulación,
que ya está implícita en el análisis clásico, Fisher la introduce dos
modificaciones. Reemplaza los precios individuales por un índice ponderado de
precios P y todas las cantidades por un volumen global de transacciones T.
Adicionalmente, introduce otra forma de dinero además del efectivo: los
depósitos bancarios transferibles de una cuenta a otra.
M´ es el volumen de esos depósitos y V´ su velocidad de circulación. Se obtiene
así la conocida ecuación de cambios:
MV +
M´V´ = PT
Esta es una identidad
evidente que nadie pone en duda. Para pasar de esa identidad a una teoría del
valor de la moneda es preciso establecer las relaciones que existen entre sus
términos.
Imaginemos que se duplica
la cantidad de efectivo,
M. ¿Qué ocurre? Los precios de duplican, responde Fisher. Veamos por qué es
así:
En primer lugar M´
también se duplica. Según Fisher la relación M´/M está determinada por las
prácticas bancarias y es estable. Los bancos mantienen una relación constante
entre el volumen de depósitos y sus reservas de efectivo y
los agentes económicos también mantienen una relación estable entre sus
operaciones en efectivo y sus operaciones mediante depósitos.
Las velocidades de
circulación V y V´ también permanecen constantes pues ellas dependen de
factores tales como la densidad de población, la rapidez de los transportes,
los medios técnicos y las costumbres de pago prevalecientes. Pero en todo caso,
señala Fisher, no guardan relación alguna con la cantidad de dinero y depósitos
en circulación ni con el nivel de precios. Este es un punto fundamental porque si la
velocidad de circulación es afectada por las variaciones en M o en P toda la
teoría se derrumba. Como veremos más adelante al examinar la obra de Keynes
buena parte de su argumentación se apoya en la negación del supuesto de que la
velocidad de circulación es constante. Al respecto Fisher señala:
“…nadie ha formulado y, según parece no es posible
formular, buenas razones que expliquen por qué las velocidad de circulación del
efectivo o de los depósitos difieran según que la cantidad de moneda sea más o
menos abundante”
Queda, finalmente, T.
Según Fisher, también permanece constante:
“el nivel
corriente de los negocios depende de la abundancia más o menos grande de
recursos naturales y del desarrollo más o menos avanzado de las condiciones
técnicas de producción”
Con base en estos
argumentos, el resultado es evidente. Al duplicarse M se duplica M´,
permaneciendo constantes V, V´y T, es forzoso que los precios se dupliquen.
Fisher consideró que
para el caso de una economía abierta y bajo patrón oro estricto, es decir, con
tipos de cambio fijos, el alza de P tendría un efecto sobre M. Al elevarse los
precios la balanza comercial del país se hace deficitaria lo que dará lugar a
exportaciones de oro y plata reduciéndose por tanto la cantidad de efectivo, M.
Esto hará que los precios se reduzcan en el país al tiempo que aumentan en el
extranjero. Este es el mecanismo de ajuste de la balanza comercial, ya expuesto
por Hume, que de forma alguna invalida las conclusiones de la teoría
cuantitativa.
Fisher admite, era
muy buen economista para no hacerlo, la existencia de efectos transitorios que
se producen antes de que se produzcan los efectos duraderos y de largo plazo. Cuando
aumenta la cantidad de dinero:
“… los préstamos aumentan como consecuencia del retardo
en el ajuste de la tasa de interés. Esta situación es ventajosa para los
empresarios, cuyas demandas de crédito tienden a dar más extensión a la
circulación de depósitos. A su turno esta extensión tiene a acentuar el alza de
los precios lo cual refuerza el crecimiento de la velocidad de circulación,
compensada, es verdad, en un cierta medida, por un crecimiento del volumen
global de transacciones. Una vez que la tasa de interés ha alcanzado la tasa de
crecimiento de los precios, que los préstamos y depósitos en los bancos han
llegado al límite que les impone el estado de las reservas bancarias y otras
condiciones, del hecho de que los precios dejen de aumentar, se sigue la
necesidad de un nuevo ajuste. Aquellos que han dado a sus negocios una
extensión exagerada, van a encontrar insoportables esas tasas de interés
elevadas. De allí se siguen las quiebras que caracterizan las crisis. Se
produce una reacción y un movimiento en el sentido contrario se produce. Cuando
los precios empiezan a caer el proceso se acelera por razones exactamente
inversas a las que operan en el sentido contrario”
Para entender bien el
anterior planteamiento es preciso examinar la teoría del interés de Fisher,
quien consagró dos libros al tema, uno de 1907 y otro de 1930. En
primer lugar hay que entender la distinción entre tasa de interés real y tasa
de interés nominal. Fisher la formula de la siguiente manera:
“Decir que la tasa de interés es del 4% significa que una
cantidad de bienes que este año valen $ 100 equivale a una cantidad de bienes que
el año próximo tendrán un valor de $ 104. En esta formulación se observa que
los ´bienes´ no están expresados en sus propias unidades – libras, metros,
galones, etc. – sino en términos de una medida de valor. Usualmente, el dinero
es la medida de valor adoptada. Esas sumas de dinero, $ 100 y $ 104, se cambian
nominalmente, pero en realidad son solo las medidas de los ´bienes´ que se
intercambian. Cuando un hombre presta $ 100 este año con el propósito de
obtener $ 104 el año siguiente, lo que él está sacrificando no son cien dólares
de dinero sino una cantidad de bienes como alimentos, ropa, libros o viajes que
tienen un valor de $ 100 con el propósito de obtener un año más tarde cierta
cantidad de bienes que él desea y que tendrán un valor de $ 104. El hecho de
que ambos conjuntos de bienes están expresados en dinero introduce un factor
monetario en el problema del interés. El interés entendido como la prima por el
intercambio entre el valor monetario de unos bienes presentes y el valor
monetario de unos bienes futuros; no es por tanto un asunto sólo de bienes sino
también un asunto monetario”.
Supongamos que
alguien presta a otra persona 100 kilos de papas con el compromiso de recibir
un año más tarde 110 kilos de papas. La tasa de interés asociada a esta
transacción será del 10% y la podemos llamar “tasa de interés-papa” porque está
expresada en las mismas unidades del bien transado. Si todos los bienes se
prestaran en especie tendríamos tantas tasas de interés como bienes existen:
tasa de interés trigo, tasa de interés casas, etc. Keynes le dio el nombre de “tasa de interés
propia” a la tasa de interés de un bien medida en términos de sus propias
unidades.
Las llamaremos con Fisher tasas de interés reales.
El concepto central
de la teoría del interés real es el de preferencia-temporal. Así como en la
teoría de los precios la razón de intercambio de un bien por otro está
determinada por la relación de sus utilidades según la apreciación subjetiva de
los cambistas; el interés entendido como la razón de intercambio entre los
bienes presentes y los bienes futuros surge también de un rasgo propio de la
naturaleza humana de acuerdo con el cual la gente prefiere los bienes presentes
a los bienes futuros. En lugar de bienes presentes y bienes futuros, Fisher
prefiere hablar de ingreso (Income) entendido como un el flujo de disfrute derivado
del uso o la posesión de un bien.
Todos los bienes proveen un flujo de ingresos entendido de esa forma. Es de la
preferencia sobre un flujo de ingresos presente sobre un flujo fe ingreso
futuro de donde surge el interés. Y es de la existencia de ese interés de donde
surge la diferencia entre el valor presente y el valor futuro de un bien. De
esta forma Fisher cree haber superado el razonamiento circular que implica
deducir el valor del interés de la diferencia entre el valor presente y el
valor futuro de los bienes en la medida en que dicha diferencia depende del
interés.
La tasa de interés
real depende de la magnitud de ingreso esperado, su distribución en el tiempo y
la mayor o menor certeza de obtenerlo. La tasa de interés real de algunos
bienes medida en sus propias unidades puede ser igual a cero o incluso
negativa. Por ejemplo un bien perecedero que digamos se deteriora a una tasa
anual de 10% puede ser prestado a una tasa de -10%. Si de 100 kilos de arroz
guardados en un silo al cabo de un año sólo serán aprovechables 90; entregar
esos cien kilos hoy a cambio de 90 o un poco más un año más tarde, equivale a
prestarlos a una tasa de interés negativa. La razón por la cual no se observan
tasas de interés negativas resulta del hecho de que los artículos perecederos
no son usados como medida de valor. El dinero, la medida usual del valor, es
durable y puede ser almacenado a bajo costo. Por esa razón la tasa de interés
en términos de dinero o tasa de interés nominal nunca puede ser negativa. La
tasa de interés real si puede serlo.
Supongamos un
préstamo de 100 barriles de petróleo pactado a una tasa de interés de 10%. Si
el precio del petróleo, $ 1 el barril, es el mismo hoy y dentro de un año, la
tasa de interés será la misma en términos de petróleo y en términos de dinero:
10%. En efecto, si $ 100 hoy equivalen a 100 barriles de petróleo y $ 110 un
año más tarde equivalen a 110 barriles de petróleo.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 110 - $100)/ $ 100 = 10%
Supongamos ahora que
el precio del barril de petróleo se incrementa en 20%. En ese caso, $ 100
equivalen hoy a 100 barriles de petróleo y $ 110*1,2 equivalen 110 barriles de
petróleo un año después.
Tasa
de interés petróleo = (110 barriles – 100 barriles)/100 barriles = 10%
Tasa
de interés nominal = ($ 132 - $ 100)/$100 = 32%
La relación existente
entre el interés y la apreciación implica que el nivel de la tasa de interés es
relativo a la unidad de medida. Sea r la tasa de interés real o tasa de interés
petróleo; i la tasa de interés nominal y ṗ la tasa esperada de incremento en el
precio. La relación entre la tasa de interés nominal, la tasa de interés real y
el incremento esperado de los precios, puede expresarse mediante la siguiente
fórmula, conocida como la fórmula de Fisher:
i =
r + ṗ + r* ṗ
Podemos ahora volver
al problema del impacto transitorio de las variaciones de la cantidad de dinero
sobre la actividad económica. En la fórmula de Fisher el ajuste de la tasa de
interés nominal supone que los cambios en el nivel de precios son previstos perfectamente.
Cuando los precios aumentan rápidamente y la tasa de interés nominal no se
ajusta inmediatamente, se produce una reducción en la tasa de interés real y el
consecuente incremento de la inversión característico de la fase expansiva del
ciclo económico. En el período que media entre el incremento inicial de la
cantidad de dinero y la elevación proporcional del nivel de precios, la moneda
tiene un efecto sobre la actividad económica real. Este es el enfoque
característico de la teoría monetaria neo-clásica el cual le permite explicar
al mismo tiempo el efecto del dinero sobre la tasa de interés y sobre los
precios. El primero es un efecto transitorio y de corto plazo; en tanto que el
segundo es un efecto duradero y de largo plazo.
VII.
Knut
Wicksell y el proceso acumulativo.
Knut Wicksell (1851 –
1926) es un economista sueco especialmente notable en el campo de la teoría
monetaria y en el de las finanzas públicas. La política monetaria practicada por los
bancos centrales está basada, aunque muchos lo ignoran, en las teorías de
Wicksell. La teoría moderna de la elección pública tiene también fundamento en
sus trabajos de finanzas públicas.
Su teoría monetaria
parte de una crítica de la teoría cuantitativa en su formas más simples que
conducen a la idea de que el dinero es completamente neutral. Señala:
“…frecuentemente los economistas van demasiado lejos
cuando suponen que las leyes económicas deducidas para una economía de trueque,
pueden aplicarse sin calificaciones a las condiciones efectivas de la economía
en las cuales la moneda interviene prácticamente en todos los intercambios y
las inversiones o transferencias de capital. La máquina ideal funcionando sin
fricciones y sin lubricante no se ha inventado todavía.”
Wicksell rechaza el
enfoque mecanicista de la teoría cuantitativa según el cual los cambios en la
cantidad de dinero se traducen en cambios proporcionales en el nivel de precios
y que, en consecuencia, la cantidad de moneda en circulación es irrelevante.
“Que una cantidad grande o pequeña de dinero puedan
asegurar el desarrollo del mismo nivel de actividad si el precio de los bienes
se eleva o se reduce proporcionalmente a esa cantidad es una cosa. Otra cosa es
mostrar por qué tal cambio en los precios debe seguir siempre a un cambio en la
cantidad de dinero y describir cómo se produce eso”.
Como muchos de sus
contemporáneos, Wicksell se interesa por los efectos sobre la actividad
económica del desarrollo del sistema bancario de reservas fraccionadas que permite
la expansión de la oferta monetaria y del crédito de forma casi ilimitada.
“El uso o el abuso de la moneda puede influenciar muy
activamente los intercambios y las transacciones de capital. Por medio del
dinero, por ejemplo por el establecimiento del papel moneda, es posible – y en
realidad eso ocurre muy frecuentemente – destruir grandes volúmenes de capital
y llevar la vida económica de una sociedad a una confusión desesperante. Por otra parte, con un uso racional de la
moneda es posible promover activamente la acumulación de capital real y la
producción en general. No significa esto que la moneda y el crédito sean un
sustituto del capital real; pero con su ayuda es posible facilitar el proceso
de ahorro y la restricción al consumo presente que es la fuente de acumulación
del capital real”
Siguiendo a Wicksell,
podemos distinguir entre una economía de crédito simple y una economía de
crédito organizado. En la primera no existen bancos ni ninguna clase de
intermediarios financieros. Los prestamistas y los prestatarios se relacionan
directamente unos con otros para pactar las condiciones de los créditos. La
tasa de interés depende del volumen de ahorro que se ofrece en el mercado y de
la demanda de fondos de los inversionistas. El rasgo característico de una
economía de crédito organizado es la aparición de un nuevo personaje, el banco,
cuya presencia modifica radicalmente el mercado de crédito y la determinación
de la tasa de interés.
“Los bancos no son como las personas privadas, limitadas
en sus préstamos por sus propios fondos, ni incluso por los medios puestos a su
disposición por los ahorradores. Por la concentración en sus manos de los
depósitos privados que son constantemente reaprovisionados por nuevas entradas
a la misma velocidad en que se producen los retiros, ellos poseen un fondo de
préstamos que siempre es elástico y que, bajo ciertas hipótesis, inagotable.
Con un sistema de puro crédito, los bancos pueden siempre satisfacer una gran
de demanda de préstamos a tasas sin embargo bajas”
Ese es el rasgo
fundamental de las economías modernas: la existencia de un sistema de crédito
organizado que puede expandir la cantidad de dinero en circulación y la oferta
de crédito de forma casi ilimitada. En esa economía la tasa de interés
monetaria es fijada por el sistema bancario.
En una economía de
crédito organizado y bajo un sistema de reservas fraccionadas las variaciones
en la cantidad de dinero son el resultado de la expansión y contracción del
crédito otorgado por los bancos. Todo cambio en la cantidad de dinero se
traduce, finalmente, en un cambio proporcional en el nivel de precios. El
objeto de la teoría monetaria es entender cómo se produce eso, es decir,
entender el proceso mediante el cual se llega al resultado de la teoría
cuantitativa. ¿Cuál es el mecanismo de transmisión del impulso monetario?
Para explicar el
mecanismo de transmisión del impulso monetario, Wicksell distingue, de forma
similar a Fisher, entre tasa de interés natural (también la llama real o normal)
y tasa de interés bancaria o monetaria. Sobre esta última basta con decir que
es la fijada por los bancos por los créditos que otorgan al sector real. Veamos
la tasa natural:
“Existe una tasa de interés sobre los créditos que es
neutra frente a los precios en el sentido de que a su nivel éstos no tienen ni
aumentar ni a disminuir. Esa tasa es necesariamente la misma tasa de interés
que se fijaría por la oferta y la demanda si no existiera dinero y los
préstamos se efectuaran en la forma de capital real. Esa esa es la tasa natural de interés”
Es este otro texto Wicksell
se sitúa claramente en el terreno de la tradición clásica y neo-clásica que
concibe una economía sin moneda en la cual se determinan las variables fundamentales
de la economía:
“Puede suponerse en teoría que el empresario presta en
especie bienes de consumo a los capitalistas y que los gasta en el pago,
también en especie, de salarios y rentas. Al final del período de producción,
el empresario reembolsa el crédito tomando de su propio producto, sea
directamente o después de haberlo cambiado contra otros bienes – suponiendo que
los precios relativos no han cambiado. Si este procedimiento fuera adoptado por
todos los empresarios que trabajan con capital prestado, la competencia haría
nacer una cierta tasa de interés que debe ser pagada a los capitalistas en la
forma de un bien u otro. El monto de esa tasa de interés sería determinado por
la oferta y la demanda de capital”
En otro texto
Wicksell precisa que la tasa de interés en una economía no-monetaria se igual
finalmente a la productividad marginal del capital. La tasa normal de interés
es definida como “el beneficio realizado sobre el capital invertido el cual a
su turno depende de la productividad y de la abundancia relativa del capital
real, o mejor, en el lenguaje de la economía política moderna, de su
productividad marginal”
Recapitulemos:
1.
El método de Wicksell
consiste en imaginar una economía no-monetaria para posteriormente examinar las
consecuencias que se derivan de la introducción del dinero. Este es el enfoque
dicotómico característico de toda la economía, clásica y neo-clásica.
2.
En ese mundo sin moneda la
tasa de interés está determinada por la oferta y demanda de capital real y en
definitiva corresponde a la productividad marginal del capital.
3.
El rasgo distintivo de la
economía monetaria es la aparición de un nuevo agente: los bancos. Los bancos pueden expandir la cantidad de
dinero mediante el otorgamiento de créditos.
4.
En una economía monetaria la
tasa monetaria está en su nivel natural cuando no se registran tendencias ni al
alza ni a la baja en los precios. Es este situación la economía monetaria se
comporta exactamente como la economía no-monetaria y la moneda es neutral.
De acuerdo con lo
anterior, las divergencias entre la economía no-monetaria y la economía
monetaria surgen de la divergencia entre la tasa de interés bancaria y la tasa
de interés natural o normal.
Consideremos,
inicialmente, una economía monetaria de crédito simple. En este caso, en el
mercado de crédito oferente y demandante se relacionan directamente. El agente
que por cualquier razón decide ahorrar parte de su ingreso puede elegir entre
prestar su dinero a un tercero o emplearlo él mismo de forma productiva. Si el
prestador no está dispuesto a pagarle por su ahorro monetario como tasa de
interés por lo menos la tasa de rendimiento que él mismo puede obtener empleándolo
como capital productivo, evidentemente el ahorrador preferirá la segunda
alternativa. Por tanto, esas dos tasas – la tasa monetaria a la cual se otorgan
los créditos y la tasa esperada de rendimiento del capital – no pueden deferir
de forma significativa. Dada una cierta propensión al ahorro y una función de
productividad marginal del capital, el mercado de crédito alcanza su nivel de
equilibrio. ¿Qué ocurre si se presenta una perturbación? Para Wicksell esto
normalmente ocurre por cambios en el rendimiento esperado del capital
(innovaciones, nuevos mercados, etc.)
“Si las perspectivas del empleo de capital se hacen más
prometedoras, la demanda aumentará y en principio excederá a la oferta; las
tasas de interés aumentará y estimularán el ahorro y al mismo tiempo la demanda
de los empresarios se contraerá hasta el punto en que un nuevo equilibrio sea
alcanzado a una tasa de interés ligeramente más elevada”
Como la cantidad de
moneda permanece inalterada, Wicksell supone que el ajuste en el mercado de
crédito se produce sin afectar el nivel general de precios y alterando
solamente los precios relativos. Al respecto señala:
“…la suma de ingresos en dinero excederá ordinariamente
el valor monetario de los bienes de consumo anualmente producidos, pero el
excedente ingresos – es decir, lo que es anualmente ahorrado e invertido en la
producción – no engendra una demanda adicional de bienes presentes sino una
demanda de trabajo y tierra para la producción futura”
Consideremos ahora el
caso de la economía de crédito organizado. Supongamos que los bancos fijan la
tasa de interés bancaria a un nivel inferior a la tasa de interés natural.
“En principio el ahorro se desestimulará y por esta razón
habrá una demanda incrementada de bienes y servicios de consumo presente (…) En
segundo lugar, aumentarán las oportunidades de beneficio de los empresarios (…)
La demanda por la producción futura de bienes aumentará (…) Los precios de los
factores de producción se elevarán aumentando los ingresos de los trabajadores,
los propietarios de tierra, etc. ”
Este aumento en los
ingreso se trasladará al mercado de bienes de consumo cuyos precios tenderán a
aumentar.
“Naturalmente no es imposible que el alza de precios sea
neutralizada, en cierta medida, por un aumento en la producción, por ejemplo,
si anteriormente había desempleo o si los salarios más elevados conducen a
horarios de trabajo más largos (...) Pero todas esas consideraciones son
secundarias. En una primera aproximación podemos suponer que todos los recursos
productivos están empleado plenamente, de tal suerte que una demanda
acrecentada de moneda tomará la forma de una rivalidad entre los empleadores
por el trabajo, las materias y los recursos naturales; lo cual conducirá a un
aumento de sus precios e, indirectamente, como consecuencia del ingreso
aumentado de los trabajadores y de los propietarios de tierra a un alza de
precios de todos los bienes de consumo, además de la ocasionada por la
disminución del ahorro”
Esto es lo que se
conoce como el proceso acumulativo de Wicksell. ¿Por qué se detiene? ¿Por qué
los precios no suben de forma indefinida? Por dos razones.
La primera por los
límites a la expansión del crédito que impone el régimen de patrón oro. En
efecto, la oferta monetaria aumenta por la acción de los bancos. Cuando estos
reducen su tasa de interés para estimular la demanda de crédito de los
empresarios lo hacen en razón de que en el conjunto del sistema se ha
presentado un aumento en las reservas de oro. La única forma de poner eso oro o
el dinero convertible en circulación es bajar la tasa de interés. Sin embargo,
la relación entre reservas y depósitos impone un límite a la expansión del
crédito. Una vez alcanzado o superado éste los bancos tienen que limitar la
expansión del crédito y esto sólo pueden hacerlo aumentando la tasa de interés.
La segunda razón
tiene que ver con la realización de inversiones excesivas en proyectos que
finalmente no permiten obtener el rendimiento esperado y ponen a los
empresarios arriesgados en la imposibilidad de cumplir con los compromisos
crediticios. Los incumplimientos y las quiebras se multiplican elevando el
riesgo. Ante esto los bancos empiezan a limitar el crédito elevando las tasas
de interés.
El proceso
acumulativo también puede desencadenarse por un cambio en el rendimiento
esperado de las inversiones, como consecuencia, por ejemplo, de una innovación.
Cuando un cambio de este tipo se produce la tasa de interés real se eleva sin
que se produzca un aumento inmediato de la tasa monetaria. “Un aumento de la
tasa real – escribe Wicksell- no debe provocar inmediatamente un alza
correspondiente en la tasa bancaria”.
En esas condiciones los empresarios aumentan la demanda de crédito y demanda
recursos productivos destinados a las nuevas actividades. Los precios tienen a
subir y los empresarios demandan nuevos créditos. Los bancos, por su parte,
aumentan sus préstamos sin que crezcan correspondientemente los depósitos. La
relación entre reservas y créditos tiene a disminuir, lo cual empieza a
provocar un alza en la tasa bancaria. Si el alza es insuficiente, empiezan a
aparecer lo que Wicksell denomina “las esperanzas exageradas de ganancias
futuras”. A partir de algún momento “la demanda de créditos bancario supera en
mucho el nivel normal y, para protegerse, los bancos pueden verse forzados a
aumentar las tasa bancaria incluso por encima del nivel normal o natural. Esto
ocurre con mayor razón si los signos de una crisis empiezan a aparecer, si la
confianza se resquebraja y si el crédito de las grandes instituciones es el
único aceptado”
Tanto Wicksell como
Fischer explican las fases de expansión y contracción propias del ciclo
económico como un resultado de la elasticidad de la oferta monetaria propia de
un sistema bancario de reservas fraccionadas. La conclusión que se sigue para
la política monetaria es evidente. Como la tasa de interés bancaria está en su
nivel natural cuando no se presentan tendencias inflacionarias o
deflacionarias, la política que deben seguir los bancos es elevar la tasa de
interés bancaria cuando los precios muestran tendencia al alza y reducirlas en
caso contrario.
VIII.
Hayek:
la moneda y la estructura de la producción.
Friedrich Von Hayek
(1899-1992) es uno de los economistas más notables de todos los tiempos.
Recibió el premio Nobel en 1972 y es reconocido como el mayor antagonista
teórico de Keynes. Autor de una obra vastísima que abarca los campos de la
economía, el derecho y la ciencia política. Aquí se examina su
teoría monetaria tal como fue formulada en Prices
and production, un pequeño libro publicado en 1931, que reúne cuatro
conferencias dictadas por Hayek en la London
School of Economics.
Hayek se opone a la visión
mecanicista de la teoría cuantitativa de acuerdo con la cual las variaciones en
la cantidad de dinero afectan de forma uniforme o proporcional todos los
precios nominales dejando inalterados los precios relativos y, por supuesto, el
nivel de producción. Precios y Producción
empieza con una afirmación categórica:
“Que la influencias monetarias juegan un rol dominante en
la determinación del volumen y la orientación de la producción es un evidencia
sin duda más familiar al generación actual que a todas aquellas que la
precedieron”.
Para analizar el
efecto de las variaciones de la cantidad de dinero en el volumen y en la
composición de la producción, Hayek retoma una idea que estaba ya en Cantillon
de acuerdo con la cual el dinero adicional no se distribuye uniformemente entre
todos los agentes sino que llega inicialmente a algunos de ellos alterando su
capacidad relativa de compra de bienes y servicios. Así las cosas, el efecto de
las variaciones en la cantidad de dinero “...depende
del lugar de entrada (o de salida) de la moneda adicional en el circuito, y los
efectos pueden ser completamente opuestos según que la moneda adicional llegue
primero a las manos de los comerciantes e industriales o que llegue primero a
las manos de los asalariados agentes del Estado”
Para Hayek, el
problema de la teoría monetaria más que explicar el valor de la moneda es
explicar bajo qué condiciones los cambios en su cantidad pueden afectar los
precios relativos de los bienes.
“La única cosa que interesa
saber es cómo los valores relativos de los bienes concebidos como fuente de un
ingreso o como medios de satisfacción de las necesidades son afectados por la
moneda. El problema no consiste en explicar un valor absoluto de la moneda sino
solamente saber cómo y cuándo las moneda influencia los valores relativos de
los bienes y bajo qué condiciones ella no afecta esos valores relativos o, para
emplear la afortunada expresión de Wicksell, cuando la moneda es neutra con
relación a los bienes. No es una moneda de valor estable sino una moneda neutra
lo que debe ser el punto de partida de todo análisis teórico de las influencias
de la moneda sobre la producción y el objeto de la teoría monetaria debería ser
poner en claro las condiciones bajo las cuales la moneda sería neutra en esa
acepción”
Hayek está interesado
en las variaciones del nivel de producción y empleo propias del ciclo
económico. No hay que olvidar que está escribiendo en 1931, en medio de la gran
crisis económica. El punto de partida del análisis no puede ser una situación
de desempleo y sub-utilización de la capacidad instalada.
“...debemos comenzar donde se detiene la teoría económica
general: es decir, a partir de una condición de equilibrio de pleno empleo de
todos los recursos. La existencia de recursos desempleados en un hecho que
exige explicación”
Y añade:
“Partir de la hipótesis de equilibrio presenta una
ventaja adicional. Este enfoque nos obliga en efecto a prestar más atención a
las causas de las variaciones de la producción industrial que de otra forma podrían
se subestimadas. Me refiero a las modificaciones en los métodos de utilización
de los recursos existentes”
Una de las
características centrales de la producción capitalista es alargar el proceso de
producción utilizando métodos de producción más indirectos a fin de obtener una
cantidad más importantes de productos finales. El concepto central es el de
estructura de la producción. Partiendo de los recursos originales – trabajo y
recursos naturales – aplicándolos directamente puede obtenerse una cantidad
determinada de bienes de consumo. Pero también es posible emplear parte de esos
recursos originales en producir bienes intermedios o bienes productores que
combinados con los recursos originales restantes permitan obtener a la postre
una mayor cantidad de bienes de consumo. Una vez más, los bienes intermedios
producidos pueden combinarse con otros bienes de este tipo y con recursos
originales para obtener una cantidad aún mayor de bienes de consumo. Y así
sucesivamente. Esto es lo que Hayek denomina el alargamiento del proceso de
producción por la adopción de métodos de producción cada vez más indirectos o
métodos de producción más capitalísticos.
Gráfico 8
Representación de la estructura de la producción
La adopción de
métodos de producción más capitalísticos o indirectos es el resultado del
progreso técnico y de las decisiones de ahorro y consumo de los agentes. En
efecto, un método de producción más indirecto supone, en principio, una
reducción del consumo presente a cambio de un mayor consumo futuro.
“No voy a hablar de los cambios en los métodos de
producción hechos posibles por el progreso técnico sino del crecimiento del
producto por la adopción de métodos de producción más capitalísticos, o, lo que
es lo mismo, por una organización de la producción tal que, en todo momento,
los recursos disponibles sean empleados para satisfacer necesidades que
conciernen a un horizonte más lejano que antes”
Es claro pues que la
sustitución de un método de producción por otro se produce cuando la demanda
monetaria de bienes intermedios o productores aumenta o disminuye con relación
de la demanda de bienes de consumo. Esto puede producirse por una cambio en el
volumen de ahorro voluntario o, y este es el núcleo de la teoría de Hayek, por
un cambio en el volumen de recursos de que disponen los empresarios para
comprar bienes productores resultante de una variación en la cantidad de
dinero. Esto da lugar a la lo que Hayek llama ahorro involuntario.
Los agentes económicos
gastan el dinero en la adquisición de bienes productores y bienes de consumo.
Los bienes de consumo los adquieren las familias y los bienes productores los
empresarios. Las familias, como propietarias de los recursos productivos,
reciben todo el ingreso monetario y la parte de éste que ahorran la entregan a
los empresarios, por intermedio del sistema financiero, y éstos adquieren los
bienes productores. Si las familias deciden ahorrar más los fondos a
disposición de los empresarios aumentan y estos adquieren una mayor cantidad de
bienes productores provocando el alargamiento del proceso de producción. Dado
que la masa monetaria es la misma, los precios deben bajar en la proporción
requerida de suerte que la nueva estructura de la producción sea estable.
La situación descrita
es de equilibrio dada la propensión al ahorro de las familias. Hay que insistir
en que se trata de un equilibrio de pleno empleo de los recursos productivos.
Si en esa situación se produce un cambio en la cantidad de dinero y ésta se
distribuye de forma uniforme entre todos los agentes – familias y empresarios –
la demanda nominal de todos los bienes – de consumo y bienes productores –
variará en la misma proporción – por el efecto de encaje, ya explicando –
provocando una variación proporcional en el nivel de precios sin modificar el
precio relativo de los bienes de consumo y los bienes productores.
Sin embargo, y esta
es la hipótesis de Hayek, si la cantidad adicional de dinero entra al sistema
bajo la forma de créditos otorgados por el sistema financiero a los
empresarios, éstos demandarán una cantidad mayor de bienes productores cuya
fabricación requiere una cantidad mayor de recursos originarios – trabajo y
recursos naturales – y de otros bienes intermedios. Como por hipótesis se parte
de una situación de pleno empleo, los recursos adicionales no pueden obtenerse
sin la reducción concomitante de la producción de bienes de consumo. Las
familias, cuyo ingreso monetario permanece igual se verán forzadas a un ahorro
involuntario.
Ahora bien, para que
el crédito se expanda efectivamente es preciso que la tasa de interés bancaria
se reduzca con relación a lo que los empresarios consideran su nivel natural de
forma que crean que es posible la utilización provechosa de del volumen de
crédito adicional. Si ello es así, los empresarios buscarán procurarse más
bienes productores y sólo los obtendrán a precios mayores dado que, por
hipótesis, no hay recursos desempleados. La elevación del precio de los bienes
productores provocará un desplazamiento de recursos desde la producción de
bienes de consumo y de la de bienes productores más cercanos a la producción de
éstos hacia la producción de bienes productores más alejados. Para que el
desplazamiento hacia métodos más capitalísticos pueda realizarse, el conjunto
de las familias debe consentir una reducción de su consumo. Sin embargo, los
empresarios que anticipan beneficios y los trabajadores empleados en etapas más
alejadas del proceso de producción demandarán más bienes de consumo provocando
la elevación de sus precios. Esto hace rentable la producción de bienes de
consumo razón por la cual los empresarios demandarán créditos adicionales para
destinarlos a la producción de estos bienes. Esta es la fase expansiva del
ciclo económico que tiene a reforzarse de forma acumulativa. Ahora bien, como
los bancos no pueden multiplicar indefinidamente los créditos, el proceso
inflacionista de detiene el algún momento cuando éstos empiezan a elevar las
tasa de interés. Y proceso se revierte dando curso a la fase de contracción del
ciclo económico.
El problema entonces
es que una vez que como consecuencia del alza de la tasa de interés los métodos
de producción más largos se hacen menos rentables, el desplazamiento de
recursos hacia la producción de bienes de consumo no puede hacerse sin
dificultades. Los bienes productores entre más alejados están del estadio de
consumo son más específicos. Su demanda disminuye, sus precios bajan y su
producción se interrumpe.
Los auges y
contracciones propios del ciclo económico son, al menos en parte, resultado de la
forma en que funcionan las instituciones monetarias:
“Aunque creo que las depresiones periódica de los
negocios pueden ser explicadas simplemente por el juego de las instituciones
monetarias, no creo que sea posible explicar todas las depresiones”
Una vez más contra el
cuantitativismo ingenuo.
“...la moneda ejercerá siempre una influencia
determinante en los eventos económicos y por tanto ningún análisis de los
fenómenos económicos reales es completo si el papel jugado por la moneda es
desdeñado. Eso significa que debemos abandonar definitivamente la opinión aún
predominante según la cual – como dijo Stuart Mill – no hay una cosa más
insignificante en la economía de una sociedad que la moneda”
Finalmente, una cita
que sorprenderá a más de un neo-austríaco frente al manejo que los bancos
centrales dieron a la última crisis:
“Desde hace largo tiempo la experiencia demuestra que en
tiempo de crisis, lo bancos centrales deben aumentar los medios de pago y
aumentar de esa forma sus emisiones de dinero a fin de evitar los pánicos, y
que pueden hacerlo en una amplia escala sin consecuencias muy graves”
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LGVA
Marzo de 2017.